lunes 1 de diciembre de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 30 nov 2025

Homenaje en clave paleontológica

Identificaron a una nueva especie de reptil prehistórico y en honor al CONICET la bautizaron "Telkaralura coniceti"

Un grupo de paleontología identificó al Telkaralura coniceti, una nueva especie de reptil de 235 millones de años hallado en la provincia de La Rioja, y lo nombraron en homenaje al principal organismo de ciencia argentino. El estudio revela nuevas claves sobre el origen de los cocodrilos y destaca el valor de las colecciones fósiles para descubrir especies ocultas.


Por: Nicolás Camargo Lescano

Hay especies que parecen “esquivar” a los paleontólogos. Como si, incluso extintas, quisieran permanecer un poco más en las sombras de la prehistoria, resistiendo a ser clasificadas. Este parece ser el caso del Telkaralura coniceti, un reptil prehistórico de 235 millones de años. Es que sus fósiles habían sido descubiertos en el noroeste de Argentina varias décadas atrás, pero pudo ser identificado recientemente como una nueva especie gracias al re-estudio de sus huesos.

“Esta especie en particular es clave porque está emparentada con el origen de los cocodrilos modernos. Eran reptiles cuadrúpedos, acorazados en la espalda y de un gran tamaño, con alrededor de 1,70 metros de largo”, le cuenta a la Agencia CTyS-UNLaM la doctora Belén von Baczko, investigadora adjunta del CONICET y primera autora del estudio, publicado en la revista Ameghiniana.

La nueva especie, cuentan los investigadores, pertenecía a un grupo de reptiles denominados gracilisúquidos y fue hallada en la Formación Chañares, en la provincia argentina de La Rioja. El tamaño no es un detalle menor: era tres veces más grande que alguno de sus parientes. “Antes se habían encontrado especies similares, uno muy pequeño en Argentina, otro de tamaño intermedio en Brasil y dos más en China. Este era del tamaño más importante”, aclara von Baczko, doctora en Ciencias Biológicas.

El nombre elegido guarda un doble homenaje. Por un lado, el término Telkaralura es una referencia a la lengua kakana, de uno de los pueblos originarios de la zona, y significa “el lagarto de la Madre Tierra”.

“El término ‘coniceti’ lo pensamos como una buena oportunidad para homenajear al CONICET. Es un momento realmente muy difícil el que está pasando la ciencia, y esta institución ha mantenido y promovido el desarrollo de la ciencia soberana en nuestro país”, subraya la investigadora, con sede de trabajo en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN- CONICET).

Identikit de un reptil prehistórico hallado “dos veces”

El reestudio de la colección de fósiles incluyó el análisis de restos del cráneo. “Tenía un hocico articulado, con partes muy delicadas. Es de la parte del cuerpo que más conocemos, porque del cuello para abajo no se tiene nada”, detalla von Baczko.

El análisis de estos fósiles, más la comparación con especies vinculadas a nivel evolutivo, le permitieron al grupo de investigación inferir que el Telkaralura era un reptil cuadrúpedo. Además, los dientes curvados y filosos dan cuenta de que sería un cazador.

“Por distintos detalles anatómicos finos nos dimos cuenta de que se asemejaba a otras especies. Así fuimos ajustando, describiendo características, y descubrimos a qué grupo pertenecía – relata la primera autora del estudio-. Lo que no conocemos de este animal lo completamos con lo que tenemos de su pariente más cercano, del que se conocen esqueletos completos”.

A esto se suman herramientas computacionales con que cuentan los paleontólogos para estudiar los fósiles. “Hicimos un análisis filogenético, que incluye pasar características anatómicas a números. Todos esos datos se analizan en una computadora, con un programa específico, entonces da algo así como un ‘árbol genealógico’, pero de especies”, le explica a la Agencia CTyS-UNLaM el doctor Martín Ezcurra, otro de los autores del trabajo.

La importancia de este árbol de parentesco, detallan los científicos, es que muestra no solo relaciones entre especies, sino también cómo fueron evolucionando sus características a través del tiempo. “Esa línea de evolución de las características tiene un carácter predictivo: podemos inferir la forma de diferentes regiones del esqueleto no preservadas mediante la información de los parientes más cercanos”, amplía Ezcurra.

Una historia dentro de la historia

Los fósiles, hallados en el Parque Nacional Talampaya en 1980, luego fueron depositados, junto a otros huesos, como parte de la colección de paleovertebrados de la Universidad Nacional de La Rioja. De ahí siguió un derrotero que incluyó varias hipótesis.

“Hubo unos primeros comentarios que hablaban de un posible antecesor de dinosaurios. En 2009, algunos estudios proponían que podría llegar a ser una versión juvenil de uno de los reptiles predadores más grandes de la época, de seis metros de largo. Junto a Martín Ezcurra fuimos a ver esa colección en 2015. Tomamos datos, fotos…empezó a surgir la idea de que había algo más”, apunta von Baczko. La científica agrega que es frecuente que, dados los tiempos y la cantidad de tareas, algunos fósiles permanezcan sin analizar en las colecciones.

La curiosidad científica que vence a lo establecido… y al tiempo

Lo dicho: los fósiles del Telkaralura coniceti podrían haber pasado completamente desapercibidos, acumulados en una de las tantas colecciones que almacenan los museos. Por eso la felicidad y la satisfacción del equipo al haber podido identificar sus restos prehistóricos como una nueva especie.

“Para mí, el momento en que te das cuenta de que es un animal no identificado anteriormente, es emocionante -valora von Baczko. Es también mantener la curiosidad despierta. A veces es importante cuestionar las cosas, tener incertidumbres, plantear dudas. Si aceptábamos las cosas como eran, este reptil tal vez pasaba desapercibido”.

Ezcurra, por su parte, aporta que los descubrimientos, en paleontología, se dan por dos circunstancias: una es en el campo, en plena campaña, “que a veces te das cuenta enseguida y a veces es necesario prepararlo, estudiarlo y analizarlo en el laboratorio”. La otra es, como se dio en este caso, revisitando colecciones de huesos fósiles.

“Pensemos que hay colecciones de cien años o más. Justo hace poco estuvimos, junto a colegas de otros países, trabajando con materiales que ya habían sido descritos en 1865, pero que, aún así, pudimos identificar una especie nueva”, ejemplifica Ezcurra, también investigador del CONICET.

A esto se le suma, claro, las ventajas de las tecnologías, que permiten nuevas observaciones. “Con el Telkaralura coniceti había algunos huesitos que eran muy delicados, su manipulación podría romperlos y arriesgar su pérdida. Optamos por llevarlos al Centro Atómico Constituyentes para hacer microtomografías y, con esas imágenes, llevar a cabo estudios mucho más detallados. Esas nuevas ventajas permiten ver a los fósiles con nuevas perspectivas”.


La Rioja, una ventana en el tiempo

Cuenta Ezcurra que tanto La Rioja como San Juan comparten una cuenca llena de fósiles de esta parte de la historia geológica -el período Triásico-, lo que lo hace una verdadera “ventana en el tiempo” para la ciencia. “Nuestro grupo está interesado en el linaje de cocodrilos y aves, pero estas especies convivieron con otros animales: mamíferos, lagartijas, tortugas… se puede ver cómo estaba compuesta esa fauna”, detalla el investigador del CONICET.

Respecto puntualmente a la Formación Chañares, que tiene una antigüedad entre poco más de 237 a 233 millones de años, el paleontólogo cuenta que es famosa a nivel mundial por la cantidad y la calidad de preservación de los fósiles. “El Telkaralura entra dentro de ese grupo de fósiles preservado en forma increíble y que da mucha información sobre el origen de cocodrilos, entre otros reptiles”, cierra.

(Agencia CTyS-UNLaM)

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