Quienes nos identificamos como progresistas y trabajamos a diario por una ciudad más justa e inclusiva, desde una mirada de género y con perspectiva de Derechos Humanos, en la promoción y garantía de acceso a derechos para todas y todos, estamos convencidos de que la difícil hora del país requiere tomar decisiones claras. Ya en el año 2015 alzamos nuestras voces y manifestamos que no compartiríamos ninguna alternativa electoral con Cambiemos, dejando en claro que los problemas que presenta el capitalismo actual no se resolverían con las viejas recetas políticas del liberalismo económico. Porque no es posible decirse progresistas y acompañar una opción electoral que representa las ideas neoliberales y de privilegio para unos pocos. Así lo demostraron sus gestiones, hundiéndonos en la deuda externa más grande de la historia de nuestro país, lo que provocó una enorme crisis económica y social. Gobiernos que, además, despreciaron a la Universidad Pública reformista, aquella bandera del 18 que nos identifica y tanto nos enorgullece. Hace años que el país ha mutado del bipartidisimo al bifrentismo, por lo que se torna necesario jerarquizar la razón para no caer en alternativas funcionales a quienes gestionaron contra los intereses de la Nación y de nuestro pueblo. Se puede desarrollar el progresismo y su identidad, confluyendo con los sectores nacionales y populares. Nuestro mandato de coherencia histórico nos marca que en esta coyuntura actual debemos tomar la decisión de integrarnos como progresistas al Frente de Todos. Porque creemos en la coherencia de los ideales, sostenemos en alto las banderas del progresismo: Igualdad Social, Justicia, Independencia, Soberanía y Estado Presente. Bregamos por la construcción de espacios de convivencia, sanando las heridas que dejaron los años de intolerancia; y marchamos hacia adelante, por el bienestar de una Nación independiente y solidaria, con paz, trabajo, soberanía y democracia participativa. Por eso, acompañamos el proceso que persigue el fin de poner al país y a la provincia de pie. Por Betina Rolfi