

La Fibrosis Pulmonar Idiopática (FPI) sigue siendo un gran desafío para la medicina actual. A pesar de los avances terapéuticos y diagnósticos, continúa presentando dificultades en su identificación temprana y manejo clínico, especialmente por la baja especificidad de sus síntomas iniciales. En ese contexto, es fundamental el papel de la comunidad médica en la promoción del conocimiento actualizado, el abordaje multidisciplinario y la educación continua.
En Argentina no se dispone de cifras oficiales pero como la FPI es una enfermedad que suele presentarse en personas mayores de 60 años, se estima que la cantidad de individuos diagnosticados continuaría aumentando debido a una esperanza de vida más prolongada y a un diagnóstico más temprano y preciso, gracias a mejoras en las técnicas disponibles.
La Fibrosis Pulmonar Idiopática se produce cuando el tejido del pulmón se daña progresivamente y cicatriza, tornándose más grueso y rígido. Si bien en la mayoría de los casos no se conocen las causas, sí existen factores asociados con ella y son los siguientes: tabaquismo, exposición prolongada a contaminantes o polvos ambientales o laborales, infecciones pulmonares virales o bacterianas, ciertos medicamentos como algunos antibióticos, antiarrítmicos, anticonvulsivos; enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE); y predisposición genética.
“Tal vez el mayor desafío sea el diagnóstico temprano. Las manifestaciones clínicas pueden ser comunes a muchas enfermedades respiratorias, por lo cual es importante identificar a los pacientes con factores de riesgo para desarrollar dicha enfermedad. Una de las opciones sería aprovechar la nueva estrategia de cribado de cáncer de pulmón en la que se realiza una TAC con baja radiación para detectar la presencia de alteraciones intersticiales, quizá así podamos llegar más temprano al diagnóstico”, explicó la médica María Otola, Neumonóloga y Coordinadora de la Sección de Enfermedades Pulmonares Intersticiales de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Signos de alarma para el diagnóstico
Es clave estar atentos y consultar si se observan estos síntomas persistentes:
En América Latina, los datos disponibles revelaron que el retraso diagnóstico promedio es de aproximadamente un año, lo que enfatiza la urgencia de una detección precoz. Logarlo en sus primeras etapas puede marcar la diferencia en el manejo clínico y en la calidad de vida de los pacientes.