lunes 14 de julio de 2025 - Edición Nº 29.188

Opinión | 13 jul 2025

Congreso de la Nación

Villarruel, la heroína en este lio

La guerra de siempre.


Por: Gastón Landi

Hace apenas algunos días nos vimos una escena totalmente fuera de serie: el escándalo del senado, envuelto en una disputa que iniciaba como consecuencia de otra. El tema en cuestión era el aumento de las jubilaciones y las leyes sobre discapacidad, temas muy resonantes de la fibra más íntima de la sociedad argentina.

Pero en esta empecinada búsqueda de no querer hacer frente a un reclamo histórico, el presidente Javier Milei, en su obstinada manera de señalar lo que no le gusta, puso la cuestión en términos de una guerra donde él es la víctima. Además, hace unos días, el presidente anunció a modo de burla que vetaría e incluso judicializaría la medida, dejando clara su postura de darle la espalda a los jubilados.

La rencilla entre ambos dirigentes, Javier Milei y Victoria Villarruel puede cobrar sentido viéndola desde diferentes focos; por un lado, podemos ubicarla en términos ideológicos y, por otro lado, dentro de una posición de poder dirigencial; aunque tal vez pueda haber una tercera. Si nos remontamos al inicio político de los dos como fórmula, ninguno provenía de algún espacio partidario; la integridad de la fórmula fue lo que moldeó un poco su futuro. Ya en el congreso se los pudo ver con distintos matices: por el lado de ella, bastante concurrente, y en cuanto a Milei, poco participativo tanto en la promulgación de leyes como en apariciones.

Quizás eso demuestra un poco que tienen diversos modos de encarar la actividad estatal, en las formas, uno con mayor apego al Estado que el otro. Un dato de color también es, en esta primera descripción, que la vicepresidenta aclaró en más de una ocasión en ese lapso que se considera “patriota”, que al venir de vínculos castrenses se la puede considerar una nacionalista. En cuanto al presidente, a veces cambiante, aunque redundante en delimitados términos ideológicos, expresó su postura liberal-libertaria, es decir, más vinculado al no-Estado, algo que sería totalmente contrario al pensamiento de su vice.

En el segundo plano, está lo que llamo el poder dirigencial, que se encuentra en disputa todo el tiempo. Para eso hay que remontarse a la fórmula presidencial: ahí se pudo ver a una Victoria Villarruel que recorría el país junto al partido Demócrata (espacio que presidía en ese momento) dar sentido a un armado propio, pero que, ante el ojo más crítico, no quedaba muy claro. Por separado, Milei no solo hacía actos por su cuenta, sino que delegaba en su hermana el armado de las listas, tachando a aquellos que no les gustaba y sin hacer parte alguna decisión a su futura vice. Esto claramente se trasladó a las listas donde el porcentaje de candidatos de uno y de otro se notó fuertemente, hasta incluso con denuncias de por medio de dirigentes que quedaban afuera sin respuesta alguna.

Hoy, con los dos en el gobierno, la historia escaló de menor a mayor en poco tiempo, comenzando con un despliegue de distintos funcionarios del ala mileísta que señalaban como extraña a la vicepresidenta.

En tal sentido, esa vorágine dio el puntapié cuando Villarruel visita a María Estela Martínez de Perón, un hecho que fue considerado un error por el presidente y un acto totalmente al estilo peronista por sus seguidores.

También su buena relación con los senadores creó un clima negativo dentro del espacio; llegaron a tildarla de coquetear con el kirchnerismo, al margen de que su labor parlamentaria es tener el equilibrio justo para resolver las cuestiones del recinto. Se cargaron contra ella por permitir aumentos de las dietas y no frenarlos, alegando que estamos en tiempos de sensibilidad económica.

Desencuentros, idas y venidas, acusaciones: un combo donde el único que se perjudica es el pueblo, la pelea entre dos artífices de un espacio que deja en claro que el poder es el valor más preciado. Hoy la tensión cobró definitivamente el sentido de una guerra, al explotar el senado con la sesión que trataría el aumento de los jubilados y las cuestiones de discapacidad. La vicepresidenta jugó su carta y salió a tratar en sesión estos temas con el aditamento de que luego fueron aprobados, para otorgar un poco de alivio a los tan esperanzados jubilados. Esto desató una ira gigantesca en todos los fanáticos del presidente, también en varios funcionarios como Patricia Bullrich, que atacaron con bajos argumentos el accionar de la vicepresidenta, que minutos más tarde dejó en claro que actuó en efecto, dada su condición parlamentaria.

Estamos en tiempos muy difíciles en cuanto a la institucionalidad; el nacimiento de líderes incompletos, sumado a la costumbre histórica del enfrentamiento presidente-vice, terminan por opacar la calidad democrática que tanto nos costó a los argentinos. Las ideologías extremas han destruido hasta la capacidad de ver qué lugar ocupa cada funcionario en el Estado y, en consecuencia, si ese actúa en beneficio del pueblo. No existe posibilidad alguna, hasta en el más obsecuente, de creer o hacernos creer que un simple aumento y una ley para personas con discapacidad son el motivo para hacer caer un gobierno.

La posición de la vicepresidenta responde por ideología, claramente, pero a su vez es ejemplificadora de su rol por presidir el senado y la demostración de hacer la política que muchos esperan. En tanto, el presidente ha nublado su visión, sumida por el ego y la insensibilidad, que no le permiten ordenar en su cabeza lo que significa hacer una buena política para todos.

 

 

 

 

 

 

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