La ciudad de La Plata fue fundada bajo el sueño de la superación de los enfrentamientos políticos que atravesaban nuestro país en aquel momento. De hecho, en la piedra basal de nuestra ciudad fue grabada la frase “Un acto de amor a la unidad nacional”.

Durante muchos años los valores fundacionales fueron consolidando una identidad que le permitió hacerse conocida en el mundo entero. En 1889, en la Exposición Universal de París obtuvimos las medallas doradas en la categoría “Ciudad del Futuro” y “Mejor realización construida”, y pocos años después fuimos la primera ciudad en tener el tranvía eléctrico e iluminación pública eléctrica.

Esos valores fundacionales permitieron a generaciones enteras de platenses vivir plenamente disfrutando de los beneficios de una ciudad planificada que brindaba servicios públicos de calidad, seguridad, educación, y un desarrollo armónico con el medio ambiente.

Sin embargo, como todos sabemos, esos valores se fueron perdiendo y fue ganando terreno la ciudad caótica, insegura, la ciudad partida entre quienes tienen una posición consolidada y entre quienes viven en la pobreza. Esta ciudad, que hoy es una bomba de tiempo en términos medioambientales, con basurales a cielo abierto, cursos de agua contaminados, y una disminución en la cantidad de espacio verde por habitante.

Frente a este escenario se impone la necesidad de debatir un Plan Estratégico de Ordenamiento Urbano, en el cual podamos reorganizar lo que hoy es un caos y fijar criterios sobre cómo y hacia dónde debería crecer la ciudad.

La mayoría del nuevo suelo urbano que se genera hoy se produce de manera clandestina. Asentamientos, tomas, condominios, subdivisiones de hecho y ocupaciones de espacio público le ganan por escándalo a las iniciativas públicas y privadas planificadas, que cuentan con estudio de impacto ambiental, medios de transporte, vías de acceso, servicios públicos, seguridad e infraestructura básica.

Dentro de una mirada global sobre la necesidad de un Plan Estratégico de Ordenamiento Urbano, aparecen temas específicos sobre los que hay que construir una inteligencia colectiva en la cual deberán ser protagonistas los sectores políticos, económicos y sociales de la ciudad.

El soterramiento del Roca, la reconstrucción del Ferrocarril Provincial, las obras hidráulicas, el cordón flori-frutihortícola, la extensión de la Autopista hasta la Avenida 90, el Aeropuerto, la Ruta 36 y la política industrial, son temas centrales que debemos resolver antes de que sea la dinámica social la que imponga condiciones y los haga irresolubles.

Ente estos temas se encuentra el del Mercado Regional de La Plata que frente al crecimiento de la ciudad quedó en medio de la mancha urbana. Es un tema complejo de abordar ya que implica un debate sobre la utilización de las tierras, el destino de los trabajadores, los servicios de logística en torno al Mercado y un sinfín de negocios ilegales y o clandestinos que se montan a su alrededor.

Todos conocemos además el contexto de vulnerabilidad social, falta de infraestructura y entramados criminales que se asientan en los barrios periféricos, en especial en El Mercadito, donde la ausencia del Estado llegó a tal punto que tuvo que intervenir la Defensoría del Pueblo ante el avance del narcotráfico y la violencia que se trasladaba a las escuelas.

Sin dudas es una zona de la ciudad que necesita una fuerte presencia del Estado que produzca un giro de 180 grados y permita un desarrollo económico y social.

Los terrenos del Mercado abren una oportunidad para ello. Ese centro de comercialización puede ser reubicado sobre la Ruta 36 o la Ruta 2, incluso sobre la avenida 520 en una zona más cercana a los productores y a la logística a través de la Ruta 6 o la futura autovía Presidente Perón.

Sobre las actuales hectáreas del Mercado pueden desarrollarse importantes inversiones inmobiliarias que generen empleo y una revalorización de toda la zona, con una conexión directa a la autopista La Plata Buenos Aires, a las localidades del norte de la Ciudad y a pocos minutos del centro.

Sin dudas hay que entrelazar esa inversión con el desarrollo de espacios públicos y con el UNLP, la UTN, el Polo Tecnológico y los grupos económicos de turismo y gastronomía. El desarrollo de un multiespacio residencial, cultural y turístico, en sintonía con la iniciativa Municipal de avanzar hacia la identificación como Ciudad del Conocimiento puede significar un salto cualitativo para una zona olvidada.

Seguramente surjan voces críticas y contrapuntos. Bienvenidos sean.

Necesitamos abrir el debate, proponer iniciativas, escuchar opiniones e intercambiar proyectos. Lo único que no podemos hacer es dejar las cosas como están.