

Se acordaron de Boca, de los hinchas de Boca, de Daniel Angelici, de Mauricio Macri, y por supuesto, más que de todos ellos, de River y de su emblema cada vez más grande: Marcelo Gallardo. A los hinchas platenses del Campeón de América no les importaba nada de nada. Gritaban y saltaban como canguros, pasados por agua, afónicos y lógicamente muy felices.
Apenas terminó la final, Info BLANCO SOBRE NEGRO se acercó al punto de reunión que congrega a los platenses cada vez que hay campeonatos para festejar. Esta vez coparon la parada cientos de hinchas de River que llegaron, aguantaron la lluvia torrencial y se iban, mientras llegaba más gente que no podía dejar de cumplir con el rito sagrado de nuestra pequeña urbe.
Sobre calle 50, una decena de chicas adolescentes llegaban cantando y algunas se acercaron a dialogar con este portal. Contaron que se habían reunido en la casa de una de ellas, que habían tomado fernet, cerveza y casi nada de agua, y que son de varias escuelas de la Ciudad. “Nos conocemos porque algunas juegan al hockey juntas, y el resto se fue enganchando”, contó “Mecha”, que sacaba pecho y gritaba el clásico: “Es para vos, es para vos, bostero. p.. la p.. que te p…”.
Unos pibes que se habían ido a ganar unos pesos con su puesto de choripán, entre tanto, hacían maniobras para proteger al carbón de lo que arrancó siendo una lluvia potente y terminó siendo un baño de agua colectivo y a cielo abierto (ver video).
También llamaban la atención el incesante circular de coches que llegaban a la celebración, se asomaban, daban vueltas y seguían su marcha. Es difícil calcular cuánta gente había en 7 y 50, porque los hinchas llegaban, se sacaban las ganas, gritaban, saltaban y se guarecían de la intensa lluvia que caía en la tarde cada vez más oscura y fría. También es difícil porque el cronista de este portal habrá calculado en un lapso de diez minutos que pasaron unos 50 coches vestidos de rojo y blanco, pero las familias no bajaban a gritar por la intensidad de la lluvia. En muchos autos se veía a gente mayor y niños, y el coche era un buen lugar para festejar pese al temporal.
Los vendedores de banderas coincidían en el relato: no habían hecho, cuando ya los festejos llevaban más de media hora “ni dos mangos”, como maldecía un joven que buscaba algo de dinero para llevar a su casa: “No soy de River, pero está todo bien. Sólo quiero ganarme algún peso pero nadie compra nada y hay como diez más vendiendo banderas”.
“Muñeeeco, Muñeeeco”, se oía entre canción y canción, y una hora después de que comenzaran los festejos ya eran muchos los grupos de hinchas que se alejaban. Con ellos, el cronista de Info BLANCO SOBRE NEGRO. A las dos cuadras se veía ir por calle 50 y la esquina de 9 una barra de borrachos del tablón pero sin tablón, con las botellas en alto como si fueran copas de metal dorado. Ya era todo confusión: agua a raudales, gente que llegaba, otra que se iba, autos que tocaban bocina y se quedaban, otros que seguían de largo y mucha pasión. En eso, como en el fútbol-deporte, los argentinos estamos bien a tope. Lástima que mercaderes de saco y corbata lo quieran hacer dinero. No tiene precio.