jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº -1961

Información General | 19 dic 2017

Ayer estuvo ausente en Diputados

Toda la política provincial se hace la misma pregunta: ¿Quién sabe algo de Scioli?

"¿Qué te pasa Daniel, ya no sos el mismo de antes?", le dijo Mauricio Macri en el recordado debate electoral previo a los comicios de 2015. Bueno, pese a todo, el ex candidato que terminó abrazando al recontraultrakirchnerismo, volvió sobre sus pasos y retomó la senda del pragmatismo feroz.


Ayer, cuando en todo el país se contaban los porotos para saber si Cambiemos llegaría a obtener el quórum reglamentario y los votos necesarios para sancionar la denominada reforma previsional , “Pichichi”, el ex motonauta que terminó siendo una importante espada del cristinismo, desapareció súbitamente de los lugares que más frecuentó en los últimos años, o sea, los medios de comunicación. Las malas lenguas dicen que el inventor de la afamada Ola Naranja que pocos éxitos le dio al peronismo , se encuentra por estas horas negociando con sectores de la justicia que contrabandean perjuicios o beneficios para al poder político que cae en desgracia por causas penales. El reconocido abogado Marcelo Parrilli, que milita en el ala más dura del antimacrismo vinculado a los sectores más alejados del poder, le pasó factura esta tarde. “Con marginales como este que apoya el robo previsional ausentándose para no ir preso por chorro, no se puede. Hay que construir una dirección política opositora en serio. Basta de garcas”, lanzó en su cuenta de Twitter. Sin dudas, el contraste entre Pichichi y su enemigo íntimo Felipe Solá, estalla ante los ojos de cualquier observador. También es una muestra de la dinámica y la liviandad política de esta etapa, y de los preconceptos de algunos sectores que ante los posicionamientos de figuras políticas de renombre construyen un universo subjetivo dividido entre buenos y malos o entre progres y gorilas o , si se quiere expresar de modo más ilustrativo, entre leales y traidores al “campo popular”. Que para muchos, vale decirlo también, es el fondo de su propia casa, su pequeño terruño, el lugar donde las almas bellas y blancas de la política suben al cielo. A nadie debería invadir la tristeza, sino más bien la vergüenza. Durante años, los talibanes del ultrismo que descubrió semillas de verdad en el peronismo y abrazó a Cristina hasta que se fue , denostó toda voz disidente y engalanó a los chupamedias más fervorosos. Pichichi fue un verdadero emblema del gatopardismo sin mediastintas, estilo que también es bueno admitir, no le pertenece en exclusividad. Justo cuando estaba por convertirse en un siamés de la ex presidenta CFK, tuvo el peor traspié: su caída en desgracia y su alejamiento de los almuerzos de la señora Mirtha Legrand por culpa de una modelo despechada que encima contó en voz alta intimidades de la pareja. De amigable picaflor pasó sin escala intermedia a despreciable malvado. La caída de su “imagen”, ese capital intangible y difuso, llevó consigo más debilidad para Pichichi , le quitó anticuerpos para resistir los embates judiciales, y aceleró el tramo final de su declive, cuyo final nadie conoce pero todos sospechan. Sobre todo en tiempos de Bonadío. Junto con el alguna vez mandamás entronizado a dedo por correpondencia, José Ottavis, y a tantos ídolos de fantasía, Daniel Scioli ahora ocupa un lugar destacado en el firmamento de los grandes dislates históricos del kirchnerismo.
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