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Información General | 10 oct 2015

Publicado en Miradas al Sur

Emilio Pérsico: "Necesitamos un millón de unidades productivas"

El abastecimiento local y la calificación de la producción artesanal forman parte de las propuestas del secretario de Agricultura Familiar (SAF) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Emilio Pérsico, para hacer más competitivo al sector. Entrevistado por CampoSur, el funcionario destacó la importancia de acrecentar la presencia de unidades productivas en el campo entre los objetivos pendientes para potenciar al sector.


Pequeño productor, campesino o simplemente compañero, como más le gusta identificar al sujeto que es actor y destinatario central de sus políticas, Pérsico tiene la particularidad de conocerlo no sólo como funcionario, sino también como un agricultor más. Él mismo fue pequeño productor de frutas y hortalizas en La Plata, hasta que asumió la gestión. Pondera al campesinado, un sector al que considera que históricamente fue “ninguneado” por las políticas públicas hasta la llegada al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner.

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación constituyó “un bastión de la oligarquía agropecuaria argentina”, desde donde ejecutaba las políticas diseñadas previamente por las organizaciones que representan a los grandes productores. Desde su llegada a la Subecretaría, primero, luego Secretaría de Agricultura Familiar, Pérsico trabajó para darle espacios de gestión a las organizaciones de campesinos, pequeños productores y de los pueblos originarios. Por ese lado arrancó la entrevista.

¿Cuál es la caracterización histórica que, como secretario, hace del sector?

–Hubo un proceso con tres invasiones al campo. La primera fue la colonial, la ocupación territorial de América. Una segunda invasión, que fue la oligárquica, con la toma de tierras por parte del Ejército Nacional y su posterior repartija para un nuevo sector social terrateniente: la oligarquía, con una forma de producción agropecuaria muy extensiva y especulativa, no vinculada a la productividad sino a lo financiero. La tercera es la del mercado, donde el campo adquiere una muy alta productividad ligada a la política neoliberal. El mercado invade el campo argentino, desde las producciones extensivas hasta las intensivas de las economías regionales; el vino, la alfalfa, la oliva o el azúcar, todas desarrolladas en función del mercado.

Este proceso produce un tercer desplazamiento del campo y una modificación fuerte de la realidad agropecuaria argentina. De ahí salimos y se inicia una etapa con la llegada de Néstor y Cristina al Gobierno, donde aparece otro proceso económico que integra nuevos actores que conforman “el otro campo”. Surge como un nuevo sujeto social y económico, centralmente el de la Agricultura Familiar. Estamos hablando de un campo con productores viviendo allí: Éste sostiene la soberanía nacional a partir de la ocupación territorial; implica la construcción de justicia social, porque democratiza al campo y genera nuevos actores en el proceso económico. También constituye autonomía y soberanía alimentarias, no sólo nacional sino además local y regional, como forma de contrarrestar esta idea del neoliberalismo con lugares ricos y periferias pobres.

A partir de ahí se abre un proceso, primero de visibilización de ese sujeto, después de comprensión de sus características, y el siguiente paso es el de las políticas públicas específicas para ese sujeto.

¿Cómo fue el proceso de cambio de las políticas públicas para este sector, desde las más asistencialistas, como el Programa Social Agropecuario, a otras más estructurales?

–En Argentina no hubo una política de reforma agraria por esas tres situaciones que se concretaron a sangre y fuego. Este sector no tiene la dimensión cultural, ideológica y política que tiene en otros lugares de América latina donde sí se llevó a cabo, dando origen a un campesinado. En Argentina, los procesos populares fueron hechos más por los obreros y los trabajadores urbanos que por el campesinado. El neoliberalismo, cuando encuentra conflictos sociales intenta una política de subsidio y control social. El camino es la búsqueda de resolución a los problemas estructurales. Como dice el Papa Francisco, la Reforma Agraria en América latina no es una necesidad, sino un deber moral de los gobiernos.

Por ejemplo, en Argentina se hizo una reconversión del sector vitivinícola, con la inversión de capitales extranjeros para varietales de calidad, un sector que no vivía en la estancia sino que la usaba como quinta de fin de semana. En lugar de hacerlo con créditos, generando arraigo con el productor de Cuyo como protagonista. Ese capital generó un desplazamiento, y en parte trataba de paliar esa situación social. Al mismo tiempo existió una resistencia fuerte de los sectores del campo que les permitió mantener ciertas producciones.

Hay que lograr que el campesino transforme la venta de sus producciones en salario digno. Cuando vemos lo que se lleva el productor del precio final del kilo de yerba, hay una diferencia muy grande. Achicar ese margen es aumentar el salario de los compañeros. Es la idea del fifty-fifty de la que hablaba (el ex presidente Juan Domingo Perón, con el 50% del producto bruto para los trabajadores. En nuestro caso debiera ser que la mitad del precio de venta de las manzanas o de la leche termine en el productor; y ése es el trabajo que hay que realizar. Nosotros decimos que hay que industrializar la agricultura familiar, donde el compañero sea parte de ese proceso de producción.

Los agricultores familiares pueden competir en dos lugares: uno es el abastecimiento local, y la mejor experiencia son las más de 500 Ferias Francas que hicieron los productores como resistencia al modelo neoliberal. Y el otro aspecto es en la producción artesanal y con los alimentos frescos, que hoy tienen un valor importantísimo en el mundo.

HERRAMIENTAS PARA EL SECTOR

A juicio del Secretario de Agricultura Familiar, el mejor momento para los productores del sector fue cuando existían los mercados concentradores, disueltos por la ley de liberalización del mercado del ex ministro de Economía Domingo Cavallo. “Europa tiene un solo mercado concentrador de frutas y hortalizas conectado electrónicamente, es el de Ámsterdam. En San Pablo hay uno que es referente para América latina; no hay control porque el mercado está liberalizado, lo que no genera ni buen precio ni sanidad”.

“En frutas y hortalizas hay que volver al mercado concentrador y tiene que estar en manos del Estado y de los productores”, sentencia Pérsico. Tenemos el programa Municipios Sustentables de abastecimiento local; eso genera desarrollo local. De lo contrario, los recursos son absorbidos por la Ciudad de Buenos Aires y se generan asimetrías con periferias pobres”.

Considera que “ésa es la sintonía fina de la que habla Cristina y es un desafío pendiente. Es el único camino para que Jujuy se autoabastezca de leche y genere agricultores familiares; es una locura que la leche recorra 1.200 kilómetros promedio. Cada una de las cadenas de producción tiene que tener su respuesta económica con el objetivo del abastecimiento local y la alta calidad. Por ejemplo, en Monteros, Tucumán, estamos logrando el abastecimiento local de pollos. Si Europa tiene el jamón de bellotas, nosotros podríamos tener el jamón alimentando al cerdo con harina de algarroba, un forraje natural en todo el monte argentino.

¿Cuáles son los desafíos pendientes para el próximo gobierno?

–La Reforma Agraria Integral, las tres “T” de las que habla el Papa, tierra, techo y trabajo, para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena luchar por ellos.

No hay posibilidad cuando la variable tierra se concentra y encarece; el mercado hizo subir su precio para que sólo algunos tengan acceso a ella. Para que la Argentina sea estable y segura socialmente tiene que tener una estructura con, por lo menos, un 25% de población rural. Hoy tenemos 350 mil producciones, de las cuales aproximadamente 250 mil son de la agricultura familiar. Necesitamos un millón de producciones en el campo, eso implica cinco millones de puestos de trabajo y la descongestión de muchas ciudades y villas.

Eso sólo lo puede hacer el Estado. Sabemos que es muy difícil, se necesita a las organizaciones populares, para transformar y dar vuelta la Argentina en términos productivos. La mayoría de los1.500 asistentes al II Encuentro Mundial de Movimientos Populares realizado en Bolivia era del campo. Repito lo que dijo el Papa, ahí está el germen del “buen vivir”; y en la Argentina, centralmente, se tiene que hacer en el campo. Es el cambio estructural y es la etapa que viene.

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