

En la última década, el concepto de entretenimiento en Argentina ha experimentado una gran transformación. Mientras que el fútbol sigue siendo una obsesión nacional y la televisión tradicional domina todavía muchos salones, una nueva forma de entretenimiento digital está en auge: los deportes o videojuegos de competición. Lo que antes se consideraba una subcultura de nicho se ha convertido en una industria multimillonaria con implicaciones para el empleo, la educación, los negocios y la identidad nacional.
De hecho, ya hay casas de apuestas como https://www.bet777.es/ que permiten apostar a los distintos eventos de las disciplinas de deportes electrónicos que existen. Se prevé que este fenómeno no deje de crecer, ofreciendo una oportunidad de ocio a un gran número de personas.
Argentina no solo asiste a esta transformación, sino que se está convirtiendo en un actor regional clave. Con equipos profesionales, audiencias masivas en plataformas de streaming y acuerdos de patrocinio corporativo que llegan al país, los deportes electrónicos se han convertido tanto en un movimiento cultural como en un sector económico viable.
Este artículo explora cómo los deportes electrónicos están creciendo en Argentina, los retos a los que se enfrentan y por qué pronto podrían convertirse en una de las industrias juveniles más importantes del país.
Los deportes electrónicos son juegos competitivos organizados, a menudo con jugadores profesionales, patrocinadores, equipos y espectadores. Títulos populares como League of Legends, Counter-Strike: Global Offensive, Valorant, FIFA y Dota 2 atraen a millones de espectadores en plataformas como Twitch y YouTube.
En todo el mundo, los deportes electrónicos generan más de 1.500 millones de dólares anuales. Aunque Argentina todavía no tiene ingresos tan masivos, su parte del pastel está creciendo rápidamente. Según la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos (ADVA), más de 19 millones de personas en el país juegan a videojuegos, y casi el 30% participa regularmente en contenidos competitivos o torneos.
La escena de los deportes electrónicos en Argentina comenzó a formalizarse a principios de la década de 2010 con torneos de base y la formación de equipos amateurs. Hoy, ese ecosistema incluye organizaciones reconocidas internacionalmente como 9z Team, Isurus Gaming y Furious Gaming.
En 2022, 9z Team saltó a los titulares al convertirse en el primer equipo latinoamericano en clasificarse para el Major de Counter-Strike, derrotando a escuadras europeas y estadounidenses bien financiadas. Su éxito demostró que el talento argentino puede competir -y ganar- en la escena mundial.
Ahora se organizan torneos durante todo el año, en La Rural de Buenos Aires, en campus universitarios e incluso en centros comerciales. Estos torneos suelen ofrecer premios que oscilan entre unos cientos y decenas de miles de dólares, respaldados por patrocinadores como Logitech, Coca-Cola y empresas de telecomunicaciones.
Lo que hace especialmente relevantes a los deportes electrónicos es su huella económica en múltiples sectores:
En resumen, los e-sports no son sólo entretenimiento: son un pilar económico emergente, especialmente para los menores de 30 años.
Más allá de las cifras, los deportes electrónicos están cambiando la forma en que los jóvenes argentinos se relacionan, se expresan y ven el futuro. Para muchos, ver los videojuegos o seguir a su equipo favorito de deportes electrónicos ha sustituido a la televisión tradicional. En lugar de Messi o Di María, los jóvenes admiran a jugadores como Frankkaster o Try, que retransmiten para audiencias de cientos de miles de personas.
Twitch se ha convertido en un centro cultural, con streamers argentinos como Ibai Llanos (originario de España, pero enormemente popular en Latinoamérica) que organizan partidos de famosos, tertulias y actos benéficos que llegan a millones de personas.
Los deportes electrónicos también fomentan la inclusión de la comunidad. Pueden participar jóvenes de todas las procedencias, independientemente de su geografía o nivel de ingresos. Todo lo que se necesita es un teléfono inteligente, un ordenador portátil y una conexión a Internet.
A pesar de su impresionante auge, el sector de los deportes electrónicos de Argentina se enfrenta a retos estructurales y sociales:
No todas las regiones de Argentina disfrutan de Internet de alta velocidad. Muchas zonas rurales siguen estando excluidas digitalmente, lo que limita el descubrimiento de talentos y la participación del público.
La industria sigue estando poco regulada. Los contratos entre jugadores y equipos pueden ser vagos o injustos, y hay pocos precedentes legales para las disputas. También se necesitan políticas más estrictas para proteger a los menores en la industria.
Muchos jugadores profesionales dependen de patrocinios o premios. A diferencia de los empleos tradicionales, los ingresos pueden ser volátiles. Desarrollar modelos de financiación y beneficios a largo plazo es esencial para hacer de los e-sports una opción profesional estable.
Aunque la opinión pública está mejorando, algunos siguen tachando el juego de «pérdida de tiempo». Además, las presiones de la competición constante, el rendimiento y la exposición online pueden provocar problemas de salud mental, especialmente entre los jugadores jóvenes.