

Por: Juliana Ricaldoni
Brenda, Karen, Rocío y Liliana son cuatro jóvenes con discapacidad intelectual que asisten todos los días a una escuela de educación especial de La Plata donde reciben contenidos pedagógicos, pero esta semana sus docentes les enseñaron que el colegio, además de contenido curricular, es un espacio que también puede brindarles amor, contención y en el que pueden cumplir sus sueños al agasajarlas con una fiesta sorpresa por sus quince años.
El establecimiento cumplió 50 años el pasado 13 de octubre, y es la segunda ocasión en que realiza una celebración de este tipo en sus instalaciones.
La fonoaudióloga de la institución y una de las promotoras de la iniciativa, Mónica Martínez, contó a Télam que “fue un festejo preparado a lo largo de un mes por toda la comunidad educativa. No le faltó nada. Se hizo el viernes pasado y salió espectacular”.
“Las cuatro nenas habían cumplido los 15 a lo largo del año y algunas habían tenido una celebración íntima con sus familias, pero tenían la ilusión de tener su fiesta. La mamá de Karen fue comprando centros de mesa y souvenirs desde 2015, pero por la crisis económica no pudo hacer la fiesta”, contó Martínez.
La iniciativa surgió de una propuesta de la docente Estefanía Ayala, y la directora de la escuela, Catalina Arcidiácono, y la vice, Claudia Sancari, apenas conocieron el proyecto “enseguida aceptaron”.
Martínez precisó que cuando les contaron la idea de la celebración a las niñas, las cuatro comenzaron a llorar “abrazadas y saltando de la emoción. Pronto se difundió la noticia en la escuela y todo el mundo comenzó a colaborar”.
Las docentes pusieron de inmediato manos a la obra; una de ellas hizo las tarjetas de invitación, otra consiguió donaciones de gaseosas, muchas cocinaron tartas dulces, la mamá de una de las quinceañeras aportó el cotillón que había comprado para el festejo que quedó trunco, el taller de economía doméstica del colegio preparó pizzetas y las trabajadoras de la cocina hicieron sus mejores empanadas.
“Diseñamos antifaces con goma eva, armamos luces y con botellas de vidrio hicimos centros de mesas. Para la decoración y los ramos de las chicas, una docente consiguió flores del mercado y otra profe hizo un hermoso candy bar y los souvenirs”, explicó Martínez quien agregó que “la madre de una de las agasajadas preparó una torta espectacular para cada nena”.
En la celebración no faltó detalle por cumplir y las jóvenes también tuvieron sus vestidos de 15 soñados: “Las maestras recolectaron vestidos de casamiento y de 15 que le pidieron familiares y amigas; conseguimos como 20”, contó la fonoaudióloga.
“Las nenas se los probaban y no entraban en ellas de tanta emoción. Todas llevamos zapatos y les enseñamos a caminar con tacos porque no sabían. El día de la fiesta, la hermana de Estefanía las peinó y maquilló”, añadió.
El viernes pasado, ante 80 invitados entre familiares, compañeros y amigos, Brenda, Karen, Rocío y Liliana vieron cumplido su sueño cuando al mediodía ingresaron de a una con música elegida por ellas mismas al salón del colegio.
“Todos lloramos a medida que iban entrando porque se hizo todo con mucho amor”, apuntó Martínez y expresó que “ver esos rostros tan agradecidos te pone feliz. Es cuando uno se dice que hay que seguir adelante a pesar de todo lo que está pasando’”.
La impulsora de la fiesta destacó que “en cada abrazo y en cada beso hay tanto amor que te llena el alma. Por ellos vale la pena el esfuerzo”, destacó pensando en sus alumnos.
Al festejo no le faltó nada: comida casera, fotos, video, vals, baile y un interminable carnaval carioca.
“Una maestra llevó su equipo de música porque el que teníamos en la escuela lo robaron junto con las computadoras, el microondas y los artículos para cocinar. Y hasta una señorita se animó a hacer karaoke”, recordó Martínez.
Para la ocasión, las docentes hicieron una “vaquita” de dinero y les regalaron a cada agasajada una caja de madera con bijouterie y maquillajes para una fiesta que, sin dudas, estas quinceañeras felices jamás olvidarán. Télam