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Pese al ocultamiento inicial de los medios hegemónicos, la gravedad de los sucesos en Chile ya es de conocimiento público. Desde el Partido Frente Grande de Argentina nos solidarizamos con la ola de protestas populares que se están dando en el país hermano de Chile. Mucho más que una protesta por el aumento de los trasportes, se trata de una expresión generalizada del hartazgo causado por el colosal proceso de concentración económica, ajuste neoliberal y creciente desigualdad, que han llevado a un sector pequeño de la población a ser muy rico y a la mayoría a ser muy pobre.

Hoy lo que vemos nos hace recordar al 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Argentina, una especie de rebelión popular frente a los tarifazos que no hace otra cosa que demostrar que el Pueblo no tiene paciencia infinita, hay un momento donde reacciona en defensa de sus derechos a una vida digna.

Tarde o temprano, la inequidad estructural del modelo chileno que las distintas administraciones vienen aplicando como legado de las profundas reformas neoliberales inauguradas por el dictador Augusto Pinochet, iba a encontrar la respuesta de un Pueblo moral y económicamente cansado de soportarlas. Y por eso, tarde o temprano iban a quedar en ridículo quienes proponían a Chile como un modelo a seguir.

Jamás aceptaríamos como ejemplar a un modelo donde persiste una educación privada y elitista y un sistema de relaciones laborales que en el 95% de los casos es regido por las condiciones impuestas por el campo patronal, sin injerencia ni participación de las organizaciones sindicales. Esa ausencia de reglas democráticas elementales nunca podría ser un modelo a seguir, como lo ha propuesto reiteradamente el actual gobierno argentino. El Macrismo no es muy distinto al que Piñera y los liberales aplican en Chile: destrucción de la industria, apertura de mercados, que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres; al pueblo se lo margina de las cuestiones básicas, de los servicios, de la salud, de la educación y ésta es la reacción popular.

Aquella admiración por un país con “buenos modales políticos”, donde “no existía la grieta” y reinaban las supuestas “políticas de Estado”, llegó a donde tenía que llegar una vez arribado el punto de quiebre de la paciencia popular. Paciencia enervada que, en la Argentina, ha encontrado un cauce institucional a partir de la esperanza generada por el Frente de Todxs.

Será el pueblo chileno con el que somos solidarios, el que tendrá que encontrar una salida a esta crisis y por supuesto los partidos políticos democráticos, progresistas, nacionales y populares esperemos que estén a la altura de los desafíos que la propia sociedad chilena movilizada le está reclamando.