

Inmediatamente el avispero pegó un sacudón. Para los clubes de la Ciudad, es decir, para sus hinchas, el Estadio Ciudad de La Plata, (mal llamado Estadio Único) representa de lo peor en inversiones ligadas al deporte realizadas en esta región.
Ambas instituciones habrían adecuado sus estadios con sólo una mínima parte de la sideral suma que se destinó durante la gobernación de Eduardo Duhalde para conbstruir la moole de cemento que se emplaza en calle 32 y 25. Es más: no sólo se cuestiona al mencionado escenario deportivo por el costo de su realización y las sombras sobre negociados que lo rodearon, sino también por su diseño más acorde con el fútbol europeo que con el de este país: puertas chicas, palcos inseguros, problemas con el césped y tantos otros “detalles” que se pasaron por alto cuando se seleccionó el proyecto original.
Pero es una vena emotiva la que moviliza en contra de su uso a los hinchas de los clubes platenses. Para ambos, utilizarlo fue como un destierro involuntario de la casa de toda la vida, fue como un traslado compulsivo para alejar a las instituciones de su historia, de sus logros, de sus hinchas que ya no están. En fin, un acto que se vinculó más a los “negocios” que a lo meramente deportivo.
¿Cuál fue la caprichosa razón por la que el ex intendente Julio Alak prohibiera a Estudiantes reacondicionar su estadio de 1 y 57? Pocos se animan a ensayar una respuesta sobre tamaño despropósito. Todos los fines de semana la grey pincharrata se acordaba (cuando hacía de local en cancha de Quilmes primero,m y en La Plata después) de la madre de Alak, de su tía y de todos sus parientes, pero el ahora ministro de Justicia no quiso ceder ni un ápice en su negativa a que el club de calle 53 tuviera su propio estadio.
Recién cuando asumió el actual intendente Pablo Bruera y gracias a la intervención del ex presidente Néstor Kirchner, Estudiantes y Gimnasia pudieron sortear, finalmente, la caprichosa e insólita obsesión por despojar a los clubes platenses de sus merecidos y necesarios estadios, que ya no les pertenecen: son parte de la ciudad, de su historia y de su patrimonio cultural y deportivo.
Las declaraciones de Garro
En este contexto, el candidato a intendente de Cambiemos Julio Garro pasó la jornada apagando el incendio que se armó cuando declaró: “Con la pasión no se jode. Comprendo que Gimnasia y Estudiantes quieran jugar en su estadio porque son sueños que nacen desde la pasión pero hay que ser inteligentes y revalorar lo que tenemos”.
La frase fue tomada con furia y reproducida profusamente entre los medios de comunicación locales, que reflejaron el temor de los hinchas pinchas y el repudio ante cualquier intento por imponer al cuestionado Estadio Ciudad de La Plata como escenario principal para los clubes platenses.
Pinchas y triperos quieren sus canchas, jugar en el bosque, volver a engrandecer sus patrias chicas. “Si fuese hincha de Gimnasia o Estudiantes jugaría siempre en el Único y me pelearía por jugar ahí”, habría dicho el referente del PRO.
El diario El Día publicó durante toda la jornada un título a la medida de la desmentida que exigían los futboleros de los clubes platenses: "Garro negó haberse referido a la localía de Gimnasia: ‘Son todas mentiras que se dan el periodo electoral y que tienen por objetivo perjudicar’”.
Además, en las redes sociales se postearon comentarios negativos y muy duros sobre las declaraciones del candidato, donde le recordaron su paso por La Plata Fútbol Club, el club ligado al ex intendente Alak.
Garro desmintió cualquier intención de sacar a los equipos platenses de sus respectivos estadios. Dijo: “Hay que cuidar las pasiones de cada club y de hecho digo que cada club tiene que jugar en su cancha. Cuando me preguntaron por Estadio Único dije que era un gran estadio que presenta muchas características positivas y ventajas en materia de infraestructura. Pero jamás dije que Gimnasia o Estudiantes tengan que abandonar su cancha”.
No obstante, el pueblo futbolero no dejó pasar de largo el temor sobre la posibilidad de volver a intentar centralizar el fútbol local en 25 y 32, y su incondicional compromiso con la remodelación de sus canchas, que al fin y al cabo, con sus más y con sus menos, nunca dejarán de ser la casa propia y el escenario de muchos sueños realizados y por cumplir.