viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº -1962

Información General | 1 may 2019

Entrevista

La mujer que perdió tres falanges por un accidente en una casa municipal confiesa: "Me cambió la vida"

Es vecina de La Plata, madre de dos hijos y viuda. Estaba trabajando (como cualquier día) en la Casa del Niño Ricardo Rojas y un accidente la transformó para siempre: al caer una cisterna sobre su mano, perdió la falange en tres dedos. Hasta ahora la víctima no recibió ninguna ayuda concreta. Tan sólo un gesto de ABSA que no conmovería a nadie: llevarle a la casa agua envasada, para que pueda evitar tener que ir a buscarla a un tacho gigante, como tiene que hacer a diario toda la comunidad de la zona.


“Esto le va a cambiar la vida”, comentamos al inicio del diálogo con Janette Bustos. “Sí, ya me la cambió”, respondió la mujer, víctima de la desidia de la delegación municipal y de ABSA.

Por estas horas, Janette no sabe cómo va a hacer para desarrollar sus tareas cotidianas, y se recupera en su casa. “El dolor que siento en la mano es insoportable, y lo peor es que permanece todo el tiempo”, contó a Info BLANCO SOBRE NEGRO.

“En la Casa del Niño tenemos una cisterna que puso ABSA por pedido de la Municipalidad, porque no teníamos presión en la red y no se podía consumir el agua. Era una instalación precaria y provisoria”, aclaró la entrevistada.

Y siguió relatando: “Fui a cargar agua, apoyé en un tronco el bidón que llevaba y se me cayó encima la cisterna. En un instante me arrancó tres dedos de la mano izquierda y me dejó atrapada entre un árbol y la cisterna, que estaba llena”.

“Lo que ocurrió es que estaba (la cisterna) sin cementar, apoyada sobre el suelo de tierra, que además estaba mojado y poco o casi nada firme, entonces la base se hundió y se vino en picada sobre mi cuerpo”, explicó.

Y confesó: “En lo cotidiano me cambió muchas cosas. Soy viuda y tengo dos chicos, así que para todas las tareas de la casa ahora dependo de la ayuda de amigos, de familiares o de otras personas”.

La víctima, hasta ese fatídico día practicaba voley y andaba en bicicleta. “Eso también se modificó”, contó a este portal, mientras guarda reposo en su vivienda y espera la evolución de su tratamiento médico. “Ojalá pueda hacer algo de lo que hacía, todavía no lo sé. Estoy tomando calmantes y antibióticos. Pero además estoy con la mano quebrada, porque un hueso de la palma no resistió el impacto”, detalló.

Con sólo 47 años la entrevistada tuvo que abandonar (ojalá que transitoriamente) las actividades del hogar y más aún las deportivas. Tampoco tuvo tiempo de preparar con su abogado la estrategia judicial para reclamar por el daño que le causó el accidente.

Nadie de la delegación municipal se acercó a ofrecerle ayuda. Tampoco de ABSA, que envió a una empleada “para tantear un poco”, de acuerdo a lo que observó la entrevistada. Luego se fue y no volvió nunca más.

“Es duro, y sumamente doloroso lo que me pasó. Desde lo físico y también desde lo emocional”, añadió en su relato Janette . “Me estoy haciendo las curaciones, y es un sufrimiento demoledor. También lo es , además del dolor físico, ver cómo está mi mano”. Por eso, nos contó que la primera vez que miró sus falanges mutiladas “fue muy fuerte”. Y agregó: “Impresionante”.

Por último, Janette concluyó: “Fue desidia, fue precariedad, se trabaja así, y lo peor es que nos acostumbramos a trabajar así”.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias