jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº -1940

Información General | 21 jul 2019

Opinión

Sobre la firma de las bases para un acuerdo económico con la Comunidad Europea

Por Hugo Robert, ex combatiente y Presidente del CECIM La Plata.


Se habla, y mucho en éstos días, acerca de la firma de las bases para un Acuerdo económico con la Comunidad Europea que deberá ser ratificado por cada uno de los Parlamentos a ambos lados del Océano.

Se discute acerca de los beneficios (o no) que traerá dicho Acuerdo, pero se pierde de vista que , como todos los acuerdos, a priori deben beneficiar a todos los integrantes del mismo.

También pareciera que se tratara del primer acuerdo que se firme con la C.E. Pues no es así.

En general ningún “Acuerdo” expresaría algo así como: Se acuerda que una de las partes se beneficiará a expensas de la ruina de la otra . Al contrario, lo indican las reglas de la diplomacia, todo será un hermoso y estudiado texto donde ambas partes resulten satisfechas. Como todo Acuerdo, sea de particulares, empresariales o de Comunidades y Mercados Comunes.

Hay excepciones. El Acuerdo Foradori-Duncan donde expresamente se lee “remover todos los obstáculos que impidan el crecimiento económico y sustentable de las Islas Malvinas” es un claro ejemplo de entrega de Soberanía y recursos. Mucho antes en el tiempo, el Pacto Roca-Runciman (1933) es reconocido por ser desde su texto, ruinoso para la Argentina.

Pero en general la letra intenta ser “diplomática”, como hemos señalado. El asunto está en quienes controlen el efecto de lo acordado y como se generan herramientas de seguimiento y control de los pormenores del Acuerdo que se firme.

Como ya dijimos, no es el primer acuerdo que firmamos con la C.E.

Acá nomás, a la vuelta de nuestra historia de democracia reinstaurada luego de la más terrible dictadura militar, la Argentina y la Comunidad Europea firmaron un “Acuerdo de Pesca”. Corría el año 1992 cuando en Bruselas el Canciller de entonces Guido Di Tella y el Secretario de Pesca Fernando Gutiérrez (gobierno de Carlos Menem, Ministro de Economía Domingo Cavallo)) anunciaba la concreción de un Acuerdo de pesca con la C.E.

En los años previos a la firma de este Acuerdo, que fue ratificado por nuestro Congreso en 1994 (Ley 24.315) y por el Parlamento Europeo en 1993, las industrias pesqueras de Europa se encontraban en crisis fundamentalmente por efectos de la sobrepesca de sus caladeros (zonas de pesca). La asociación con terceros países le suponía a los europeos la posibilidad de trasladar buena parte de su vetusta flota pesquera a mares más abundantes como el Atlántico Sur. Y vale acá una aclaración para los tiempos que corren.

Muy difícilmente una nación enriquezca exageradamente sus arcas a través de la pesca. Pero es ésta industria una generadora de mano de obra impresionante. Y allí estuvo centrado el objetivo de la C.E.: proteger las fuentes laborales de los esforzados pescadores europeos.

Veamos ahora algunos de los principales Objetivos del Acuerdo de Pesca firmado con la C.E. en 1992.

- Desarrollar una cooperación económica más estrecha entre ambas partes involucradas en el sector de la Pesca Marítima.

- Contribuir a la renovación y reconversión de la flota pesquera argentina.

- Explotación racional conjunta de los recursos a largo plazo.

¿Quién no estaría conforme con semejantes postulados?

Veamos ahora con mayor detenimiento, alguno de los resultados, a partir de la implementación del mencionado Acuerdo (año 1994)

- En 1995 al año de implementarse el Acuerdo, comenzó a hablarse de “sobrepesca en el Atlántico Sur”.

- Debido a falta de controles, se pasó de una pesca y procesamiento en el continente (valor agregado) a una pesquería netamente extractiva (pesco, congelo y me lo llevo sin procesar).

- La FAO (Naciones Unidas para la Alimentación) expresó su preocupación en 1996 y advirtió acerca de lo que sucedía con la pesca en el Atlántico Sur. Concluye con “No alcanza el pescado para tantos barcos” (Revista Redes).

- En 1997 el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero) señaló: “Un crecimiento notable de la captura con serios problemas sobre el stock de especies (merluza, calamar) y caída abrupta de la biomasa total”.

- En 1993, Fernando Gutiérrez, titular de la Secretaría de pesca, expresaba: “…se abre una gran perspectiva para la industria pesquera nacional” (Diario La Capital 21/09/1993). En 1997 y debido a la sobrepesca descontrolada se tomaron medidas para “salvar” la pesca. Se extendieron los períodos y la zona de la merluza ante la importante baja de la especie. Fue el principio del fin del Acuerdo.

- En 1997 la propaganda oficial abundaba en datos de exportación de la pesca y los incrementos en dólares producidos en el sector. Un gran cartel publicitario de entonces anunciaba: “ Multiplicamos la explotación pesquera. Grandes transformaciones Nacionales. Presidencia Menem” ( G. Colombo, Revolución Productiva, apertura externa y crisis de la pesca). La realidad de entonces era bien distinta. La sobreexplotación del recurso pesquero ponía al borde del colapso toda la sustentabilidad biológica del caladero.

- 28 de Mayo de 1999. Cesa la vigencia del Acuerdo con la Unión Europea por denuncia de Argentina, según lo permitía el Acuerdo como derecho de ambas partes.

Una vez más, como lo sostiene desde siempre el Dr César Lerena (experto en Pesca y alimentación), la pesca manejada desde lo económico y de acuerdo a las necesidades de política exterior, pasó a ser una “moneda de cambio” en lugar de un recurso estratégico que pertenece a todos los argentinos.

Se enriquecieron algunos privados que supieron “entrar y salir” a tiempo del negocio, la Comunidad Europea mantuvo a su plantel de trabajadores mientras la Nación Argentina cargó con el peso de una industria en decadencia, con pérdida de puestos laborales y con un mar depredado que derivaría en la Crisis de la Merluza (1997/2001)

En definitiva, un nuevo fracaso disfrazado de “apertura”.

Hoy, cuando se brinda por anticipado el nuevo Acuerdo con la Comunidad Europea, vale repasar éste antecedente y no caer en la vieja trampa de seguir deslumbrados por “espejitos de colores”. De Colón a la fecha, pareciera hemos aprendido poco.

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