Las deudas de IOMA con los acompañantes terapéuticos que prestan servicios para la obra social rondan los 300 mil pesos per cápita en muchos casos, sobre todo las de aquellos que no cobran desde 2018.

Los que tienen “la suerte” de haber cobrado hasta principios de año reclaman pagos que rondan los 200 mil pesos por persona. Todo ya fue facturado y los impuestos fueron tributados. Pero las autoridades les dicen en la cara a los trabajadores “ya nos vamos de la gestión” desde hace semanas.

En horas de la noche de este jueves, el titular del organismo, Pablo Di Liscia, se encontraba refugiado en su despacho, la salida estaba bloqueada, y una decena de efectivos de seguridad lo aguardaban para escoltarlo hasta la salida de La Plata.

Este viernes la protesta continuará, ya que los prestadores realizarán un acampe en la puerta. Calle 46 entre 12 y 13 está cortada desde ayer, y permanecerá así hasta que se resuelva la situación.

Este cuadro se repite en muchos organismos públicos, incluso en el municipio platense. En un año de intensa campaña, los recursos del Estado fueron a parar a publicidad y otros rubros muy poco transparentes.

El intendente Julio Garro, pese a que la comuna mantiene deudas como las de IOMA, utilizó dinero del fisco para recorrer canales de TV por cifras multimillonarias, y mantiene frondosas deudas con proveedores. Todo en un contexto inflacionario que licúa las deudas. Es como el título de la famosa película: “La Gran Estafa”.

Allí también se acercaron algunos prestadores de la obra social provincial a pedir que intercedan funcionarios de Salud (vale aclarar que muchos de los pacientes son platenses) y recibieron como respuesta que “el intendente los envió a trabajar para les elecciones de Boca”, donde apoya al candidato macrista Cristian Gribaudo.

Sin respuestas de ningún estamento del estado, los acompañantes terapéuticos aseguran que van a pelear por sus derechos. “Ellos quieren que judicialicemos el reclamo con algún amparo, pero sabemos que lo hacen para que se inicie un expediente que va a quedar durmiendo en un cajón, no tienen vergüenza”, concluyó Fernanda Corcuera, una psicóloga que dialogó con este portal.