martes 3 de junio de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 29 abr

Entrevista a Fernando Monticelli

De La Plata a Ginebra: la experiencia de un científico local que trabaja en la “Máquina de Dios”

Fernando Monticelli tiene 38 años, es doctor en Física, investigador de CONICET La Plata y miembro del grupo experimental de física de partículas de la UNLP. Desde el 2006 forma parte del Experimento Atlas, uno de los siete detectores de partículas construido en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), conocido popularmente como “Máquina de Dios”. Una vez al año viaja durante un mes a Ginebra como parte del trabajo de investigación que desarrolla el grupo científico local. Desde frontera franco-suiza, Fernando cuenta de qué se trata este mega proyecto internacional, su experiencia personal y el orgullo de haber salido de la universidad pública argentina.


La “Máquina de Dios” es un túnel de 27 kilómetros de circunferencia, enterrado 100 metros bajo tierra ubicado en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), cerca de Ginebra. Se trata del acelerador de partículas más grande y energético del mundo, donde colisionan electrones y positrones, simulando algunos eventos ocurridos inmediatamente después del big bang, con el objetivo principal de examinar la validez y límites del “Modelo Estándar”, el marco teórico actual de la física de partículas,

A su alrededor se han montado una serie de experimentos que trabajan con la información generada por la máquina. Uno de estos experimentos es el ATLAS, un consorcio internacional al que en 2006 se sumó la Argentina, a través del grupo experimental de física de partículas de la UNLP. Info BLANCO SOBRE NEGRO entrevistó a Fernando Monticel, uno de sus integrantes.

- ¿Qué es ATLAS?

ATLAS es uno de los detectores del Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Por un lado está el acelerador que es operado por el CERN, un consorcio de países europeos que provee la máquina, y por el otro lado están las colaboraciones internacionales que construyen detectores en ciertos puntos del acelerador donde colisionan las partículas, para analizar qué sale de esos choques y hacer estudios de física. El grupo de La Plata participa del colaborador ATLAS, uno de los cuatro grandes detectores que existen.

- ¿La construcción de la máquina ya tuvo resultados importantes para la ciencia o todavía se están esperando grandes descubrimientos?

El gran hito de este proyecto es el hallazgo del bosón de Higgs (2012) que fue declarado como el descubrimiento del siglo. Fue una búsqueda que duró más de dos décadas, como una consecuencia de una modificación al modelo estándar para poder darle masa a las partículas. Se han encontrado otras cosas pero la comunidad científica está esperando otro gran descubrimiento, alguna partícula nueva o algún síntoma de súper simetría. Hay una gran ansiedad por eso.

- Y cuáles son los beneficios de la investigación?

Los beneficios del descubrimiento del bosón de Higgs son un montón, pero hay que entender que la inversión en ciencia básica no tiene necesariamente un impacto directo en la sociedad. Muchas veces, de su desarrollo se obtienen beneficios secundarios. Por ejemplo, en el CERN nació la Web como una herramienta para proveer a los físicos una forma de comunicarse entre institutos desperdigados por todo el mundo y eso derivó en una gran revolución comunicacional para toda la sociedad. También sé que del desarrollo para la construcción de los imanes súper conductores se ha obtenido tecnología para el tratamiento del cáncer, hay aplicaciones tecnológicas directas que se han volcado a la medicina.

Me acuerdo de que cuando salió a la luz este proyecto, la gente cuestionaba por qué se invertía semejante cantidad de dinero, cuando la realidad es que Facebook pagó por Whatsapp un monto mucho superior de lo que se necesitó para construir el LHC, que se construyó a lo largo de dos décadas con el aporte de muchos países y generó una gran demanda de mano de obra y desarrollo tecnológico.

- ¿Cada cuánto viajás a Ginebra?

Una vez al año, y me quedo un mes. Habitualmente trabajamos a distancia pero la presencia física representa muchas ventajas, como por ejemplo compartir el mismo huso horario para poder participar de todas las reuniones, algunas de las cuales se hacen a las 4 de la mañana de Argentina. También es importante para darle visibilidad a nuestro grupo, tener contacto con otros colaboradores y además estando acá, por compartir tiempo con colegas se establecen contactos y se encuentran ideas nuevas.

- ¿Cómo es visto el nivel de la ciencia argentina, creés que los profesionales argentinos sienten orgullo por la universidad pública?

Definitivamente sí. Los científicos de las universidades públicas argentinas tenemos un nivel muy bueno que nos permite trabajar de igual a igual con colaboradores de otras universidades e institutos. Me queda claro que la comunidad científica mundial sabe sobre el alto nivel de los investigadores argentinos. Sin embargo, yo también soy docente y debo decir que veo una dificultad cada vez mayor de los ingresantes que recién salen de las escuelas secundarias.

-¿El grupo de trabajo que integrás se vio afectado por el recorte en Ciencia?

A nosotros en particular no nos tocó. En su momento celebramos la creación del Ministerio de Ciencia y también vimos bien que con el cambio de administración se haya mantenido la misma conducción. Sin entrar en temas partidarios, obviamente vemos cosas que nos alarman pero la verdad es que nosotros no tuvimos reducción de fondos para nuestros proyectos.

-¿Dónde vivís cuando estás en la máquina?

Vivo en el hostal del CERN, hay un predio enorme que tiene dormitorios para los colaboradores. Está ubicado a tres kilómetros de Ginebra, llegamos en 15 minutos con un tranvía.

-¿Qué es lo que más te sorprende de la comunidad de Ginebra?

En todos estos años me he sentido bienvenido. Suiza tiene una fuerte burocracia, para todo pero fluye. Todo está absolutamente reglamentado, pero todo funciona. La ciudad es linda, me siento cómodo viniendo a trabajar una vez al año pero no sé si podría vivir acá, yo me siento muy bien en Argentina.

- ¿Molestan tanto orden y tantas reglas?

No, eso resuelve problemas, cuando estoy en La Plata y voy cruzar la calle sé que tengo muchas veces más chances de ser atropellado por un auto. No sé bien qué es, quizás es que tengo la vida en Argentina y también siento una deuda porque a me dio una educación pública y de calidad. Todo lo que estoy logrando es gracias a mi esfuerzo, porque también hice mi parte, y al sistema que me dio la oportunidad.

Acá todo está reglamentado, todo es muy rígido pero si llegas a quedar en un gris no hay solución. Si algo no está contemplado en la regla es como que no saben qué hacer. Varios años atrás, un compañero argentino quedó encerrado en un local porque justo entró cuando estaban bajando la reja. No podían entender cómo había quedado ahí porque está absolutamente definido qué hacer y en qué momento. Si hay algo que no está cubierto, estás en el horno, el comodín es llamar a los bomberos y que lo arreglen.

- ¿Y los suizos cómo son idiosincráticamente?

La verdad no lo sé porque Ginebra es muy cosmopolita y hay pocos suizos. El chiste dice que si encontrás un suizo en Ginebra hay que festejar. La mayoría somos todos extranjeros porque hay muchas instituciones internacionales con sede acá.

- ¿Cómo ven los vecinos de Ginebra a esta gran máquina enterrada tan cerca?

Tengo entendido que al principio cuando construyeron el túnel para el primer acelerador hubo toda una discusión porque la gente no sabía de qué se trataba. Tuvieron que salir a mostrar cómo era el tema, y que la radiación que se genera no tiene ningún impacto fuera del tubo y además está 100 metros bajo tierra. Ahora, creo que ya es un orgullo de la ciudad.

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