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Información General | 24 abr 2017

Opinión

El desempleo como efecto de la desaceleración productiva: su impacto sobre la pobreza

Por Agustina González Ceuninck, Directora de Desarrollo Institucional del Centro de Estudios para la Gobernanza - La Plata (CEG).


Las cifras recientemente publicadas por organismos oficiales y entidades empresariales, coinciden en dar cuenta de una desaceleración en la dimensión productiva durante los últimos meses, circunstancia que se refleja principalmente por el cierre de pequeñas y medianas empresas (PyMEs); y por la caída en la actividad industrial en ciertos sectores en particular.

Lo antedicho, conjugado con el aumento en los índices de desempleo, se traduce en un horizonte negativo a la hora de observar la evolución de los indicadores de pobreza, sus motivos y las posibilidades reales de disminución de la misma. Esto debido a la vinculación estrecha existente entre pobreza y desempleo.

Podríamos decir, entonces, que a medida que avanza la caída en estos sectores se incrementa el nivel de puestos de trabajo que se pierden en el sector privado, dato relevante sobre todo si consideramos que es el que aporta la mayor participación en los despidos. Un estudio privado realizado por la consultora Tendencias Económicas destacó que los despidos llevados a cabo por las PyMEs durante el primer trimestre de 2017, habrían protagonizado el 82% del total de los despidos del país. En resumen: menos producción y desarrollo industrial, menos puestos de trabajo, mayor incremento de la pobreza.

En sentido contrario, la industria y la producción generan valor, y este es generador de empleo. Romper ese círculo virtuoso ha dado resultados como los recientemente publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), desde donde se ha indicado que durante 2016, 44.465 personas han perdido sus puestos de trabajo en el sector privado, mientras que 1.579 empresas dejaron de existir.

Similar panorama muestra la actividad industrial si se atiende a que, de acuerdo al último informe de la Unión Industrial Argentina (UIA), la caída de la Industria fue del 9% en febrero 2017, entre los que se destacan como sectores más golpeados las industrias del papel y cartón, acero, metales básicos, edición e impresión, metalmecánica y metalúrgica .

Son múltiples las cuestiones que deben ser consideradas a la hora de evaluar las causales, aunque desde distintos sectores empresariales han coincidido en advertir las desventajas de la apertura del mercado interno a las importaciones y del aumento en las tarifas de los servicios, circunstancias que han provocado un incremento sustancial en los costos de producción. De acuerdo a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa), al Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), y a boletines del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC), la caída en la demanda de gas y electricidad en la industria entre el cuarto trimestre de 2016 y 2015 disminuyó un 7% con respecto al gas, y un 6,5% en relación a la electricidad, es decir, ha disminuido la utilización de máquinas en el sector producto del aumento de los cuadros tarifarios y la disminución en el consumo.

En síntesis, para combatir la pobreza es necesario generar empleo, para lo que se debe impulsar la actividad de la industria y las PyMEs. Cualquier modelo de Estado de corte desarrollista debe propender a nutrir y fortalecer las instancias estatales que tiendan a fomentarlas, a inscribirlas en una trama de corte estratégico, a generar programas a medida que brinden seguridad jurídica y previsibilidad a las y los empresarios e industriales, que creen puestos de trabajo. En definitiva, que permitan recrear el círculo virtuoso “producción/trabajo/inclusión”, que ha demostrado ser una herramienta idónea a la hora de sacar a millones de personas de la pobreza.

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