jueves 29 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Política | 24 may 2025

Miradas

Cuando los políticos no hacen política. La lucha del poder por el poder


Por: Gastón Landi

La escena electoral de Buenos Aires desató en los últimos tiempos un sinfín de idas y vueltas, compromisos que terminan siendo enfrentamientos, para volver luego en forma de propuestas mejoradas. Así, nuestros dirigentes recurren todo el tiempo a posicionarse en una personificación que va más allá de la propia política, un alter ego que se profundiza gracias al poco criterio del electorado. Ya lo vimos recientemente, luego de las elecciones de Capital Federal, cuando varios dirigentes se encontraban contando las horas y los minutos para ser parte del acotado programa político del Gobierno Nacional.

¿Cuáles son los principios de los dirigentes de hoy? Todo da a entender que no poseen ningún criterio ético para desempeñarse en la función pública y que divagan todo el tiempo en especulaciones que generan temor e incertidumbre en la población. Una psicosis que viene arrastrando al electorado a pensar, una y otra vez, si se beneficia en algo con esto, qué motivos hay para seguirlos, y al ver tanta insensatez, la sociedad ha respondido con una baja participación en los comicios. El problema subsiste de un ideario político que no propone nada concreto y más bien se dispone a negociar un capital humano deteriorado que le fue encontrando la vuelta al pueblo.

Estamos en presencia de una élite que corrompe todo el tiempo la conciencia de los ciudadanos, que edifica un marco donde puedan reinventarse constantemente sin problemas. El PRO y La Libertad Avanza, el Cristinismo y los aliados de Axel, radicales con algo de coraje y una izquierda enojada con el mundo de 1960, son el ejemplo, entre tantos, de un panorama muy desalentador.

Algunos, por la desesperación de no perder la silla del Estado, otros por peleas internas, marcan un camino estrepitoso que toma de rehén a la gente, que ya no encuentra más incentivo en la política. El problema es hasta qué punto el pueblo podrá seguir cargando con el daño de décadas de incumplimientos, donde ni siquiera lo básico es ya elemental para los dirigentes. No existen propuestas; solo chicanas que evidencian un vacío de contenido nunca antes visto, producto de una degradación de la cultura argentina de la que nadie asume la cuenta.

Los días pasan y las problemáticas sociales siguen esperando a que los políticos se acomoden al tiempo que ellos quieran. Inseguridad, falta de empleo, precios desbordados, las consecuencias de deudas millonarias de las que simbólicamente nos hacen responsables, describen un clima de desgobierno mezclado con dirigentes inútiles para la función. Este costo seguramente siga cayendo sobre un pueblo que se encuentra desmoronado por la imprudencia corporativa del Estado.

Ante la desilusión con la clase política, la ciudadanía posee herramientas cruciales para el control, especialmente frente a los candidatos que buscan el poder. Más allá del voto, la participación activa en la veeduría y fiscalización de sus promesas y actos de campaña es esencial, exigiendo transparencia y coherencia en sus propuestas y discursos. Es vital demandar acceso a la información sobre sus antecedentes y financiamiento, para que sus palabras coincidan con sus acciones y recursos. En última instancia, la conciencia y el criterio del electorado son el poder más grande para premiar la ética y penalizar el vacío de contenido, transformando la apatía en una exigencia activa que obligue a los candidatos a ser genuinamente responsables.

 

 

 

 

 

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