viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº -1941

Información General | 4 ene 2020

Pipinas

Una historia sobre Loma Negra, Amalita Fortabat y el esfuerzo de una comunidad bonaerense

En 2003, un grupo de jóvenes de Pipinas (una pequeña localidad centenaria ubicada en el partido de Punta Indio, a 120 kilómetros de La Plata y a 170 de la Capital Federal) recuperó el edificio de un hotel que estaba abandonado, y comenzaron a desarrollar "el turismo de base comunitaria como estrategia de desarrollo sostenible, aprovechando la cercanía con la reserva de biosfera Parque Costero del Sur", cuenta una vecina de la zona.




La historia de Pipinas está profundamente ligada a Loma Negra, una de las empresas emblemáticas de la Argentina industrial que se consolidó durante el siglo pasado. La cementera, fundada por Alfredo Fortabat, terminó siendo vendida a una firma brasileña y la localidad sintió duramente el impacto de ese “negocio” entre empresarios.

“En nuestro caso, el punto de inflexión fue cuando se vació y después se cerró la cantera de Loma Negra, que era la principal fuente de trabajo que había en el pueblo. *Quedaron más de 60 casas desocupadas y la población cayó de los 3 mil habitantes a solo 900”* , cuenta a Info BLANCO SOBRE NEGRO Claudia Díaz, vecina de la localidad.

En 2003, la entrevistada junto a un grupo de vecinos y vecinas conformaron la Cooperativa de Trabajo Pipinas Viva, recuperaron un hotel histórico de la zona y lo pusieron a funcionar.

Pero hubo una historia previa que podría usarse a modo de resumen para contar la de toda la Argentina.

Muchos antes, en 1938, la empresa de capitales cordobeses Corcemar (Corporación Cementera Argentina), interesada en aprovechar los grandes yacimientos de conchilla de la región, llegó a Pipinas con mil obreros. En un año y medio construyeron la fábrica y el Hotel que ahora gestiona la Cooperativa de Trabajo Pipinas Viva, que integra Claudia.

La entrevistada cuenta que “la fábrica tenía su propia usina y el horno cementero más grande de Sudamérica” y agrega: “Para el suministro de material calcáreo contaba con canteras en una extensión contigua de 2.500 hectáreas”.

También relata que “trabajaba sin parar las 24 horas y elaboraba 2 mil toneladas de cemento y cal por día”, y recuerda que “empleaba a unas 350 personas, todas habitantes de Pipinas”.

Claudia remarca en la charla con este portal que “esas familias edificaron sus casas con créditos y otras facilidades de la mano de Corcemar”, y explica que “de esa manera nació y creció Pipinas”.

Hoy, el Hotel Cooperativo Pipinas es todo un símbolo de aquella época. En verdad, un recuerdo, ya que no hay empresarios ni grandes capitales que lo administren.

Pero pese a todo, el hotel está en pleno funcionamiento, ampliaron la red de colaboradores y cooperativistas organizados, y trabajan en la construcción de un Hotel Escuela Cooperativo en conjunto con la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI).



Los años de oro, y de cemento

Pipinas fue fundada el 13 de diciembre de 1913 con la llegada e instalación de la Estación del Ferrocarril. El 4 de mayo de 1939 enviaron desde el lugar – con destino a la ciudad de Buenos Aires – la primera bolsa de cemento de la planta.

Cuando la fabrica Corcemar estaba en su apogeo construyó una iglesia para la comunidad, y a sus empleados les proveía consultorios médicos, regalos para las fiestas e incluso garantizaba los arreglos que necesitaban las casas.

La empresa se involucraba en la vida social del pueblo por medio del Club Corcemar, un centro recreativo que brindaba a los empleados, familias e invitados, canchas de fútbol, una pileta de natación, un polideportivo techado, y un cine y una confitería muy concurridos.

Además, la empresa organizaba y respaldaba un equipo de fútbol de la liga regional, y auspiciaba una colonia de vacaciones. Se forjaba así una pequeña sociedad que vivía al amparo de la fábrica y cuyos jefes de hogar habían sido elegidos casi todos por la empresa.

En 1991 el gobierno nacional decidió quitar el subsidio al combustible que le proveía a la fabrica Corcemar. La firma Loma Negra, entonces el rival principal de Corcemar, compró la fábrica y comenzaron los despidos en masa. Los obreros con más antigüedad fueron jubilados con el 80 por ciento de su sueldo. Otros fueron trasladados o indemnizados.

Durante la entrevista con Info BLANCO SOBRE NEGRO, Claudia Díaz cuenta cómo se vivía ese momento. “El neoliberalismo había calado hondo. El barrio Corcemar había sido derribado y las familias que vivían ahí tuvieron que emigrar. Las máquinas de cine fueron extraídas de la sala y tiradas al basural con el pretexto de construir baños para la inauguración de la nueva calera Loma Negra. En el pueblo se esperaba la llegada de Amalia Lacroze de Fortabat. También se dejó sin uso el Hotel, que fue desmantelado, y parte del Club”.

“La fábrica sólo producía cal y *quedaban apenas 28 empleados cuando Loma Negra, alegando una caída en la demanda y pérdidas de 5 mil dólares por día, anunció el cierre total el 17 de mayo de 2001. Si bien era previsible, tuvo un fuerte impacto emocional para la comunidad”, explica Claudia.

Dos años después, en julio de 2003, un incipiente grupo de jóvenes de Pipinas se fue organizando colectivamente, y luego se convirtió en Cooperativa de trabajo Pipinas.

Un relevamiento que hicieron en ese momento arrojó un resultado muy triste: más de 60 casas desocupadas y una población reducida a unos 900 habitantes. De ellos , el 30 por ciento vivía principalmente de su jubilación, el 15 % de su indemnización, y otro 30 % recibía el Plan Jefas y Jefes de Hogar . La tasa de desocupación rondaba el 65 por ciento

“En este pueblo ya no cabía pensar que alguien que no fuera de habitante de acá se interesara en nuestra suerte. A no ser que se resignara a desaparecer y perder su estilo de vida, Pipinas debía salvarse por el esfuerzo de su comunidad”, remarca la entrevistada a modo de reflexión y de balance.

Luego recuerda aquel momento: “Pensamos en el lugar que nos vio crecer: el hotel y club de la vieja cementera. Fue así que conformamos una cooperativa de trabajo que ganó el respaldo del pueblo. Los comerciantes donaron dinero para comprar el pliego que nos permitió presentarnos y ganar una licitación pública. La cooperativa tomó posesión del predio y del Hotel en el año 2004,y puso manos a la obra. Juntó conocimientos, recursos, esfuerzos y sobretodo dedicación”.

Gracias a ese impulso, lograron , abrir un camping en el fondo del predio, con oferta de alojamiento en casa de familia, y pusieron a funcionar la pileta del Club. “Entonces, logramos que nos visiten los primeros turistas, que logramos captar gracias a la publicidad que la cooperativa hacía, y por notas que aparecieron en diarios nacionales y especializados”, detalla la entrevistada.

Cuenta otro socio de la cooperativa que “a pesar del esfuerzo la primera parte del año fue difícil” porque “se necesitaban recursos y era difícil conseguirlos”.

“Se realizaron extensas reuniones y se intensificó la promoción del lugar, y como resultado, en septiembre de 2005, se firmó un contrato con la empresa Tesur S.A. (una división de Techint), para alojar a los operarios que trabajaban en la zona”, recuerda el vecino de la localidad.

La ganancia de aquel negocio fue toda invertida en el Hotel, refaccionaron las 18 habitaciones y los espacios comunes (lobby, pasillo, salón comedor, parrilla y cocina) , hicieron la instalación eléctrica completa, y pintaron todos los ambientes y el exterior, además de instalar nuevamente toda la cañería de agua y gas. También compraron camas, colchones, almohadas, y todo lo necesario para brindar un buen servicio de hotelería.

“Como consecuencia de la inversión, sin precedentes, se movilizó el empleo en la localidad”, cuenta con énfasis la entrevistada. y agrega: “Desde comienzos de el 2006 las tareas de refacción y remodelación del edificio del hotel se intensificaron hasta lograr lo que nos parecía un tiempo antes una utopía. *El 15 de enero de 2006 pudimos reinaugurar en el edificio del ex Hotel Corcemar, el actual Hotel Pipinas”.*

Cualquiera que dialogue con algún vecino de Pipinas escuchará cuánto valoran en el pueblo aquella conquista.

Doce años más tarde el público sigue yendo al hotel, y no es difícil entender por qué. Allí cualquier visitante puede elegir alguna de las 16 habitaciones y 50 plazas que ofrece a precios muy razonables. Es alegre, pintoresco y está alejado de la ruta, ideal para descansar o desconectarse.

“Lo que hacemos es comercializar la tranquilidad”, dice Claudia, y cuenta a al cronista de este portal: “A los turistas les servimos comida casera a precios razonables, como todo lo que ofrece en el restaurante. También ofrecemos visitas guiadas por la zona”.

Por último, la vecina que nos recibió luego de un viaje breve y muy llevadero señala que “el renacimiento de Pipinas no se limitó a la cooperativa” y que “paralelamente con ella fueron desarrollándose otros micro emprendimientos”.

Desde el 2013 la localidad está incorporada al programa de Turismo Comunitario “Pueblos Turísticos “de la Secretaría de Turismo de la Provincia de Buenos Aires. Además, vale destacar que la Dirección de Turismo Municipal impulsa una red de emprendedores turísticos en la localidad.



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