jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº -1940

Información General | 4 abr 2019

No había antecedentes

En La Plata están instalando lugares de venta de paco, la droga de los zombies

Desde hace una semana el Ministerio de Seguridad bonaerense viene promocionando los operativos que realiza en el barrio San Carlos. El tema se instaló profusamente en los medios locales. Derribaron varios búnkers y hubo detenidos. Ayer mencionamos en este portal un dato del que nadie hace referencia: la vinculación entre los detenidos con una banda de la villa 1-11-14. Ahora podemos asegurar la peor noticia: la misma organización, comercializa "paco" a pocas cuadras de donde se realizan los operativos, y ya se pueden ver niños consumidores caminando como zombis, uno de los efectos característicos de esa droga, la de los más pobres y la que mata más rápido.


Las acciones que desarrolló la policía bonaerense en el barrio San Carlos fueron cinematográficas. Búnkers arrasados, traficantes detenidos, helicópteros iluminando por la noche el caserío humilde y de gente trabajadora donde se refugian los narcos, y mucha prensa, fotos y datos para las estadísticas.

Días antes, este cronista habían recorrido la zona con otro propósito que el periodístico, y había comprobado la presencia de la banda señalada por la cartera que dirige Cristian Ritondo. De noche, la zona estaba casi controlada por los “soldaditos” de una banda que se había instalado tiempo atrás. “Allí no entramos ni siquiera de día, el barrio ese ya no se puede caminar”, confesó a Info BLANCO SOBRE NEGRO un reconocido dirigente social con importante presencia en el oeste de La Plata. El diálogo había surgido de una entrevista que le realizábamos para publicar durante el próximo fin de semana, donde pensábamos informar que La Plata ya tenía otra zona liberada. O casi liberada, porque allí pese a todo pudimos charlar con muchas familias, y salimos de noche vivos y coleando para contarla.

En todas las entrevistas aparecía el problema del doble poder que coexistía en ese barrio (que no se llama Las Palmeras, señores editores) y que compartían entre narcos y lo que cada tanto se deja ver del Estado.

“No se le ocurra salir para el lado de cincuentipico, lo van a matar”, advirtió a este cronista un hombre maduro, integrante de la comunidad Qom, vecino de siempre . Es un lugar que hace una década era identificado por el resto de los platenses como “el barrio toba”.

Sucedió allí que “los paraguayos” que vivían del otro lado de una cancha de fútbol “comunitaria” fueron poblando ese espacio “vacío” y ahora la fisonomía del ex barrio toba es completamente diferente a la de otros tiempos, y parecida ahora a la de muchos sectores marginales del conurbano bonaerense.

Y llegó Ritondo con toda la pompa

“Gran operativo policial…” , “Fuerte intervención de la bonaerense en …” , y títulos de ese estilo estallaron en la mañana del miércoles pasado, tras un impresionante operativo de las fuerzas de seguridad que había dejado como saldo a varios detenidos , tal como publicamos en este portal en la nota La Plata: continúa la conmoción por el operativo antinarco y la banda estaría vinculada a vecinos de la Villa 1-11-14 .

Tras el nuevo escenario que dejó el operativo de la noche del martes, volvimos al lugar. Era evidente el impacto postivo que había causado la intervención policial en la zona. Las madres respiraban aliviadas: “Era insoportable vivir con miedo todo el tiempo. Acá la gente había dejado de salir a la calle cuando se hacía de noche, y los pibes se juntaban en algunas esquinas a drogarse todas la noches, y se escuchaban disparos cada vez que caía el sol”, contó una mujer aterrorizada ante la posibilidad de que mencionáramos tan sólo su nombre de pila, que era el único dato que teníamos. Ni la promesa de la confidencialidad absoluta alcanzaba para escuchar testimonios fácilmente.

Del otro lado de la 32

Todo lo que estamos contando, y que fue motivo de amplias coberturas periodísticas en varios medios de comunicación, tuvo lugar en el barrio San Carlos. Para que quienes conocen la ciudad se ubiquen, tomando calle 32, allí donde el asfalto se convierte en cráter, a la altura de 147 (hay un supermercado muy reconocido), hay que doblar a la izquierda.

Pero si algún agente raso, o un suboficial con ganas de progresar en la fuerza, o (digamos) un detective como los de las películas, doblara hacia la izquierda, podría (y de hecho, lo hacen) acercarse a lo que en la zona bautizaron desde hace 5 ó 6 años como “El Barrio Paraguayo”.

Había un baldío gigante que fue ocupado mayoritariamente por familias de esa nacionalidad, junto a otras de argentinos y migrantes provenientes de otros países. Abarca varias manzanas comprendidas por las calles 167 a 162 y de 528 a 526.

Pero la policía lo conoce bien. Hace meses cayó con todos los chiches y varios uniformados destrozaron infinidad de viviendas. Con gran espectacularidad, como siempre. “Al tipo que era la cabeza de la banda que controlaba el barrio, no lo agarraron, quedaron presos todos los giles”, nos contó un joven que mese antes había visto, según asegura, una escena siniestra: el jefe de la banda, vinculado a un líder narco que manejaba el tráfico en la 1-11-14 de la CABA (“que está preso pero maneja a todos”, según el entrevistado) tomó de los pelos a un niño de 4 años de edad, hijo de un transa, le colocó un machete en el cuello y se llevó el dinero que había ido a buscar. Códigos de la mafia, llanos, simples, conocidos, que no están en la agenda de la mayoría de los candidatos según parece.

Las anécdotas (que algún servidor público con ganas de luchar en serio contra esta droga podría recoger en el lugar) son infinitas. Involucran a la policía, y muchas de ellas relatan episodios ocurridos en allanamientos.

La más repetida es una que cuenta que "una banda de policías allanó a un transa que vendía cocaína. Ocuparon la casa y a medida que llegaban los pibes les vendían, en forma encubierta, bolsas con talco. Y cuando los comprados que habían sido engañados volvían a reclamar, los detenían. Enseguida, de acuerdo a esa versión, se acabaron las quejas por el talco que circulaba en bolsitas, y los uniformados se llevaron vaya a saber dónde a la droga secuestrada. Un clásico de todo el conurbano, como saben los colegas que hacen policiales y como conoce cualquier vecino de los barrios más marginados, esos que no paran de expandirse y de empeorar al calor de la crisis económica y social.

El paco y la Villa 1-11-14

La xenofobia está presente muy seguido en los titulares: “Violador paraguayo fue detenido bla bla bla” suele leerse. Es un debate recurrente en el periodismo y nunca saldado. En Info BLANCO SOBRE NEGRO tenemos como regla de estilo no mencionar las nacionalidades a menos que contribuyan a aportar contexto a una noticia.

En este caso ocurre esa situación, y es por eso que en esta nota reitera tanto ese gentilicio (“paraguayo”) pese a que parezca otra forma descalificadora de estigmatizar a muchos hermanos migrantes. Pero los lazos comunitarios, en este caso, hacen las veces de estructura vertebradora de la banda que proviene de la villa 1-11-14, ubicada en la capital federal

Ya lo advertimos ayer cuando dimos cuenta del operativo realizado en San Carlos. En este caso también es ineludible mencionar el nombre del barrio, aunque vale la pena aclarar una vez más que la inmensa mayoría de la comunidad paraguaya, no sólo de la zona oeste, sino de toda la Argentina es tan noble y trabajadora como cualquier otra. Parece de más aclararlo pero vienen bien las reiteraciones.

“Ya se ven pibes zombis"

Cuando volvimos a la zona luego del operativo mencionado que, como dijimos párrafos antes se realizó en una zona determinada (doblando a la izquierda de 32 en dirección hacia el oeste, por 36 bis y 150 ) nos encontramos con una sorpresa: de acuerdo a los testimonios de los vecinos y vecinas del barrio, muchos “fierros” y bastante “falopa” había sido llevada a otros puntos del gran Buenos Aires para evitar que en el operativo quedara en manos de las fuerzas de seguridad.

Nos lo explicó un referente comunitario histórico, que asegura estar muy preocupado por la llegada “de los soldaditos trasladados desde la 1-11-14”, según advirtió. “Desde fines del año pasado, además de merca (cocaína), marihuana o pepas (ácido lisérgico / LSD) los pibes más chicos que manejan el barrio (se refería a adolescentes bastante crecidos, no a niños chiquitos) empezaron a vender paco que traían desde allá. Usan la ruta 36, dejan una parte en Arturo Segui, y también traen algo para acá”.

Ante la sorpresa de Info BLANCO SOBRE NEGRO el hombre nos invitó a caminar el lugar por una calle de las laterales que separan al barrio de las manzanas antiguas (de las pobladas antes de la toma del baldío).

Claramente se veía un sinfín de chiquitos que a la hora de la escuela deambulaban como si fuera domingo. Nos pidieron “plata, plata, plata eh amigo, ¿tenés algo de plata? eh, me das plata, plata amigo”.

“Se mueren por alguna dosis, por favor publiquen esto que está pasando, a la noche el barrio se llena de zombis, el paco los está haciendo mierda”, nos aclaraba el acompañante. Por supuesto que de noche no volvimos, y no pudimos ni siquiera mostrar el lente de una cámara para tomar registro de la escena.

El lugar recuerda a cualquier otro en distritos con índices mucho peores que La Plata. No hay nada ni nadie de eso que hemos dado en llamar Estado. Y los testimonios sobre las ocasiones en las que actuó la policía nos dan qué pensar: tampoco ahí está del todo la solución.

¿Es el delgado municipal la clave para evitar que se instale el hábito de consumo de este veneno en La Plata? Parece que no: “Los delegados que hubo acá fueron uno peor que el otro, siempre, en esta gestión, en la anterior y en la anterior también” dice el compañero de recorrida. Además, nos da por pensar que si alguna autoridad comunal pidiera intervención a la policía lo más probable es que se repita lo que ocurrió en otros operativos.

Hagan algo

La frase sirvió de final para las entrevistas a vecinos y vecinas. Ninguno, obviamente, quiso que mencionáramos su nombre. La anécdota del machete, y del niño de 4 años tomado de los pelos es una buena explicación para irnos del lugar con lo que ya teníamos.

Ahora dejamos, a modo de conclusión: ¿alguien va a hacer algo? Es lo que nos pedían con un apretón de manos, o en cada beso de despedida: “Hagan algo”.

Si no se corta de raíz la oferta, el mercado de consumidores va a crecer exponencialmente, es de esperase, como en muchos lugares ocurrió. La conexión de La Plata a la ruta 36 por avenida 520, o a la altura de Villa Elisa, son dos puertas de entrada del paco a la ciudad. De hecho, los primeros casos que se registraron en este distrito fueron en la zona noroeste de este partido porque el consumo de diseminó por comercializadores que se instalaron en Segui provenientes del barrio Pepsi, ubicado en Florencio Varela.

No se trata de aislar a la ciudad, sino de no dejar abandonado el territorio del que se sirven las bandas. Y fundamentalmente de salvar vidas, que es lo principal que se llevan los mercaderes de ese veneno que atrapa y que demuele vidas en poco tiempo, y que recién asoma por La Plata. Que lo paren antes de que sea tarde, ese es el deseo de este portal y el motivo por el que se publica esta nota, la primera de otras que iremos aportando para que los responsables no digan nunca que no sabían.

Por Nicolás Harispe @nicolasharispe

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