martes 9 de septiembre de 2025 - Edición Nº 29.188

Por: Gastón Landi

El pasado domingo fue testigo de un encuentro electoral en la provincia que bajó los decibeles a una campaña mezclada entre ataques, hechos de corrupción y soberbia. Claramente, esto no se trasladó al electorado, que acudió a votar por encima de lo esperado, sintiendo la necesidad de poner un freno a una política desmesurada e incontrolable.

El 7 de septiembre se desarrollaron en la provincia de Buenos Aires las elecciones legislativas de medio término para elegir nuevos funcionarios para ocupar las bancas tanto en diputados como en senadores y concejales en todos los municipios. Con una participación del 61%, el espacio diagramado por el gobernador Axel Kicillof y Cristina Kirchner, “Fuerza Patria”, se quedó con el triunfo en una elección que desde el oficialismo daban como ganada. En ese sentido, si bien el eje central era el regreso del Peronismo a la senda de la victoria, hay algunos matices que dejaron en claro que el panorama nacional puede volverse aún más tenso.

Javier Milei eligió un salón de fiesta platense donde tiempo atrás había dado un acto para su militancia, aunque esta vez no se pudo ver ningún fanático en las inmediaciones. Pasada la información oficial del centro de cómputos de la provincia, el presidente decidió hablar en un discurso que arrancó bien, pero concluyó tan mal como los resultados.

La incógnita era justamente su discurso, pero también se pudieron notar algunos gestos que llamaron la atención. En primer lugar, arriba del escenario se encontraban funcionarios de su gabinete como Patricia Bullrich, el ministro Luis Petri, el ministro Mario Lugones, Manuel Adorni y Karina Milei; pero la sorpresa fue la aparición por primera vez de Santiago Caputo tan de cerca en un acto.

Además de que esto llamó la atención dado que suponía un nuevo acercamiento a las denominadas "fuerzas del cielo", el otro centro fue el esquivo saludo de Milei a Martín Menem, a quien dejó pagando y hasta ni siquiera miró. Esto indica que pase lo que pase, hay un indicio claro de cambios en la estructura de La Libertad Avanza: una incorporación y una eventual salida. Tampoco no se vieron arriba del escenario, aunque sea, a los candidatos locales.

En cuanto al discurso, el presidente arrancó demostrando la posibilidad de un mea culpa cuando reconoció la derrota, la reorganización del peronismo y el débil pragmatismo político. Pero, fiel a su estilo, minutos después, en un sentido totalmente opuesto, el mismo dijo que esta derrota no supondría un cambio de timón, sino que avanzaría de manera más drástica y extrema con su programa político, sobre todo con el déficit fiscal.

De cara a octubre, el destino de nuestro país es incierto. Restará ver cómo funcionan los mercados luego de esta elección. Por lo pronto, sabemos que lejos de encontrar una forma en donde confluyan las necesidades de la gente y el modelo económico, el presidente no ve con buenos ojos centrar un nuevo horizonte. De darse una nueva derrota en las próximas elecciones quedará en claro que el panorama para el 2027 aún sigue vacante, y que lejos de estar atornillado al fanatismo pregonero de éxitos, la pérdida puede ser peor, trayendo de nuevo a un peronismo rearticulado bajo el mando del gobernador bonaerense.

 

 

 

 

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