

Para reclamar asistencia a los miles de comedores y merenderos populares que dejaron de recibir asistencia del estado, distintas organizaciones volvieron a expresarse a través de una nueva Fila del Hambre, la tercera desde que les cerraron las puertas desde el Gobierno.
Desde hace diez meses, la ministra de Capital Humano de la Nación, Sandra Pettovello, resiste a los reclamos de la sociedad civil y de la justicia, que le ordenó que entregue los insumos y pese a ellos se mantiene firme en su decisión de no hacerlo.
La protesta del martes pasado convocó a miles de personas porque hubo un acuerdo entre todos los movimientos para unir sus voces.
En ese marco, juntaron sus fuerzas en una sola protesta la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), encabezada por Alejandro "Peluca" Gramajo, Territorios en Lucha y el Frente de Lucha Piquetero.
"Desde el gobierno no obtuvimos ninguna clase de respuesta. Obviamente, vamos a seguir con nuestros reclamos, porque los excluidos de este modelo la están pasando cada vez peor", dijo Daniela Torres de la UTEP Evita.
"Vamos a seguir en la calle luchando, no nos vamos a quedar con la negativa de este gobierno, que en estos diez mese de gobierno ha profundizado esta situación de hambre", agregó.
Por otra parte, explicó que su organización está "acompañando en todas partes los reclamos populares", por ejemplo "el de la comunidad universitaria".
"Habrá más protestas como la de la fila del hambre, pero también otras que se realizarán con diferentes modalidades", aclaró Torres de cara a los que resta del año.
Sobre los comedores de la UTEP y la demanda creciente de alimentos entre vecinas y vecinos de los barrios donde funcionan, la dirigente platense expresó: "No nos podemos quedar con la cara de la familia que viene y se va con la olla vacía".
Por eso, aseguró que el reclamo a la ministra de Capital Humano continuará "hasta que el gobierno dé alguna respuesta" y agregó que "no hay un escenario en el que la protesta vaya a aflojar, todo lo contrario"
"El miedo más grande, por lo menos en lo personal, es ver la cara de una vecina cuando viene y no la podemos ayudar, ese es nuestro miedo más grande, no la persecución ni las amenazas del gobierno. Pueden hacer con nosotros lo que quieran, pero ante ese dilema, el de darle una mano a una familia o no poder ayudarla, está lo que verdaderamente nos quita el sueño y nos moviliza todos los días", concluyó.