La obtención del sello implica una serie beneficios ya que garantiza una calidad y una pertenencia particular, además de la protección legal para el alcaucil. En Argentina el área cultivada de alcaucil es de aproximadamente 1.750 hectáreas, de las cuales 900 se encuentran en La Plata que, a su vez, concentra el 97 por ciento del total bonaerense.

Los alcauciles platenses son violetas y blancos se destacan por su tamaño, turgencia y su amplio periodo de cosecha debido a las condiciones agroecológicas de la región y el conocimiento de los productores. La IG es la forma de reconocer la calidad de este producto debido al sentido de pertenencia a su comunidad.

En el acto, Sarquis destacó que “el 32 por ciento de las hortalizas del país se produce en la Provincia de Buenos Aires, sin contar la producción de papas. Es un impacto muy fuerte y, en el caso del alcaucil, implica excelentes perspectivas para el sector”.

Y agregó: “El protagonismo de la agroindustria es clave en la generación directa e indirecta de puestos de trabajo”.

Por su parte, Roulet señaló que “hay que hacer conocer el alcaucil platense en el mundo. No hay tantas indicaciones geográficas en el país y es un orgullo que este producto tenga ese valor agregado”. Además, destacó la importancia de difundir el consumo de más frutas y hortalizas como propone la FAO.

Participaron en el encuentro, además, la subsecretaria de Alimentos y Bebidas, Mercedes Nimo; la promotora del proyecto de alcauciles platenses, Adriana Riccetti; autoridades nacionales, provinciales y del municipio de La Plata; y productores de alcaucil, entre otros invitados.