

El Arzobispo de La Plata, Monseñor Gustavo Carrara, encabezó este sábado el Jubileo de las Parroquias de la ciudad en la solemnidad de Corpus Christi, del que participaron el intendente Julio Alak y el jefe de Gabinete comunal, Carlos Bonicatto.
La celebración, que incluyó espacios de catequesis y confesiones, comenzó en la Plaza San Martín con la exposición del Santísimo y un breve momento de adoración eucarística, y continuó con la tradicional procesión de Corpus hacia la Catedral.
Encabezó la marcha la Cruz del Jubileo, seguida por los estandartes de cada una de las parroquias presentes, miembros del clero y una multitud de vecinos y vecinas que acompañaron con devoción.
Una vez en el templo mayor, el arzobispo monseñor realizó la bendición con el Santísimo Sacramento y presidió la Misa Solemne de Corpus, en la que se dio gracias por la vida de todas las comunidades.
"Hoy unimos a la celebración de la solemnidad de Corpus Christi, la celebración del Jubileo de las Parroquias de la Arquidiócesis de La Plata. Y lo hacemos bajo la consigna: ‘Peregrinos de la esperanza, en Cristo somos uno’”, destacó Carrara.
“Peregrinos de la esperanza es el lema del jubileo que convocó el Papa Francisco y que estamos celebrando, y en Cristo somos uno, hace referencia al lema episcopal del Papa León XIV”, agregó.
“Hoy Jesús Eucaristía salió a nuestro encuentro, al encuentro de nuestra ciudad, se expuso a nuestra mirada, y con fe lo adoramos. Y como pueblo de Dios hicimos la procesión de Corpus Christi, fuimos detrás del Cuerpo eucarístico de Jesús Resucitado. Así confesamos mientras caminamos que: ¡Vive Cristo, nuestra esperanza!. El Señor se queda realmente presente bajo la humilde apariencia del pan”, señaló el arzobispado.
Además, Carrara recordó: “desde aquella última cena, la Eucaristía es ese milagro de amor que acorta las distancias, y que hace a Jesús realmente presente, para que nos alimentemos de Él, y para que lo adoremos”.
"En muchos lugares de nuestra Arquidiócesis hay adoración eucarística. Es realmente una bendición, una gracia, pero es importante alejar algunas tentaciones que pueden aparecer. No adoramos para ‘cumplir’ y quedar bien con nuestra conciencia, o para gozar de una armonía interior meramente estética, sino que lo hacemos para buscar y hallar la voluntad de Dios. Adoramos a Jesús en la Eucaristía para sintonizar con sus sentimientos, con sus opciones, y recibir su invitación a estar al servicio de su misión. La adoración eucarística tiene así una dimensión apostólica, una dimensión misionera”, añadió.
“Como parroquias, como Iglesia entre las casas de los vecinos, como comunidad de comunidades, hoy en la procesión de Corpus Christi confesamos que en Cristo somos uno. Y así el amor de Cristo se hizo presente en las calles de la ciudad. De algún modo se representó una parábola de lo que como cristianos deberíamos procurar que ocurra en la vida cotidiana, en los lugares donde transcurre nuestra vida”, enfatizó Carrara.