

Por: Gastón Landi
Tras las conversaciones iniciales para apoyar al ejecutivo y su búsqueda de herramientas como la Ley Bases, así como el conocido Pacto de Mayo —que, sin embargo, terminó siendo totalmente opuesto a lo planeado en cuanto al consenso—, un frente de gobernadores que tenía cierta sintonía con el oficialismo decidió empezar a configurar lo que, a priori, parece un centrismo interesante. Seis figuras clave lo integran: Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Carlos Sadir (Jujuy), Claudio Vidal (Santa Cruz) y, más recientemente, Gustavo Valdés (Corrientes). Juntos, representan la nueva cara de un fenómeno que hacía mucho no se daba: un "acuerdo federal".
Este espacio emerge en un contexto de extrema polarización, resultado directo de la incapacidad del gobierno nacional para establecer un clima de pragmatismo con las demandas provinciales. Esta situación ha impedido a los gobernadores acceder a los fondos que les corresponden, deteriorando gravemente la situación de la obra pública. Según datos oficiales, la inversión pública en obras ha sufrido una caída estimada entre el 70% y el 100% en diversas provincias del territorio argentino.
Lo interesante es que esta respuesta, y la forma en que se produce, aporta un aire fresco a la política argentina. Confluyen diversas miradas: el peronismo fuera del kirchnerismo, el radicalismo de gestión, un PRO no alineado y un sindicalismo respetado por el mundo de los trabajadores.
Además, este grupo ha demostrado cierto liderazgo emergente, sugiriendo posibles futuros candidatos presidenciales. De momento, el centro de la escena lo ocupa el gobernador cordobés Martín Llaryora, quien no solo ha cuestionado las políticas nacionales, sino que desestabilizó el argumento del oficialismo al otorgar una jubilación mínima de $700.000 pesos junto a bonificaciones para los jubilados.
En segundo lugar, Maximiliano Pullaro no solo viene de obtener buenos resultados electorales, sino que se encamina a reformar la Constitución de su provincia, en un debate contra las estructuras políticas tradicionales.
El resto de los gobernadores acompaña con optimismo, sin perder el foco en los reclamos de sus habitantes frente al embate del gobierno.
Si bien esto es apenas un indicio, todo muestra que en el futuro puede aparecer un nuevo modo de ver la política, donde se combinan el querer hacer, el equilibrio de voces y la tercera vía. La democracia tambaleante de nuestro país exige, a la brevedad, nuevas actitudes de gobernantes que no se alejen de la pacificación y que programen un modo de hacer política cercana a la gente, enfocado en temas relevantes.