viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº -1941

Información General | 26 mar 2017

DD.HH.

Coincidencia sin sorpresa: dos nuevos casos de travesticidios

Por Juliana Díaz


Dónde está la mariquita / La mariquita que sueña / Habitar en un planeta / Sin que le canten a coro / Que es un putito de mierda / Oh papito Oh mamita / Quiéranme de todos modos / Aunque sea tan loquita / El mundo ya no me gusta

_ Ya no quiero estar despierta / Dónde está la mariquita / La mariquita que sueña / La mariquita no duerme / La mariquita está muerta_

Así describe Naty Menstrual en una poesía de su libro, “Batido de Trolo”, la situación que viven trans y travestis hoy.

El colectivo organizado de travestis, transexuales y transgéneros lucha actualmente por mayores niveles de dignidad, y en esa lucha se topa con la estigmatización social y mediática, que se ven amparadas y muchas veces legitimadas por la violencia institucional que padecen. Y en esta lucha, la semana pasada volvimos a lamentar una víctima más de travesticidio, la segunda muerte desde que empezó el año.

Angie Velasquez Ramirez tenía 37 años, era trans, migrante, militante activa (OTRANS) y estudiante de la carrera de periodismo en La Plata. Angie fue detenida el 18 de febrero de 2017 tras una requisa íntima en la vía pública, donde funcionarios policiales dicen haberle encontrado estupefacientes en el interior de su cuerpo y por lo cual es acusada de “narcotraficante”. Mientras tanto, en su defensa, acusan a la comisaría novena de La Plata y a la Comisaría de la mujer de ser responsables de actos vejatorios, injustos e ilegales.

Primero, la llevan directamente a la comisaría décimo primera de Ringuelet hasta el día 9 de marzo de 2017, cuando es trasladada al Pabellón 11 de la Unidad Penitenciaria n° 32 de Florencio Varela. Durante su detención, sus compañeras de militancia han denunciado la condición nefasta e insalubre en que Angie soportaba sus días de encierro. Ella estuvo detenida en una celda pequeña, sin baño, en contacto con detenidos varones, a la vista de personal masculino, siéndole negada la comida, agua y los medicamentos que necesitaba por su estado delicado de salud. Además de esto, sus compañeras denuncian “torturas psicológicas, aislamiento, abandono y sometimiento por su condición de migrante, trans y negra”.

Estas denuncias de OTRANS tuvieron cauce a través de un hábeas corpus, que el Juez Juan Pablo Masi rechazó. Debido a esto, y dada la incomunicación de la detenida con sus compañeras, lograron contactarse con la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires quienes consiguieron efectivizar la visita de una enfermera que confirmó su mal estado y la gravedad de estar encerrada con 39 grados de fiebre.

En un principio se comunicó que había sido trasladada al Hospital “Mi Pueblo” de Florencio Varela, donde le habrían dado suero y habría vuelto al pabellón esa misma noche. Sin embargo, el 14 de marzo la Secretaría corroboró que jamás había sido trasladada al centro de salud ni tampoco fue visitada por el personal médico del pabellón donde se encontraba alojada. Por esa razón se dispuso el traslado de Angie al Hospital intramuros de la Unidad 22 de Lisandro Olmos, allí le dieron a las compañeras permiso para visitarla pero lamentablemente cuando llegaron les notificaron su muerte y les mostraron el cadáver.

El cuerpo estaba demasiado frío a pesar que les afirmaron que su fallecimiento había sido hacía una hora. Claudia Vázquez Haro, Presidenta de la Asociación Civil OTRANS Argentina desmintió ese comentario y afirmó que ella llevaba muerta más tiempo. De esta manera ellas denuncian no haber sido informadas sobre detalles de la muerte de Angie y responsabilizan directamente al Juez Juan Pablo Masi, titular del Juzgado de Garantías en lo Penal n° 4 de La Plata y a los Fiscales Álvaro Garganta, Marcelo Sellier y Rodrigo Granado por travesticidio y persecución política.

Es llamativa la coincidencia con el caso de Pamela Macedo Panduro, otra muerte que lamentamos en lo que va del año 2017. Pamela tenía 29 años, era trans y migrante, fue detenida el 9 de noviembre de 2016 luego de un allanamiento en el marco de una investigación que comenzó con una llamada anónima. Un detalle no menor, es que en la investigación también intervino el Juez Juan Pablo Massi.

Pamela primero estuvo en un calabozo de la unidad de narcotráfico acusada también por la tenencia de estupefacientes. Esto fue reportado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y por eso es trasladada a la Alcaldía “Roberto Petinatto” de La Plata donde se encontraba alojada en un calabozo inhabilitado. No obstante, el 23 de diciembre de 2016 la trasladan a la Unidad Penitenciaria n° 32 de Florencio Varela, comunicando a los directivos de esa Unidad Penitenciaria que padecía tuberculosis. Cinco días después es internada de urgencia en el Hospital “Mi Pueblo” y termina muriendo el primer día del año 2017.

La noticia de su muerte, además de una profunda tristeza generó mucha incertidumbre puesto que no quedaba clara la razón del deceso. Es por eso mismo, desde OTRANS se organizaron exigiendo justicia del caso y esclarecimiento de su muerte. Entre las militantes que reclamaban justicia por Pamela, se encontraba Angie.

Las distintas vejaciones, malos tratos y negaciones de la identidad elegida por el colectivo de travestis, transexuales y transgéneros por parte de las distintas agencias del Estado, no es más que violencia institucional, hijo de un patriarcado asesino, la policía, el poder judicial y el servicio penitenciario, violó la dignidad de Angie y Pamela. Además, es marcada la violencia institucional ejercida a partir de la discriminación por migrantes y la persecución política a militantes.

Actualmente se encuentra en investigación una denuncia realizada por la abogada Luciana Sánchez donde se acusa a los distintos funcionarios intervinientes de “homicidio por omisión agravado por odio a la identidad de género, en concurso con asociación ilícita y apremios ilegales por los homicidios de Pamela Macedo Panduro el 1 de enero del 2017 y Angie Valásquez Ramirez el 16 de marzo del 2017”.

En repetidas entrevistas Claudia Vazquez Haro acusa fuertemente a los medios masivos de comunicación como principales propulsores de un discurso social hegemónico que resulta funcional a la estigmatización social con la que estos grupos cargan desde hace tiempo. Más allá de lo violento que es en sí ser marcado socialmente por un etiquetamiento, en sentido de cómo te miren y señalen en la vía pública, se suma en las relaciones sociales, la exclusión plena.

Esto es, la dificultad a la hora de buscar trabajo, ciertos conflictos intrafamiliares, entre otras libertades reprimidas. A su vez, estas políticas de exclusión funcionan para dejar a los sujetos marginado a un lado, aislado, como peligrosos. De esta manera, se acentúa la discriminación y se legitima su represión y persecución. Hoy los aparatos represivos del Estado, entonces, siguen atentando contra los grupos de travestis, transexuales y transgéneros, discriminando, hostigando, persiguiendo con mecanismos como razzias y torturando. Mientras tanto, el resto de la sociedad que no opera en el ámbito comunicacional o estatal no queda desligado del problema. Podemos entonces asegurar la responsabilidad social general con aquello que Esteban Rodriguez Alzueta califica como violencia invisible. En otras palabras, todos como sociedad debemos hacernos cargo del sufrimiento y las injusticias que vive hoy este colectivo (entre otros). Entre los reclamos al Estado para que deje de perseguirlas, de odiarlas hasta el punto de atentar contra la Ley de Identidad de género, se invita al resto de los ciudadanos a no callar. Se acusa entonces a ese mismo silencio que protagonizó la complicidad de los sucesos más terribles y violentos en nuestra historia mundial e invitan a sumarse a la lucha. Así como diría Naty Menstrual en el libro que citamos al principio “Ahora, yo digo, si nos diéramos cuenta de una vez por todas y nos fuéramos a Plaza de Mayo todos los que alguna vez nos sentimos discriminados, seguro sería una marcha super exitosa. Yo discrimino. Tú discriminas. Hagamos una marcha todos juntos con la mano en el corazón, a ver si de una vez por todas nos damos cuenta de que la tolerancia, aunque cueste entenderlo, nos lleva a mejor puerto, y se acabó.”

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias