El 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, establecido en 1994 entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Alzheimer’s Disease International (ADI).
"El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que, en la gran mayoría de los casos, no tiene un origen estrictamente genético y suele desarrollarse en personas mayores de 55 años. A esta forma se la conoce como Alzheimer esporádico o de inicio tardío. La neurodegeneración comienza afectando al hipocampo, la región del cerebro vinculada a la memoria, lo que provoca dificultades para recordar hechos recientes. Con el avance de la enfermedad, se ve comprometida también la corteza cerebral, generando otros trastornos cognitivos que impactan en la vida cotidiana del paciente", informó el sitio #Investiga, de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
En una publicación realizada este viernes, en el mencionado portal explicaron que "existen muchas medidas de prevención frente a las demencias", y que 1 de cada 3 casos en el mundo podría evitarse.
"Uno de los enfoques más reconocidos es el método FINGER, desarrollado en Finlandia, que propone una estrategia integral para cuidar el cerebro y la salud en general. Este método combina una alimentación de estilo mediterráneo adaptada a cada persona, la práctica regular de actividad física, el control de la salud cardiovascular y la realización de ejercicios cognitivos junto con actividades sociales. En cuanto a la actividad física, se recomienda un mínimo de 150 minutos por semana, incluyendo ejercicios de fuerza, equilibrio y resistencia. Estas medidas, sostenidas en el tiempo, no solo reducen el riesgo de desarrollar demencia, sino que también mejoran la calidad de vida. En este mismo sentido, en el último congreso internacional de Alzheimer llevado a cabo en Toronto, se presentaron los resultados del estudio US POINTER realizado en EEUU amplió y convalidó el reporte Finger", señaló #Investiga.
También aclaró que existen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para esa enfermedad, y detalló: "Entre los no farmacológicos, el pilar fundamental es la contención del paciente por parte de sus cuidadores. Esto implica priorizar vínculos afectuosos, atender a las emociones, evitar la confrontación y, sobre todo, reconocer la historia de vida y el entorno de cada persona, respetando su identidad y singularidad".
Sobre los tratamientos farmacológicos, explicó que "se utilizan principalmente combinaciones de inhibidores de la colinesterasa y moduladores del glutamato, como donepecilo, rivastigmina, galantamina y memantina", y que "recientemente se han incorporado anticuerpos monoclonales que, junto con un adyuvante que estimula al sistema inmune, actúan de distintas maneras: ya sea inhibiendo las enzimas que producen el péptido beta-amiloide —responsable de formar las placas características de la enfermedad— o bien favoreciendo la desintegración de esas fibras una vez que las placas ya se formaron".
"Uno de los primeros signos del Alzheimer es la afectación de la memoria episódica, es decir, la capacidad de recordar hechos recientes. Por ejemplo, la persona puede no recordar qué desayunó ese mismo día, incluso aunque se le dé una pista. Además, pierde la posibilidad de incorporar nuevos recuerdos. En la práctica, esto se traduce en que el paciente olvida y, luego, no logra recuperar lo olvidado, lo que genera cierta repetitividad en sus conversaciones o acciones. A medida que la enfermedad avanza, pueden aparecer episodios de desorientación, y en etapas más severas el paciente llega a perder el reconocimiento de su entorno", publicó #investiga.
Al respecto, en la mencionada nota se menciona: "El Alzheimer no sólo impacta en la vida de quien lo padece, sino que también transforma profundamente la dinámica de toda la familia. Por eso, la primera recomendación es asegurar una adecuada asistencia al paciente, lo que incluye preparar a los familiares mediante psicoeducación para que puedan acompañar de manera informada y contenida los cambios que se producen con la enfermedad. Al mismo tiempo, es fundamental promover el autocuidado de quienes asumen el rol de cuidadores, ya que la sobrecarga crónica puede afectar seriamente su salud física y emocional. La psicoeducación cumple aquí un papel clave, no solo para brindar herramientas prácticas y legales que garanticen el acceso pleno al tratamiento, sino también para favorecer espacios de apoyo terapéutico, tanto individual como grupal, que resultan esenciales para el bienestar de todo el entorno familiar".