Imagen: Daniel Santoro : “La lucha de clases”
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Sin embargo, con la mejora de los niveles de ocupación laboral registrados en este siglo, y merced a la apertura de la discusión paritaria en todas las ramas de la economía, esa herramienta de lucha fue transformándose en una pieza auxiliar de los grandes gremios.

Por lo bajo, los caciques sindicales se solazan viendo con qué poco esfuerzo los sectores de izquierda, que critican y cuestionan con empeño al modelo sindical tradicional, sirven de ariete a los grandes jefes gremiales en la tarea de lastimar al gobierno nacional, o por lo menos intentarlo.

Paradojas: el paro fortalece a los sindicalizados que perciben salarios mayores a 15 mil pesos, aquellos que Marx alguna vez caracterizó como parte de “la aristocracia obrera”.

Pero el cancel, la barrera humana, corre por cuenta de grupos que están en las antípodas del sindicalismo péronista , y que en empresas como Lear sufrieron en carne propia la crudeza del padrón, la rosca con la patronal, el macartismo, y el principio cuasirreligioso hecho máxima en aquello de “Los sindicatos son de Perón” .

Habría que preguntarse en relación a esta alianza antigubernamental que ya tuvo estreno en paros y paritos anteriores: ¿quién gana más de los dos polos?

Pero por sobre todas las cosas: ¿Cómo decir después sacando pecho y levantando el puño cerrado, o en ve (según cada caso), que una huelga fue exitosa si por los cortes no se puede mensurar el nivel de adhesión a la medida?

Quien firma esta nota nunca escuchó alguna explicación acabada sobre esta paradoja tercermundana. Sólo dilatadas sarasas, retórica superficial, relatos salvajes y una mueca de picardía que se parece mucho a la que hacía brillar el viejo lobo de metal Lorenzo Miguel. Paradojas.

Carla Albornoz
@Carla80laplata