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Información General | 6 jun 2017

Opinión

Un nuevo 3 de junio bajo el sol, y las pibas en las calles

Por Manuela Pita, Secretaria de Género de La Cámpora La Plata


Luego de la marcha del sábado pasado, las fotos y reflexiones sobre este “Ni una menos” ya han recorrido las redes y portales del país y, me atrevo a decir, de gran parte del mundo.

Sin dudas muchas de las características de aquel primer 3 de junio de 2015 –espontaneidad, colapso de las calles (buscar la palabra adecuada), centralización – han mutado, tras el trabajo y militancia de las compañeras del feminismo que asumimos el desafío de darle forma y contenido –en contraposición a la banalización de los grandes medios sobre el tema – ha aquel fenómeno que podríamos denominar como el estallido social de las mujeres.

Piglia dice en su “tesis sobre un cuento” que siempre hay una historia contada y otra no contada, otra que subyace y contiene el sentido último de toda narración. Podemos pensar, entonces, que la historia contada es la muerte de una mujer y la historia no contada sería el patriarcado como sistema milenario responsable de la muerte de esa mujer.

Ambas se encuentran en el punto de exigir el derecho a vivir libre de violencias, pero solo una se pregunta qué vidas podemos considerar libres de violencias. He aquí la importancia por parte de los movimientos de mujeres de nuestro país de canalizar estas demandas, de encausarlas, organizarlas, darles un sentido de construcción y que no se pierda en una ebullición efímera que será primera plana y nada más.

Lo que debemos tomar como militancia organizada de estos fenómenos masivos son aquellos contenidos presentes en la marcha que nos permitan profundizar las discusiones y llevarlas a la práctica . Debemos contar todos los días la historia no contada.

Este 3 de junio, en La Plata la jornada nos encontró más organizadas que en otras instancias. Una podría deducir que se debe a una experiencia acumulada en los anteriores, pero esto no alcanza para entender lo sucedido ayer. Al paso del tiempo debemos sumarle el incremento feroz de la violencia que este nuevo contexto neoconservador instala en el país.

Repasemos un poco: este año inauguramos marzo con 5 marchas masivas, todas en respuesta a las políticas del gobierno nacional, provincial y municipal en nuestro caso.

Una de ellas fue el Paro Internacional de Mujeres, que puso de manifiesto la figura de la mujer trabajadora como principal sujeta afectada por las políticas neoliberales. Luego la desaparición de Micaela se hizo conocida en todos los rincones del país y el impacto de su muerte obtuvo otra respuesta social, con una particular carga en las militantes jóvenes feministas y peronistas.

A finales de abril fue conocida una imagen con el calendario del mes marcado con una muerte de una mujer por día, y en la ciudad de La Plata se denunciaron varios intentos de secuestro a mujeres jóvenes dentro del casco urbano, en lo que podría conocerse como zonas céntricas. Todos estos sucesos fueron construyendo la previa a esta marcha.

Para finalizar, quisiera traer a esta nota una idea en la que me ha hecho reflexionar la compañera Gabi Wahnon: el 3 de junio de 2015 fue el 24 de marzo de las mujeres. Existen varias analogías que podemos trazar entre las llamadas marchas por los derechos humanos y las del 3 de junio.

Por ejemplo, el miércoles 10 de mayo tuvimos que salir urgente a las calles contra el 2×1. Tanto ésta como el “Ni una menos” tienen un carácter urgente de decir “basta”. Un tope que la sociedad marca y no está dispuesta a dar marcha atrás. ¿Esto quiere decir que las discusiones ya están socialmente saldadas? No, en lo absoluto, pero si están instaladas, habladas, conocidas y forman parte de nuestra identidad social.

La importancia de entender las luchas de las mujeres como luchas por los Derechos Humanos nos permite comprender su necesaria transversalidad en la militancia y en la lucha por la emancipación. Y así como denunciamos y reconocemos el terrorismo de Estado instalado en Argentina a partir del 24 de marzo del 76’, reconocer y denunciar también el terrorismo que sufrimos las mujeres en el S XXI. Hacer visible el genocidio, no aislar las muertes de las mujeres. Comprender la totalidad de un sistema cultural que nos oprime y volcar todos estos contenidos en la calles. Incansablemente, hasta vencer.

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