

La Uolra era un gremio “sin afiliados”, con una conducción vinculada a Luis Barrionuevo, cuya metodología de trabajo consistía en “presionar a los dueños de las fábricas a partir de la cantidad de empleados que no tenían registrados”.
El resultado no era una mejora en las condiciones de los trabajadores, sino el “aporte” que hacía el empleador al Sindicato. Aquella experiencia terminó muy mal, con Miguel Orellana, ladrillero, protesorero de la Uolra y secretario general de la seccional La Matanza, encontrado muerto en una camioneta del sindicato, en Mariano Acosta, partido de Merlo, en octubre de 2007 en una camioneta del sindicato, por problemas internos en la comisión directiva.
Cáceres llegó a la Uolra hace dos años en carácter de “delegado normalizador” enviado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. “Sabés dónde te metés, ¿no?”, le preguntó Carlos Tomada. A partir de allí comenzó su tarea con el objetivo de representar tanto a los trabajadores de “fábrica con patrón”, como a los ladrilleros de organizaciones familiares. La Economía Popular incluye a quienes están en los márgenes de la economía formal capitalista, muchas veces precarizados y con necesidades. Cáceres explica que “cuando empezamos a recorrer la Argentina profunda, vimos que el 90% de los trabajadores está vinculado a la Economía Popular. El ‘patrón’ es el dueño de la tierra, pero está oculto. Cada ‘paisano’ tiene su horno con 10 o 15 ladrilleros, y hay trabajo esclavo”, explica el dirigente.
El sindicato, nacido en los años ’40 con el peronismo, siempre representó al sector formal, aunque hoy tiene "otra realidad”, explica Cáceres. “Empezamos a recorrer las fábricas y la mayoría estaba sin representación; durante la temporada – de agosto a abril – hacen ladrillos, pero también son campesinos vinculados a la agricultura familiar y, a través de cooperativas, pueden acceder a la cobertura del Monotributo Social Agropecuario”.
Por un lado, están los trabajadores en relación de dependencia con derechos (registrados), que son el 10% de los trabajadores; para este sector la política del sindicato es la fiscalización y aplicación de la ley y del Convenio Colectivo de Trabajo”.
Hay fábricas de ladrillos instaladas en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. El secretario de la Uolra ubica “en el otro extremo” a “los trabajadores ladrilleros de la Economía Popular, en establecimientos familiares; tienen el oficio transmitido de generación en generación. No tienen patrón ni derechos laborales ni sociales. Para este sector la propuesta es la inscripción al Monotributo Social Agropecuario, ya que también son agricultores familiares, y la organización a través de cooperativas”.
Entre esas dos realidades ubica a los “los trabajadores en relación de dependencia pero que no están registrados, no tienen derechos; existe el patrón oculto y hay casos de trata laboral y de personas, trabajo infantil y adolescente".
“Además de la fiscalización con los ministerios de Trabajo de Nación y los provinciales, en esos casos articulamos con la Justicia Federal, Derechos Humanos, Migraciones y el Consulado del Estado Plurinacional Boliviano, porque pertenecen a esa comunidad”. El cálculo eleva al 56% de ladrilleros no registrados.
Ahora, el Sindicato está ordenado, con personería gremial, obra social y con una comisión directiva elegida por los trabajadores, donde el único que no es ladrillero es Cáceres, quien fue legitimado por sus compañeros como Secretario General. “Un hecho histórico para los ladrilleros fue entrar a la Casa Rosada para la firma del Convenio de Apoyo al Empleo y la Producción Ladrillera Artesanal – Plan Nacional Ladrillero –, que tiene como objetivo central fortalecer al sector de a Economía Popular”.
Cáceres describe que los ladrilleros viven en los barrios alrededor del horno: "Por eso estamos construyendo las delegaciones con una política social. Somos parte del Movimiento Misioneros de Francisco, con capillas y trabajo en los territorios. Como dice el Papa, las ‘tres T’, Tierra, Trabajo y Techo: ningún trabajador sin derecho, ninguna familia sin vivienda”. Como la mayoría de los ladrilleros no tiene vivienda propia, “estamos armando cooperativas de ladrilleros para armar parques ladrilleros”.
Cáceres evalúa que en “estos años se avanzó mucho con el plan Procrear, pero faltan las viviendas para los trabajadores de la Economía Popular y nosotros tenemos que aportar los ladrillos para esas viviendas a través de las cooperativas; queremos ser parte de eso. El Gobierno puede tener muy buenas intenciones, pero hace falta la organización del Sindicato para que le llegue a cada trabajador. Por eso reivindicamos la decisión de los compañeros de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular de representar a los trabajadores en su conjunto. Para nosotros, desde la Confederación General del Trabajo, la tarea a construir es la unidad del movimiento obrero organizado y la (CTEP)”.
LA VIDA, LADRILLO A LADRILLO
Las condiciones de vida de los ladrilleros son muy duras, ya que trabajan de 8 a 10 horas diarias, a la intemperie y soportando temperaturas extremas, de agosto a abril, quienes son parte de la informalidad de la Economía Popular, y todo el año, los de las fábricas.
Los encargados del “corte del ladrillo” deben agacharse, girar y volver a levantarse hasta dos mil veces por día. Más trabajan, más ganan. Una persona de 20 a 30 años puede hacer 2.500 ó 3 mil ladrillos diarios; con el paso del tiempo empieza a decrecer su producción. Los cortadores trabajan a destajo, cada vez que llueve no cobran. Pueden ganar hasta $11 mil mensuales, pero deben prorratearlo a lo largo de los 12 meses del año, muchos de los cuales reciben una remuneración mucho menor.
Jorge Luis Ortega, con 35 años de ladrillero junto al horno, cuenta que “con las heladas, es muy sufrido en el invierno. Estar en el quemador es difícil por la hernia de disco. Por eso pedimos la jubilación a los 55 años, porque no llegamos a los 65 haciendo 1.500 flexiones por día. Se me quebró el hombro, no tengo huellas en las manos. Trabajamos ocho horas y media, más dos de descanso”.
Después de la jornada laboral, se dedica a sus tareas de Protesorero del Sindicato. “Fui el primero que vine a averiguar; nunca tuvimos un Sindicato como ahora, con el otro no había nada. Antes, cuanta más gente ‘en negro’ había, más ganaba el Sindicato”, cuenta Jorge Luis. “Me ha costado dar la cara como representante, salía con el recibo de sueldo porque me daba vergüenza que me mezclen con la anterior gestión. Ahora se están blanqueando bastante las condiciones laborales; por ejemplo, nunca habíamos tenido un aumento del 30%”, señala.
Luis Cáceres regresa al diálogo y agrega que es necesario conseguir la “jubilación anticipada, porque nadie se jubila como ladrillero. Es una actividad milenaria, que genera millones a otros y con trabajadores postergados; por eso estamos trabajando con el Ministerio de Trabajo para que puedan acceder a una jubilación anticipada”.
El Secretario describe las condiciones de injusticia en que trabajan sus representados, que “no tienen un horario, los de la Economía Popular aprovechan todo el día, y es muy difícil trabajar en esas condiciones”. Para concluir remarca que “el movimiento obrero se tiene que hacer cargo de todos los compañeros ladrilleros y del conjunto de problemas que soportan, como la trata de personas, la indocumentación, el trabajo infantil, los problemas de discriminación y la invisibilidad de todos estas injusticias humanas y laborales”.