viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº -1941

Información General | 4 may 2014

¡Piu Avanti!

La obra de Almafuerte puesta en escena por artistas platenses

Proyecto ECCE HOMO / CONSTRUCCIÓN ALMAFUERTE se incluye en otro más amplio que busca establecer los cruces posibles entre el lenguaje teatral y los edificios emblemáticos de la ciudad de La Plata. El mismo comenzó en el año 2013 con una intervención teatral de la Casa Curutchet que se denominó “El espacio indecible” bajo la dramaturgia y dirección de Nelson Mallach y Roxana Aramburú. En esa ocasión, a través del planteo dramático, se buscó establecer un diálogo con el campo de la Arquitectura a través de la única vivienda familiar que diseñó el maestro suizo Le Corbusier para América.


La Literatura, y dentro de ella la poesía de Almafuerte, se consolida en este nuevo proyecto como nuestro eje de interés ante la posibilidad de intervenir la casa de la calle 66 entre 5 y 6 en donde el poeta murió en el año 1917 y que es hoy Monumento Histórico Nacional, el primero de esta índole sito en nuestra ciudad. Vale destacar que en mayo de 2014 se cumplirán ciento sesenta años de su natalicio, por lo que consideramos que este proyecto se incluye en la serie de homenajes que se llevarán a cabo para dar cuenta de la importancia del gran vate en la cultura americana.

Entendemos que en el cruce de lenguajes el poeta puede ser releído, reinterpretado. La teatralidad aporta la posibilidad de hacer “presente” lo pasado, transformando lo histórico en actualidad. Nos permite abordar la multifacética personalidad de don Pedro B. Palacios, recuperar su legado, dar cuenta de su valor poético y de su impronta en la vida social de los argentinos de entre siglos y en particular, en la de nuestra ciudad.

Consideramos que el poeta tuvo un derrotero poético y biográfico vinculado con la falta de reconocimiento y su consecuente penuria económica, hechos que lo signaron durante toda su vida. Ahora bien, después de fallecido comenzó a operarse una construcción casi mítica sobre su figura.

Aparecieron desde 1918 y hasta la mitad del siglo XX innumerables textos críticos sobre su obra y aproximaciones biográficas que no se condicen con el único libro que Palacios llegó a publicar en vida en el año 1906, Lamentaciones. Por eso, entendemos al vate como una construcción póstuma, tanto en el aspecto poético como en el biográfico, que buscó instalarlo en el campo cultural argentino a través de una operación exitosa teniendo en cuenta tanto la bibliografía existente como el registro audiovisual, ya que valoramos la película de Luis César Amadori, protagonizada por Narciso Ibáñez Menta, como prototipo de dicha operación.

Trabajar sobre el universo poético de un autor implica una decisión de registro y de abordaje. Ante esta cuestión decidimos alejarnos de la convencionalidad del género vinculado con el recitado o la declamación. Por el contrario, si bien aceptamos el material poético como basal de nuestra propia construcción establecimos que la recitación, tal como se entendía en el contexto de Almafuerte, debía ser resignificada. Y en este camino, el poema nos dio la clave para dar cuenta de la poesía con los cuerpos. Esto implicó trabajar sobre la concentración de los materiales con un criterio sintético en donde el movimiento debía operar como la palabra en el registro poético.

Encontramos un correlato de la “unidad verso” en lo que denominamos “secuencia corporal poética”. Cada una de estas tenía que ver con lo que proponían los poemas y, asimismo, la biografía de Palacios, porque, en él, su vida y su obra son un todo entreverado. Una vez consolidadas estas secuencias depositamos los textos poéticos sobre la acción pura, como un lugar en donde las palabras fueron a reposar con un sentido identitario.

Así transitamos por Trémolo, Vigilias amargas, Cantar de cantares, Vade retro y La hora trágica entre otros. Pero no sólo eso, también los tropos poéticos se insertaron en la corpo-versificación teniendo la metonimia, la metáfora, la comparación y otras figuras su protagonismo en el desarrollo de las escenas.
Cabe señalar también que nuestro proyecto intenta dar cuenta del abanico de voces que, paradójicamente, dieron vida a Almafuerte después de muerto. De ahí que acudimos al registro audiovisual e incluimos una proyección que incluye relatos diversos sobre la figura del poeta: su última biógrafa, un historiador analizando el vínculo de Almafuerte con Ramón L. Falcón y el dramaturgo de este proyecto leyendo La sombra de la patria (pieza fundamental de la poética almafuertiana) y encontrando también un cruce entre su familia y Palacios.

Asimismo, como se trata de teatro, se planteó la intervención de la secuencia audiovisual por parte de los actores incluyendo cuatro voces significativas de la cultura platense del primer cuarto de siglo, personalidades “variopintas” que se vincularon de alguna manera con nuestra ciudad: Álvaro Yunque, Ignacio Braulio Anzoátegui, Faustino Brughetti y Antonio Herrero. Nuestra intención fue plantear el arco de voces más amplio posible sobre la figura del maestro sin tomar partido por ninguna postura y dejando abierta esa decisión porque consideramos que Almafuerte fue una y todas esas voces a la vez.

La inquietud de Almafuerte ante la vida se traduce en él como movimiento. Rastreamos los puntos residenciales del poeta durante su vida en la ciudad y encontramos que antes de la compra de ésta, su última casa, vivió en al menos cinco domicilios. En alguna ocasión la mudanza tuvo que ver con el asedio de los curiosos y/o admiradores de su obra. Una mesa y seis sillas destartaladas eran todo su mobiliario y con ellos pasó de rancho en rancho hasta afincarse en la avenida 66. Justamente, ese movimiento inquietante definió la utilería de la obra ya que consideramos que la escenografía se constituyó a priori en el marco que el Museo aporta al espectáculo. Y siguiendo el criterio de síntesis poética, una estructura de hierro, un baúl, un banco y algunos libros viejos conformaron en nuestra puesta la metáfora de esa falta definitoria del poeta. Una estructura de hierro que se reformula a lo largo de la obra en mesa, escritorio, cama, umbral, camarín de la virgen, monolito y escenario. Objetos que, con la premura del que escapa, transitan por la casa con el sentido de “mudanza” abriendo en su disposición microescenarios en donde se van desarrollando los cuadros de la pieza. Esto no sólo traduce al poeta en la ciudad sino también en su peregrinar bonaerense cuando lo ocupaba la tarea de maestro. Recordemos que en 1896 se lo deja cesante por falta de título habilitante.

El vestuario también estimula al convite poético. Da cuenta de un aspecto basal de Almafuerte: su misticismo. Sólo la lectura de El misionero vale el vestuario de Cristina Pineda. Justamente este poema, que algunos consideran el mayúsculo del vate, sólo aparece en el espectáculo metaforizado en el vestuario.

Queremos agregar por último, que este abordaje dramático de los espacios públicos se vincula con el deseo primario de colaborar en la conformación y consolidación de una identidad ciudadana. Si bien consideramos que la casa y la personalidad de Almafuerte cuentan con un amplio reconocimiento, entendemos que el formato de un espectáculo teatral de estas características contribuirá a que el pasado sea revisitado desde la acción de los cuerpos latentes revitalizando de esta manera al “mito”.

Hemos comprobado en la Casa Curutchet que la población de nuestra ciudad que asistió al espectáculo desconocía en gran parte el interior de la edificación. Por proyección, podríamos asegurar que otro tanto pudiera estar ocurriendo con el Museo Almafuerte. Entendemos, entonces, que la retroalimentación entre nuestra actividad y el mundo del poeta puede abrir posibilidades para ambos y, por transitividad, un beneficio para el campo cultural de nuestra ciudad.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias