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Información General | 8 sep 2017

Opinión

La Patria monotributista. Apuntes sobre comunicación política en torno a la “polarización” electoral

Por Jerónimo Guerrero Iraola. Abogado, Director del Centro de Estudios para la Gobernanza (CEG).


La posibilidad de reflexionar sobre el escenario político actual resulta central a la hora de comprender algunas de las cuestiones que integran el orden de lo “no dicho” a nivel campañas.

Byun-Chul Han habla, en sucesivas publicaciones (“La sociedad del cansancio”; Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas formas de poder”, entre otras) del paso occidental a la sociedad de rendimiento, lo que, según su tesis, viene a impactar en el modelo de sujeto (es decir, hombres y mujeres distintos), en sus vinculaciones, en sus modos de comprender y vincularse con la política e, incluso, en las formas en que construyen sus metas aspiracionales.

La sociedad del rendimiento lo es también de la libertad, mas no de la libertad individual (que es sólo realizable en comunidad), sino de la del capital. Éste se reproduce en forma exponencial a partir de ese/a hombre/mujer “libre”, a instancias de una nueva configuración de la dialéctica amo/esclavo, ahora emplazada al interior de cada uno de nosotros.

El hombre/mujer emprendedor/a se cree artífice de su destino, y se sobre-explota a partir del imperativo yo puedo. Ese poder todo, absolutamente todo, se encuentra, a su vez, signado por la hiperconexión, la sobredosis informativa que mutila toda posibilidad de contemplación (a la usanza filosófica, el mirar para entender o, al menos, para preguntarse).

No existe, así, ningún dispositivo más sofisticado que este sujeto autoexplotado, que a su vez brinda libremente la información a un nuevo modelo de panóptico, el digital, lo que redunda en más y mejores posibilidades para la cópula del capital (más oferta, más consumo, la explosión del fenómeno del microtargeting), que se reproduce a velocidad conejo bajo el imperio del big data.

El/la emprendedor/a se encuentra sujetado a su propio señorío, con lo que, según la tesis de Han, se barre la posibilidad de asistir a cualquier ligamen de hombres y mujeres contra el opresor otro, es decir, con aquel que oprime/explota desde la externalidad.

A su vez, Judith Butler ha acuñado el concepto de precariado, que dialoga con el sujeto neoliberal descrito por Han. “…el precariado [precariat] es una categoría diferente. Las vidas precarias puede que no tengan ni siquiera trabajo. Puede ser que tengan y pierdan el trabajo rápidamente. Pueden ser trabajadores transitorios. Puede ser que tengan albergue y lo pierdan el próximo día. El futuro es radicalmente impredecible.”

¿Cómo pensar entonces la política argentina? En primer término, considero que la Alianza Cambiemos, con su transversal y variopinta composición interna, ha logrado interpretar las transformaciones socio-culturales operadas en las últimas décadas, y por ello se ha instalado con tanta potencia en la escena pública. Su programa es consonante con los lineamientos del mainstream global y, entiendo, al menos en clave aspiracional, apunta a configurar una oferta en que la proactividad y la capacidad de agencia se exhiban como capitales necesarios y “rentables”, es decir, que los atributos de ese yo noeliberal que describe Han, generen una expectativa de retorno, de éxito (meritocracia).

A partir de allí, la “comunicación política de Cambiemos” es genuina justamente porque encuentra una clave identitaria. Es decir, enunciación y enunciado, mensaje y habitus son piezas simbióticas, indisociables. De allí que los intentos por emular los escenarios, los modos, la horizontalidad por parte de las otras opciones hayan dado resultados dispares. Las personas votan originales, no copias.

La gran ausente de la oferta electoral es la mirada crítica sobre esta nueva configuración occidental (hegemónica). El modelo padecientes de Unidad Ciudadana no resultó ser la clave de bóveda para desarmar el rendimiento electoral de Cambiemos, y no penetró el umbral del más allá de los convencidos. Dicha composición ha implicado, a su vez, un esquema de votante en contra de, o por oposición a. En los hechos, no se han apreciado propuestas (del orden de lo programático) que permitieran reconstruir la trama aspiracional. Resulta extraño hablar de trabajadores y trabajadoras a la usanza de la sociedad salarial, cuando las experiencias individuales transitan próximas a la edificación de la precaria Patria Monotributista.

Las grandes preguntas de época, relativas a qué pasará frente a la paulatina robotización de la economía, cómo recomponer la posibilidad de ejercicio del derecho al proyecto de vida, o de qué manera instrumentar mecanismos idóneos que compensen (o reemplacen, o refunden) la acelerada descomposición de la sociedad salarial son, sin dudas, aspectos que pasan inadvertidos por parte de las oposiciones. En dicho sentido, Cambiemos presenta la ventaja comparativa de saber hacia dónde va (o pretende ir), y cuál es el sujeto modelo al que le habla (que lo presenta en su doble faz emprendedor/consumidor). Del otro lado aparecen recetas más próximas al modelo/esquema descrito por Robert Castel (“La metamorfosis de la cuestión social”), es decir, el de propiedad social que, por decantación o goteo, era apropiada por vía del trabajo registrado (sindicatos, obras sociales, entre otras).

Ni pleno empleo, ni Estado social, ni sociedad salarial parecerían ser respuestas idóneas en un contexto de emergencia de emprendedores, startups y monotributos (en el mejor de los casos). Al menos, desde el punto de vista experiencial. De allí el desencanto por una propuesta que ofrece caminar sobre el agua a personas que ni siquiera han aprendido a dar sus primeros pasos. Los interrogantes en torno a cómo y qué comunicar no puede prescindir de un diagnóstico de época que termine por dar sustento a los mensajes. La Patria monotributista (como metáfora de la precarización irrefrenable) constituye, quizás, una tímida clave para concebir una nueva oposición.

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