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Información General | 19 nov 2014

Cáncer de piel

El protector solar no garantiza el cuidado de la piel: advierten sobre los riesgos de su mala aplicación

Los expertos señalan que se usa poca cantidad, no se distribuye en todo el cuerpo ni se renueva con la frecuencia necesaria. Difundirán mensajes de prevención en playas bonaerenses y habrá controles gratuitos en hospitales de la Provincia.


El sol empieza a sentirse y con él las ganas de acomodarse en la reposera y tomar algo de color. Pero más allá de los efectos estéticos y placenteros, la radiación solar es la principal causa de cáncer de piel y envejecimiento cutáneo.

Por eso, los expertos del ministerio de Salud de la Provincia insisten en tomar recaudos y en que la mayor parte de la gente se coloca “poco y mal” los protectores solares.

Ponerse bronceador al lado de la pileta no sirve para nada ¿Por qué? La jefa de dermatología del hospital provincial Rodolfo Rossi de La Plata lo explica así:

_“Por empezar, el bronceador no protege, debemos usar un producto con protección solar factor 30 o más, colocarnos 30 gramos – unas dos cucharadas soperas -, todas las zonas expuestas media hora antes de exponernos, porque ese es el tiempo que el medicamento necesita para hacer efecto”.

Si bien ya no está de moda “achicharrarse” al sol como lo hacían las jóvenes de los años 80, muchos buscan un tono caribeño a fuerza de aceites, autobronceantes y peligrosos experimentos caseros.

Para los expertos del ministerio de Salud de la Provincia advierten que nada de eso protege la piel y hay que tener en cuenta que el daño solar es acumulativo e irreversible.

Por eso, el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, anunció que “este verano vamos a recorrer las playas con una fuerte campaña de concientización, porque la exposición solar es causa de cáncer de piel y contamos con la información necesaria para prevenirlo”.

Es que la piel tiene memoria y la radiación acumulada es irreparable porque penetra hasta el ADN de las células. Con el correr de los años ese daño se manifiesta, primero, con engrosamiento de la piel, manchas que no se van con nada, arrugas tempranas, falta de brillo y elasticidad.

En el peor de los casos, será el origen de un cáncer que puede irrumpir a partir de un lunar que cambia o de una pequeña herida que no logra cicatrizar. En cualquier caso, habrá que ir al dermatólogo.

Lo ideal sería no tomar sol desde las 10 de la mañana hasta las 16, porque los rayos caen verticalmente, con mayor fuerza y poder nocivo. Pero si de todas formas no podemos evitar exponernos en esas horas calientes, el protector es el mejor aliado siempre y cuando se lo use como corresponde.

Muchos se lo colocan solo en la cara, hombros y apenas en el resto del cuerpo. “Hay que tomarse el tiempo para cubrir toda la superficie de la piel con una buena cantidad de protector solar y prestar atención a las orejas, espalda, empeine y al dorso de las manos, que suelen ser las zonas más olvidadas”, agregó Arrozpide.

Por otra parte, todos los protectores requieren renovación cada tres horas. No obstante, si uno transpira, se mete al agua, se pasa una toalla o se quita la remera se lo estará sacando, de modo que habrá que volverse a poner.

Pero no todos tenemos el mismo riesgo bajo el sol.

A mayor blancura, más chances de quemaduras, lesiones y, a largo plazo, cáncer. “Hay seis fototipos: el primero es el de peor tolerancia al sol y corresponde a las personas muy blancas, rubias o pelirrojas, con pecas y ojos claros que nunca se broncean sino que se ponen rojos, se queman y ampollan”, explicó la especialista.

En el otro extremo están las personas de piel, ojos y cabello negros, que son los de menor riesgo.

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