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Información General | 28 oct 2017

En el Teatro Argentino

Recordaron la Revolución Rusa en un debate y Beatriz Sarlo reflexionó sobre el rol de las vanguardias

La conmemoración del centenario de la revolución rusa (1917-2017), fue el motivo para la realización de un ciclo de conciertos, charlas y espectáculos que se desarrolló en el Teatro Argentino de La Plata. En ese marco, el actual Director General y Artístico, Martín Bauer (también director del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín y del Colón Contemporáneo) junto a Beatriz Sarlo convocaron a reflexionar sobre el rol de las vanguardias políticas y artísticas.


Aunque la jornada comenzó con un concierto sinfónico de la Orquesta Estable del teatro con obras de Prokofiev y Shostakovich (dos compositores rusos incluidos en varias ocasiones en la programación del ciclo anual), dentro de las actividades del fin de semana se destacó el ciclo de canciones “Cien años”, un nuevo trabajo en colaboración entre Beatriz Sarlo (textos) y Martín Bauer (música), quienes ya habían realizado como coautores la obra “V.O.”, ofrecida en la temporada 2014 del Centro de Experimentación del Teatro Colón.

Dicen los autores en la sinopsis de esta nueva pieza: “Octubre de 1917: el mundo será otro para siempre. Los bolcheviques toman la dirección del proceso que se había iniciado, meses antes, con la destitución del zar. Lenin, Trotsky y un puñado de hombres decididos a todo son los protagonistas. Las masas de Petrogrado, los campesinos, los obreros, los soldados, viven el hambre, el frío, el entusiasmo y el suspenso de lo que vendrá. Los artistas de vanguardia trabajan con los ojos puestos en una revolución de las formas”.

Ambos autores aclaran que “el ciclo de estas canciones expone las utopías sociales y las utopías estéticas, cuya vitalidad y tragedia inspiraron al mundo. Más allá de los conflictos, las injusticias y las muertes, Cien años se ubica en el núcleo palpitante del cambio”, y en ese marco es donde parecen ubicarse dentro de una vanguardia que al mismo tiempo cuestionan.

Entre las charlas, sorprendió al público habitual del teatro platense la convocatoria a los representantes de las corrientes que reivindican Octubre de 1917: un comunista, un maoísta y un trotskista: jorge Altamira del Partido Obrero (ausente sin aviso), Jorge Keryness del Partido Comunista y un representante del Partido Comunista Revolucionario, presentados por el periodista Diego Rojas, autor de los libros “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?” y “Argentuits, pasiones políticas en 140 caracteres”, quien no podía dejar de sonreír al verse enmarcado en la sala Astor Piazzolla, habitual ámbito de conciertos de cámara.

Las actividades del sábado también convocaron a Martín Baña, para explayarse sobre la música de la revolución de octubre; a Martín Kohan (escritor argentino, licenciado y doctor en Letras por UBA, en la Facultad de Filosofía y Letras) para ahondar en “La revolución y la transformación de la cultura” y a Pablo Gianera (editor de música clásica del diario La Nación) para indagar en “Las formas del arte atravesadas por la revolución”.

Pero octubre no es un mes para el Teatro Argentino de La Plata. Sus trabajadores recuerdan el lamentable incendio que destruyó el antiguo edificio, y que los llevó a una lucha de 20 años por volver a realizar sus tareas en una sala propia, pese a la decisión del gobierno militar de destruir el edificio y la usina artística que allí generaba el arte y las disputas de poder, que en casi todo el mundo ofrece un teatro de producción lírica.

Con ese motivo, y en el mismo marco institucional, se desarrolla esta semana una muestra organizada por la Fundación del Teatro Argentino, “40 años del incendio de aquella sala soñada por los vecinos”, que recuerda la construcción de estilo renacentista italiano elegida por los fundadores de la ciudad para su expresión artística y social, donde pueden observarse objetos en resguardo patrimonial como un ladrillo rematado por el Ente que construyó el edificio, o la “Vírgen de las cenizas”, que según cuentan los testigos “se salvó del incendio sin un rasguño” y que perduró en la Catedral de La Plata, donde fue traslada por Monseñor Plaza y Monseñor Lodigiani en procesión multitudinaria para resguardo social y católico, y que fuera restaurada y vuelta a su lugar original hace dos años.

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