

Cuando habían pasado varias horas del episodio, en horas de la tarde, en el local podía verse que en una pequeña oficina ubicada detrás del salón de ventas trabajaban dos personas tapando un boquete de un metro de altura, aproximadamente.
Entre quienes colocaban ladrillos en el hueco abierto en la pared, estaba una persona que se presentó como uno de los propietarios de la joyería. Visiblemente molesto, el comerciante prefirió no dar precisiones en torno del episodio cuya denuncia fue efectuada a primeras horas de la madrugada. “¿Y ustedes cómo se enteraron?” inquirió notablemente ofuscado.
Mientras, podía observarse el contraste entre unas 4 ó 5 personas que eran atendidas por vendedoras de “JC”, y el boquete cementado que se observaba nítidamente desde el salón de ventas. Aunque todo estaba a la vista, el encargado pidió (en un diálogo “filoso”) al cronista de Blanco sobre Negro que no hiciera preguntas.
Resultó llamativa la obsesión del propietario por averiguar cómo se había conocido la noticia (repetía una y otra vez: “¿Cómo te enteraste?”), pero sobre todo la escena que montó pese a la presencia de varios clientes.
“No saquen fotos ni desde la calle”, reclamó, y como última respuesta dio una extraña versión del sorprendente atraco: “Ninguna joya estaba asegurada”, gritó desde atrás del mostrador, como para aventar cualquier suspicacia.
Las autoridades policiales consultadas aseguraron a este medio que la investigación se encuentra en sus primeros pasos, por lo que, dijeron, no existe ninguna hipótesis sólida sobre quiénes fueron protagonistas del robo denunciado y de qué manera trabajaron en esa zona donde existe vigilancia semipermanente
Sobre la existencia o no de una póliza que asegurara los bienes que fueron sustraídos, sentenciaron: “Es información que sólo el juzgado interviniente puede brindar”.
Se espera que en los próximos días los funcionarios judiciales aclaren qué fue lo que ocurrió, cómo uno o más boqueteros pudieron abrir un agujero de semejante tamaño sin que sonara la alarma de ese negocio (o de alguno de los que lindan con la propiedad), y si en realidad existe alguna suma de dinero que los dueños del comercio esperan recibir por el “atrevido” atraco denunciado por ellos mismos.