En tiempos donde los filtros, los likes y los cuerpos “perfectos” colonizan las redes sociales, la cirugía estética se ha convertido en un deseo masivo… pero pocas veces se habla de lo que pasa en la cabeza de quien se quiere operar. Desde la frontera simbólica entre Colombia y Argentina aparece una voz distinta: la del Dr. Alonso Cuello, cirujano plástico formado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Hospital Cosme Argerich, que desarrolló un test digital psicológico para decidir quién debería —y quién no— pasar por el quirófano.
Lejos del modelo de “cirugía exprés”, la herramienta creada por Cuello funciona como una especie de filtro ético y emocional. Antes de cualquier procedimiento, el paciente completa un test online donde responde preguntas sobre su autoestima, su relación con el cuerpo, sus hábitos, su dieta y las verdaderas razones que lo llevan a querer operarse. La intención no es vender una cirugía: es detectar si la persona está psicológicamente apta para enfrentarla.
“Es una herramienta simple y busca entrar en la cabeza del paciente, donde yo puedo entender su dieta, su autoestima y ver si está apto para enfrentar una cirugía”, explica el médico. El resultado del test no se archiva sin más: funciona como punto de partida para una conversación incómoda, pero necesaria, sobre expectativas, miedos y límites.
Cuello es tajante: “Si no pasa estas pruebas, no hago la cirugía”. La frase, que podría sonar polémica en un mercado donde la estética es un negocio multimillonario, en realidad condensa una postura que incomoda: no todo deseo de cambio corporal es sano, ni todo paciente debería llegar al bisturí solo porque tiene el dinero o la urgencia de “arreglarse”.
La Organización Internacional para la Capacitación e Investigación Médica (IOCIM) tomó nota de esta innovación. En una convocatoria que reúne a profesionales de distintas áreas de la medicina en América Latina, el proyecto del Dr. Cuello fue el único de carácter digital y él, el único cirujano en recibir el reconocimiento por innovación en diagnóstico. Un dato que habla no solo del avance tecnológico, sino de la falta de herramientas sistemáticas para abordar el componente psicológico antes de la cirugía estética.
El trasfondo es evidente: en una región atravesada por la presión social, la cultura de la imagen y las experiencias de transformación extrema, el test de Cuello pone en primer plano una pregunta incómoda:
¿cuánto de lo que se opera es el cuerpo y cuánto es el dolor emocional que nadie ve?
Según el cirujano, una parte importante de sus pacientes llega con historias de bullying, rupturas, maternidades atravesadas por la culpa del cuerpo “cambiado”, o grandes pérdidas de peso que dejan rastros visibles en la piel… y cicatrices invisibles en la autoestima. El test busca identificar cuándo una cirugía puede ser una herramienta de reconstrucción integral y cuándo, en cambio, corre el riesgo de alimentar una espiral de insatisfacción.
“Buscamos que las personas estén contentas y preparadas para realizarse una cirugía, buscamos concientizar al paciente de lo que podría pasar”, sostiene. Esa palabra —concientizar— abre otra capa de lectura: la estética no como escapatoria, sino como decisión informada.
Para un portal como Info Blanco Sobre Negro, que suele moverse en la frontera entre la luz y la sombra de los temas que toca, la propuesta del Dr. Alonso Cuello resulta especialmente pertinente. Su test digital no solo selecciona candidatos a cirugía plástica: también expone las grietas de una época en la que el cuerpo se ha convertido en escenario de batalla entre la identidad, la mirada ajena y el algoritmo.
Desde su práctica en Colombia, con raíces académicas argentinas, Cuello lanza un mensaje que cruza fronteras: la verdadera innovación en estética no está solo en la tecnología que moldea el cuerpo, sino en la capacidad de mirar —sin filtros— lo que ocurre en la mente de quien pide cambiarlo.
