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Información General | 24 feb 2017

La seguridad en manos de la gente

La ola de delitos en La Plata no deja de crecer y aparecen las respuestas menos esperadas

Suben los índices de desocupación, los precios de los alimentos y la situación social empeora. En ese contexto tomaron más impulso los delitos simples contra la propiedad, como el robo de teléfonos celulares, ruedas de autos, o los clásicos asaltos a transeúntes. Ocurre a cualquier hora del día y en toda la ciudad. También es vox populi en los barrios platenses que la Policía, o por lo menos algunos uniformados, actúan con un desdén parecido a la complicidad.


En este contexto de deterioro social, y ante la falta de respuestas de parte del Estado, en algunos barrios las familias empezaron a reorganizar viejos ámbitos de debate para mejorar la seguridad en cada zona. Si bien no tomaron nuevamente impulso los foros de seguridad, lo que más están creciendo son las asambleas barriales, donde se abordan y debaten propuestas para protegerse del delito.

En Tolosa, por ejemplo, los vecinos se reúnen una vez por semana. Nunca son menos de 10 en los encuentros, pero en tiempos de clima enrarecido, y cuando se produce algún delito grave que impacta en la zona, llegan a juntarse entre 30 y 40 vecinos. El lugar de reunión es fijo, pero prefieren no hacerlo público por temor a represalias, como las que sufrieron tiempo atrás.

Hace poco resolvieron colocar una barricada en el puente peatonal que une calle 527 y 527 bis. Son dos bloques de cemento que impiden las fugas en moto. Dicen que mejoró la situación desde que tomaron esa medida.

En el barrio Mondongo las reuniones de la asamblea se realizan rotando en diferentes casas, también por temor a alguna represalia.

Otros barrios en los que funciona ese modelo de organización horizontal y democrático son Barrio Norte, Villa Castells, y Villa Elisa, entre otros

En la semana que empieza luego de los carnavales, hará su primer encuentro la asamblea vecinal contra la inseguridad en Barrio Hipódromo, impulsada por una vecina que está participando de reuniones en otros barrios para “formarse” en el tema, o sea, tomar nota de cómo hacen en otras asambleas para hacer funcionar el grupo y que la convocatoria se fortalezca en cada semana.

En el sitio de noticias web de TN consignaron ayer que en el barrio La Granja cruzaron dos autos desvencijados para bloquear una calle donde motochorros escaparon en varias ocasiones luego de asaltar a los vecinos de la zona.

Una mujer dijo que fueron muchas veces a la comisaría a pedir protección. “No tenemos respuesta, no hay patrullaje, esos autos están abandonados hace dos años”, explicó la señora y señaló: “Si siguen así nos van a matar a todos”.

Además, en el barrio están convencidos de que viven “en una zona liberada” por la falta de accionar de la Policía. Por esa razón advirtieron que aunque la Municipalidad les pida que retiren los autos “no los van a sacar”.

Otra forma de organizarse son los grupos de Whatsapp, en los que ante cada situación sospechosa se comienza a difundir lo que ocurre en la zona, a quién robaron, e incluso, lanzan mensajes de alarma cuando merodean motos o autos que no son de ese lugar. Así se vive: al borde de la paranoia.

Pero motivos no parecen faltar. En un grupo de Villa Elisa , la semana pasada difundieron un mensaje advirtiendo que había una moto que daba vueltas sin parar. Ese mismo vehículo asaltó a una menor en horas de la noche mientras esperaba el colectivo. Y por si el atrevimiento fuera poco, todo ocurrió en pleno Camino General Belgrano, donde el tránsito es muy fluido. La niña zafó porque un hombre que manejaba un coche comenzó a tocar bocina y avanzó hacia la parada de micros. Los ladrones huyeron y quedó el miedo.

Son postales de tiempos difíciles y estado ausente, violencia social y desesperación en sectores donde conviven la desigualdad, la miseria y una oscura fuerza policial que suele también engrosar las noticias sobre bandas mixtas.

La semana pasada “cayeron” dos casas en el ámbito de la Comisaría Segunda en las que hallaron material que demuestra complicidad policial. Eran aguantaderos donde se acumulaba parte del botín de cada noche. Todo es parte de un problema que supera, por mucho, la edad de imputabilidad, el rol de las fuerzas de seguridad, la protección política, y cada parte del rompecabezas.

Por eso, conscientes o no de que este drama social tiene aristas muy complejas, en los barrios vuelve a utilizarse lo que mejor saben los vecinos: dialogar y debatir. En el país que todos queremos no haría falta, pero se sabe que este no lo es.

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