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Información General | 8 oct 2017

Marcelo Predacino, músico y productor de Abel

"Se puede ser más rockero tocando una zamba a bombo y guitarra, que con una pared de amplificadores"

Guitarrista, percusionista, compositor y productor musical. Luego de tocar dos años con Soledad Pastorutti, estuvo seis meses sin agarrar una guitarra: “Fue el único momento en mi vida en que pensé cambiar de profesión”, confesó tiempo después. Tocó con La Bersuit Vergarabat, Fabiana Cantilo, Andrés Calamaro, Marcela Morelo y Ariel Prat, entre otros. Conoció a Abel Pintos en 1998. Hoy, es su guitarrista, amigo y productor musical.


“Un artista debería crear cosas hermosas, pero en ellas no debe poner nada de su propia vida. Vivimos en una época en que los hombres tratan al arte como si debiera ser una forma de autobiografía. Hemos perdido el sentido abstracto de la belleza”, interpela el artista Basil Hallward a su interlocutor Lord Henry Wotton, en la única novela que escribió por encargo Oscar Wilde: El retrato de Dorian Gray.

Quizás Marcelo Predacino (47) haya leído nunca al autor irlandés. Sin embargo, el músico de gráciles acordes y de larga cabellera, tan profesional en la música como responsable en la producción artística, conoce el secreto profundo del arte sin tener que emular al personaje ficticio de Basil Hallward, el cual, además, asevera: “No hay nada que el arte no pueda expresar”.

En pareja desde hace casi dos décadas con la cantante porteña Guadalupe Farías Gómez (51), heredera de una familia que ha fulgurado en el folclore, Marcelo Predacino, por antonomasia, el guitarrista, afirma: “Nadie es el mismo después de componer una canción, escribir un libro o pintar un cuadro”.

En 1994, Predacino lanza al mercado su primer trabajo discográfico: “Cruzando las distancias”, en el cual interpreta canciones de Atahualpa Yupanqui y Abel Fleuri, al tiempo que acompaña la carrera artística de su pareja como músico y productor.

¿Cómo pasaste de tocar canciones de Atahualpa Yupanqui y Abel Fleuri, en “Cruzando las Distancias”, a trabajar con artistas como Abel Pintos, Soledad, Vicentico, La Bersuit, Andrés Calamaro, Marcela Morelo, Ariel Prat y Fabiana Cantilo, entre otros?

MP: Fue de manera natural, siempre me gustó escuchar y tocar de todo. Los estilos no son una barrera para mí, creo que hay puentes entre ellos. Con el tiempo fui descubriendo que se puede ser más rockero tocando una zamba a bombo y guitarra, que con una pared de amplificadores detrás tuyo.

Alguna vez declaraste: “Yo soy un guitarrista”; pero en un escenario, tocás más instrumentos.

Siempre contestaré eso, porque la guitarra es mi origen. De chiquito jugaba con autitos y guitarras de juguetes. A los 6 años, cuando mi viejo me regaló una criolla quise ir a estudiar al otro día. Me encanta hacer discos, producirlos, arreglarlos, tocar varios instrumentos, pero mi refugio será siempre la guitarra. La guitarra fue antes un refugio de pájaros.

Avezado al frenesí de los espectadores por haber compartido escenarios con artistas como Fabiana Cantilo, Ivan Noble, Gustavo Cordera, Soledad y Abel Pintos, entre otros, no es un músico gazmoño; por el contrario, es un profesional humilde, sin más acicate que su familia y la música.

“La Soledad” del artista

A fines del año 2000, la crisis económica, social y política estaba a la vuelta de la esquina en la Argentina gobernada por Fernando De la Rúa. En el mundo artístico, las secciones de espectáculos de los principales medios escritos se encargaban de mencionar a Predacino como un músico prestigioso que acompañaba la ascendente carrera artística de Soledad Pastorutti: “Un buen arreglo en la guitarra de Marcelo Predacino del vals Jose Antonio, de Chabuca Granda”, rezaba un diario de gran tirada nacional, al referirse al repertorio elegido por Soledad en los copiosos recitales que ofreció en el Luna Park por aquellos meses.

Cualquiera que tocara la guitarra, por menos de unas gracias, aceptaría subir al escenario acompañando a “El Huracán de Arequito”. Una anécdota, sin embargo, poco gustosa para Predacino: “Fue una etapa muy particular; no la pasé bien tocando con Soledad. Creo que nos debemos una revancha, quizás algún día en un estudio. En ese momento, ella era muy chica y yo muy inocente y su entorno era un caos. Después de tocar con ella durante dos años no quise agarrar la guitarra por seis meses. Fue el único momento de mi vida en que pensé cambiar de profesión.

IBSN:-¿Cómo conociste a Abel Pintos y llegaste a tocar con él y producirlo posteriormente?

MP: Fue en el año 1998, en la fiesta de la empanada de Famaillá, en Tucumán. Habíamos ido a tocar con Guadalupe Farías Gómez, mi pareja. El papá de Abel se acercó al camarín para saludarla y presentarle a Abelito que en ese momento tenía 14 años. Inmediatamente, surgió una muy buena onda que perduró en el tiempo. Compartimos varias veces escenarios, reuniones de amigos, en su casa y en la nuestra.

Un día recibí un llamado de la Sony Music para producirle un disco; ahí, nació Revolución. Me dijeron que Abel me había elegido entre varios productores por la versatilidad de estilos que siempre busco. Recuerdo que algunos colegas me decían: “¿qué vas hacer con este chico”? e incluso me sugerían que debía definirlo. Yo hice todo lo contrario, deje que cantara lo que quisiera, y lo lleve a lo más extremo suyo. Una vez hecho el disco me sumé a la gira de presentación, como director musical y guitarrista, y después vino todo lo demás: premios Gardel a la producción del año en dos ocasiones; Gardeles de oro; giras; estadios; y viajes al exterior.

(“Marcelo y Ariel potencian lo que les cuento. Le dan forma a lo que quiero cantar. Yo compongo y luego me junto con ellos para hacer los demos”, declaró hace poco Abel Pintos, al ser consultado por su relación con Predacino y su hermano Ariel).

Me imagino que en todos lados te acercan demos: ¿Cuáles son los que aceptás para escuchar? ¿Cuáles son los que sabes que vas a producir?

MP: -Escucho todo lo que me acercan, en la medida en que puedo; quizás lo hago meses después. Es muy significativo que una persona te obsequie un trabajo que le llevó alma, corazón y meses terminarlo. No sé a quienes voy a producir, pero te diría que sí sé a quienes no produciría. No me gustan los artistas que van a lo fácil repitiendo formulas. Me gusta aquellos que se la juegan y que tienen un compromiso con el arte.

Participaste en varias giras de Bersuit presentando el álbum La Argentinidad al Palo: ¿Creés que vivimos en una época similar al contexto que describía esa canción?

MP:- En líneas generales creo que la argentinidad está más al palo que nunca. Resulta que 13 años después, algunas personas que pagaban una entrada para escuchar a (Gustavo) Cordera decir sus locuras, hoy lo crucifican por sus desafortunados dichos. La letra de la canción dice “Cordera, Monzón y Barreda matan por amor “, y nunca escuché a nadie que le gritara asesino, ni antes ni ahora. Más argentinidad al palo que eso no hay.

Mejor músico que padre

No se sabe bien el lugar de la locación del video que circula en las redes sociales, aunque la única certeza es que se trata de un recital de Abel Pintos. Con su carisma fulgurante, el artista nacido en Ingeniero White toma el micrófono e invita al escenario a cantar a Guadalupe Farías Gómez, quien sube entre aclamaciones y aplausos. En el proscenio, un niño juega y le importa nada que tras su espalda el gran artista lo señale con la mano y pida para él también un aplauso. Es Benicio Predacino, quien, con su corta edad, ya se maneja entre cables, equipos, luces y artistas.

IBSN: Como padre, ¿sos mejor músico?

MP: -Soy un desastre como papá. Quisiera que Benicio durmiera conmigo hasta los 15 años. Tuve que ir a una psicopedagoga para no llorar cada vez que lo retaba. Benicio es mi certeza de que Dios existe. Me encantaría que sea artista; genes no le faltan.

Guadalupe Farías Gómez, tu pareja, es muy cristiana. En tu caso: ¿La música es tu religión?

MP: -Soy cristiano y, además, Guadalupe con su amor e inteligencia me hizo comprender la religión desde otro lugar. Esa perspectiva, más la llegada de Benicio, hicieron que todo tenga sentido. Dios es música.

2010 será un año que indefectiblemente permanecerá acuñado en el recuerdo de Marcelo Predacino, al generar en su carrera artística un punto de inflexión relevante. Ese año, produjo Revolución, el séptimo álbum de Abel Pintos, y se convirtió, a partir de ahí, en un afamado productor discográfico.

Predacino, quien fungió como músico invitado de prestigiosos artistas en Argentina y en el resto del mundo, no escamotea su alborozo cada vez que tiene sobre sí una guitarra y está próximo a subir a un escenario.

Vestido religiosamente de negro, bonachón, caviloso, enfrascado siempre en su trabajo, desdeñoso de los contenidos prosaicos y baladíes, Marcelo confiesa al final de la charla que le gusta tanto innovar como aceptar nuevos desafíos. Y concluye en voz baja, sereno: “La vida es un camino que se compone de infinitas llegadas”.

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