Las privatizadas hacen pocas cosas, pero entre las pocas tareas que realizan hay dos: tomar ganancias y evitar invertir en mejoras, ya sea en relación al servicio que prestan como en cuanto a la atención a los usuarios cautivos que buscan ser atendidos dignamente.

Por eso siempre hay desbordes , quejas y discusiones. Además de pagar fuertes sumas en las oficinas hay que tener paciencia y respirar profundo.

“Para una cola de 150 personas había cinco empleados atendiendo”, detalló la mujer. Cuando llegó la cronista de este portal todo era caótico.

“Pedir la baja del servicio y realizar otros trámites sólo se puede hacer en forma presencial”, nos explicó un empleado, que también confesó que la falta de personal se debe al período vacacional y la empresa no contrata gente para cubrir las vacantes transitorias.

Un hombre que se presentó como “el Gerente” comenzó al mediodía a repetir a los gritos: “Hay muchos trámites que se pueden hacer online, los que puedan váyanse”, y un hombre de unos 40 años le contestó: “Entonces somos boludos los que estamos acá”. La respuesta no se hizo esperar y fue directa a los ojos del vecino: “Sí”, dijo el supuesto gerente con tono provocador. Tuvieron que alejar al vecino. Quedó esperando al “gerente” en la puerta para golpearlo. Dialogamos con él y se fue tranquilizando. Finalmente se retiró del lugar, ubicado en calle 7 entre 57 y 58.

En tanto, un agente de seguridad nos contaba que en 2018 “dos veces hubo protestas y terminaron rompiendo la puerta de entrada”.