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Información General | 7 feb 2016

No aprendieron nada del 2 de abril de 2013

Un negocio ilegal de un puntero ocupa a la vista de todos la planicie de inundación de un arroyo en La Plata

En City Bell un inmenso comercio ilegal se exhibe impúdicamente a la vista de los vecinos de la zona. No sólo carece de habilitación y de cualquier control municipal. Es una barrera artificial montada a la vera de un arroyo. Pasó el 2 de abril de 2013 y la historia parece volver a empezar. Son postales decadentes de negocios medianos que pueden producir grandes daños. O imágenes de una Ciudad en la que algunos funcionarios, después del drama del 2 de abril de 2013, parecen hacerse los distraídos y no haber aprendido nada.


Cuando aquel trágico 2 de abril de 2013 el agua del arroyo “Del Gato” desbordó y se llevó consigo la vida y los bienes de una gran parte de los vecinos de Tolosa y Ringuelet, el país entero comenzó a escuchar el nombre de ese curso de agua como sinónimo de la desidia, la marginalidad, el abandono del espacio público y la falta de planificación urbana.

Era un símbolo de una ciudad que desde los años 80 había acompañado la expansión económica y demográfica argentina dominada por la misma lógica (de mercado) de ese modelo de desarrollo: el recuerdo que tenemos los platenses del Del Gato previo a ese 2 de abril nos remiten a un zanjón del ancho de una avenida, con agua podrida, con basura en el agua y una gran cantidad de familias que se habían instalado en los márgenes con precarias viviendas.

Este cronista recuerda una charla con algunos de esos vecinos en la esquina de 4 y 516, y tiene fresco aún el relato de las enfermedades que sufrían los 12 meses del año por el alto grado de contaminación al que estaban expuestos, y también rememora cuando un niño de unos 4 ó 5 años levantando sus manos al cielo decía “así me muerden las ratas a la noche”. Sus pequeñísimos dedos enrojecidos, desgarrados, la cara del chiquilín mostrando su mano con una naturalidad pasmosa, dolorosa, inhumana.

Y un día el cielo se desplomó

Cualquier foto aérea, o los testimonios de todos los vecinos de Tolosa y Ringuelet, y, por si faltaba, todos los estudios post inundación, revelaron que el arroyo Del Gato (ese es su nombre formal y el de uso corriente, aunque algunos prefieran llamarlo Arroyo El Gato) , lejos de servir como fuente de escurrimiento (así había sido por los siglos de los siglos) del agua que “bajaba” siguiendo la pendiente natural hacia el Río de la Plata desde la zona oeste del distrito, había sido, junto a otros factores, una suerte de “tapón” que formó una laguna de incalculables proporciones. Ocurrió que el agua desbordó (como lo hizo durante siglos) allí donde lo había hecho siempre: en la llamada planicie de inundación, o camino de sirga, según como quiera denominárselo.

Todos los cursos de agua (arroyos, ríos) lo tienen. Le ley prohíbe comercializar u ocupar con barreras físicas (casas, garitas, tribunas, muros, por ejemplo) esas franjas inmensas de tierra que están a la vera de ellos, porque, de lo contrario, como en aquel 2 de abril, se acumula una formidable cantidad de agua que en lugar de seguir su curso arrasa con todo lo que se halla hacia los costados de la planicie de inundación desbordada.

Así, Tolosa y Ringuelet sufrieron por dos: por un lado, el agua que caía del cielo como nunca antes, y por si eso fuera poco, un inmenso torrente que descendía desde el oeste quedaba obturado en el tramo del arroyo que va desde 19 hasta calle 1, y se llevaba todo a su paso en barrios cercanos al espacio natural de escurrimiento y desborde, que se convirtieron en tristes postales, donde muchas vidas se perdieron. Bienes también, por supuesto, pero sobre todo, vidas humanas. Nada repara ese daño.

Lo que siguió

Repasamos con nuestros lectores algunas postales de lo que siguió: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recorriendo su barrio de la infancia junto a la ministra de Desarrollo Social de aquel entonces, Alicia Kirchner, los reproches de los vecinos, la imágenes desgarradoras de la tragedia, y, cuando el agua bajó, el anuncio de que se invertirían millones de pesos para trasladar a los vecinos que vivían en el Camino de Sirga, o planicie de inundación del arroyo Del Gato a un barrio nuevo, para, así, liberar ese espacio natural donde debe desbordar el curso de agua en momentos de intensas lluvias, cada vez más frecuentes en esta región y en toda la Argentina. Y se hizo. Junto con ello, el Estado (o sea, todos nosotros), invirtió muchos recursos para canalizar con hormigón, ensanchar, y dejar preparado al arroyo para recibir y dar curso al agua en dirección al Rio de la Plata , si se repitiera alguna vez un fenómeno natural como aquel del 2 de abril.

En resumen, se diagnosticó lo que todos consideraron, a las postres, lo correcto: había una prioridad, que era abovedar el arroyo y dejar libre la planicie de inundación natural (o camino de sirga), como dice la ley.

Ninguna tragedia socioambiental se produce espontáneamente

Decíamos al inicio de esta nota que hubo décadas en los que la falta de planificación y el crecimiento demográfico feroz fueron preparando las condiciones para que Tolosa y Ringuelet sufrieran con tanta magnitud aquella terrible jornada.

Y como ya publicamos en Blanco sobre Negro el 6 de junio del 2015, más al norte del casco urbano, en City Bell, el arroyo Martín está siendo “colonizado”, “invadido”, o “apropiado” desde hace tiempo, pero con un desparpajo que deja atónito a cualquiera.

En los márgenes cercanos al puente que lo atraviesa en camino General Belgrano y 457 se instaló un negocio de puntero de la zona tomó para sí una hectárea de tierra PEGADA AL ARROYO Y SOBRE EL EMBUDO QUE SE FORMA BAJO EL PUENTE que llenó con montañas inmensas de leña para la venta, y como eso no le alcanzaba (claro, hace calor, y mucho) ahora abrió un puesto de venta al paso de chorizos y hamburguesas, que exhibe sin pudor, y a la vista de los funcionarios municipales. Es un acto de descaro, pero también de corrupción, inoperancia o desidia, por la falta de accionar de la delegación que debería investigar la apropiación y puesta en alquiler “del puntero de Panella” como lo mencionan los vecinos que viven a metros del arroyo.

Ayer intentamos dialogar con una persona que atendía el negocio donde comercializan comida al paso – es de suponerse – sin ningún control bromatológico. “De la venta de la leña se encarga el dueño”, nos aclaró un joven. En apariencia, se trataba de un hombre de unos 30 años que se gana unos pesos trabajando en negro para este “pícaro” vendedor de leña, choripanes, o lo que venga, con suficientes contactos con la Delegación Municipal como para sostener un negocio ilegal en un terreno público usurpado, y que repite el devenir que llevó a la tragedia del 2 de abril en Tolosa y Ringuelet: el emplazamiento ilegal sobre el margen inundable del arroyo. El promotor y dueño del emprendimiento (de apellido Greco, aseguran) no cumple labores en el negocio, que, como dijimos, es atendido por gente de trabajo. Es decir, la persona que se apropió de esa tierra la alquila a gente que no tiene vínculos políticos, aclararon.

El jueves hablamos con un empleado de la Delegación de City Bell que nos dijo que el responsable no estaba para atendendernos (ni siquiera por teléfono), que no tenía autorización para darnos su celular, y que este tema era conocido en esa dependencia, pero (prepárense): “Hay muchos asuntos heredados” (el viejo truco de la herencia, basta) .

“¿No puede ir la Municipalidad a clausurar el negocio, que no tiene control de Bromatología, y ocupa (con la leña que tiene a la venta) gran parte del margen inundable del arroyo allí donde se angosta y forma un embudo, es decir, bajo el puente del Camino General Belgrano?” , le preguntamos al empleado que nos atendió y prefirió preservar su identidad. “Háblenlo con el delegado”, nos dijo. Pero, otra vez, nos negó su número de teléfono, y, además, nos pareció que no es mucho los que puede explicar dicho funcionario.

El negocio está a la vista. Es más: también, más lejos del arroyo, hay otro ocupa con material de construcción (un corralón) que utiliza ese espacio público desde hace más años que la leñera, que es relativamente reciente. Y sobre el margen norte de la planicie de inundación, hasta un vecino se dio el lujo de armarse “un jardincito”, como comentan en el barrio. Lo alambró y plantó árboles que todavía no alcanzaron gran porte, pero que, a todas luces, sirven para que el intruso luego demuestre “derechos adquiridos” gracias a los cuatro o cinco ejemplares y un banquito del estilo de los que hay en las plazas. En síntesis, otro vivo pero con ánimo de generar derechos de propiedad aunque no comercialice nada.

Este cuadro no está escondido entre una vegetación frondosa como la que, con machete en mano, debió atravesar Álvar Núñez Cabeza de Vaca cuando descubrió en la densa selva misionera la majestuosidad de las Cataratas del Iguazú. Es una postal decadente que se observa desde cualquier 273, TALP, o vehículo particular que recorra el Camino General Belgrano y gire la cabeza hacia la izquierda en sentido a Villa Elisa, o si viene desde el norte hacia la ciudad, hacia la derecha.

Durante la semana paran camiones, hay sombrillas coloridas y se ve gente que degusta exquisitos sánguches de chorizo o carne, todo en la leñera y con el arroyo a sus pies para refrescarse. Son imágenes que demuestran que la zona norte sigue creciendo alocadamente, en forma anárquica, pero sobre todo, con Delegados que enfrentan desafíos duros y hacen la vista gorda ante esquemas de negocios que se consolidan.

Así como se critica a la ex Dirección de Control Urbano, que dejó que se realizara la fiesta fatal en la que perdió la vida una joven en la noche de Año Nuevo (porque podría haber puesto faja de clausura y nada hubiera ocurrido), en este caso vale preguntarse: ¿Por qué no se impide con una simple faja de clausura al misterioso dueño de la leñera que prepare esta bomba de tiempo?

¿Ud., Sr. comerciante, si vende alimentos sin control, no es obligado a cerrar sus puertas y regularizar su situación con los costos económicos que ello implica, y además recibe una faja de clausura anaranjada que relucirá en la puerta de su comercio? ¿Y qué debería hacer el municipio si encima de ello, el propietario ocupa un espacio público ?

¿Y qué si, además, forma un dique artificial que desbordará las aguas apenas tapone el hilo delgado por el que corre el agua abajo del puente que está sobre el Camino? ¿Nadie se pregunta cómo no aprendieron después del 2 de abril de 2013 que la Municipalidad de La Plata tiene que prever esto para evitar futuras catástrofes? ¿Nadie ve que hay un evidente “negocio” que se consuma a paso lento pero firme y que pone en riesgo a los vecinos de la zona? ¿Es posible tanto desparpajo?

El misterioso dueño

Cuando publicamos la primer nota sobre esta usurpación VIP, todos los habitantes del barrio señalaban como propietario de la leñera a “un puntero que vive en la calle ‘La Chiquita’ (448) y que milita para Sergio Panella" como el responsable del polirrubro montado en el lugar.

Un cartel (que se puede observar en la galería de imágenes que acompaña esta nota) daba cuenta de ello: en sus inmensas chapas sonreían el hombre fuerte de Raúl Kraiselburd en la política local (Panella) junto al de Héctor Magnetto en el tablero nacional (Mauricio Macri), en plan de ganar las internas de Cambiemos. Panella perdió, y el cartel fue retirado. Como contrapartida, aumentó el espacio ocupado por los troncos de la leñera, e inauguraron la “parada” con achuras, choris y tinto de la casa. Se nota que como las elecciones internas de Cambiemos no los favorecieron, el misterioso ocupa decidió incrementar sus ingresos vendiendo más leña. Y se nota que lo consiguió aunque está todo a la vista, nadie lo clausura.

Esta tarde el cielo plomizo presagia una intensa tormenta, como señala el parte del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Es muy probable que la cantidad de agua no alcance a producir daños entre la población que con esfuerzo y sacrificio levantó sus viviendas cerca del arroyo. Pero algún día una tormenta como la del 2 de abril de 2013, o como la del 2008, que llenaron de agua todo ese sector de City Bell y dejaron un desastre a su paso, hará de las suyas en algún evento climático inesperado. Y diremos que hubo falta de planificación. Y maldeciremos a algunos. Es hora de que se tomen prevenciones. O mejor dicho, y más fácil, es hora de que se cumpla la ley.

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