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Información General | 18 abr 2014

Opinión

Aniversario de CHA: La cruzada contra los estigmas y la discriminación

Gentileza de Gonzalo Martín


Ilustración: Pablo Motta

La Plata, 16 de Abril- Un día como hoy del año 1984, en la discoteca Contramano, se realizó la primera asamblea abierta que creó a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). En ese encuentro se redactó un texto de presentación de la organización y se estableció como objetivo primario y de emergencia luchar contra la represión y los edictos policiales heredados de la dictadura militar.

Nuestro país había retornado a la democracia y la primavera alfonsinista exhibía sus fuertes contradicciones y una especial desidia por la comunidad gay. Aunque el repliegue de los militares a los cuarteles permitió la reapertura de muchos bares y discotecas, en muchas de ellas se vivían fuertes razzias.

En esa asamblea fundacional de la CHA se designó una comisión directiva presidida por Carlos Jáuregui, quien llevaría las riendas de la comunidad hasta el año 1987. Jáuregui fue un militante de los derechos humanos y un activista por la igualdad de derechos de la comunidad LGBT.

Cuando finalizó sus estudios de Historia consiguió una beca y siguió su carrera en Francia; allí, pudo ver que la igualdad de derechos no era utopía: “fue el motor que decidió mi posterior militancia en el movimiento gay porque, a partir de ese momento, yo empecé a pensar que en la Argentina había que hacer algo”*.

Tras su regreso al país, empezó a entrever cómo era posible organizarse como comunidad, para construir un movimiento político claro que pudiera llevar adelante diversas reivindicaciones. Paralelamente, en el mundo comenzaba a hablarse una nueva enfermedad que “atacaba a homosexuales” (lo que más tarde sería el Sida). Entonces, se lo denominaba el “cáncer gay” o “la peste rosa”.

“Si el hecho de ser homosexual afecta a quienes lo son es a causa de la falta de derechos, de la discriminación y la marginación a la que somos expuestos injustamente”, repetía Jáuregui frente a las cámaras de televisión, buscando barrer con los discursos estigmatizantes que perpetuaban la exclusión y la segregación.

Su prédica irritaba, incomodaba y despertaba el odio de numerosas personas que aún señalaban con el dedo inquisidor a los gays, considerándolos enfermos, pecadores, herejes o inmorales.

Uno de los peores momentos en la vida de Jáuregui fue la muerte de su pareja, Pablo. El fallecimiento de su gran amor no sólo significó una profunda depresión, sino que lo expuso ante una realidad concreta: “De todas las discriminaciones, la que a mí me ha tocado padecer en forma particular es el desamparo legal”.

Jáuregui, el primer activista en poner su nombre y apellido, en poner el cuerpo y bancarse todas las críticas, fue uno de los tantos militantes que no llegó a vivir un momento bisagra en nuestro país: la sanción de la Ley Nacional Nº 26.618, que modificó el Código Civil y habilitó el casamiento civil a parejas del mismo sexo. Luego de tantas luchas, el derecho a la igualdad llegaba al matrimonio.

*Todas las declaraciones de Carlos Jáuregui fueron extraídas del sitio oficial de la Comunidad Homosexual Argentina (http://www.cha.org.ar/).

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