viernes 16 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 31 jul

Una época no tan lejana

Recuerdos del club del trueque en tiempos del dólar blue

La década neoliberal en nuestro país desembocó a finales del 2001 en una profunda crisis económica y social. Pero ante esa situación emergieron fenómenos nunca antes vistos, cómo el del “Club del Trueque”, una feria en la cual existía el intercambio de cualquier tipo de productos, como ropa vieja por unas “deliciosas milanesas de bagre”.


El fenómeno del trueque es uno de los más interesantes respuestas sociales a la crisis argentina, ya que nació al calor del estallido social y económico del 2001 entre los sectores populares, con el objetivo de hacer frente a la falta de trabajo mediante una acción colectiva y solidaria e independiente de cualquier institución.

Los clubes del trueque tuvieron en la Argentina su inicio formal cuando un grupo de personas (que ya venía reuniéndose por los problemas ecológicos de su zona, ubicada en Bernal), decidieron enfrentar el problema de la desocupación y de la consecuente exclusión de muchos del mercado formal, despojados de ingresos que les permitieran subsistir.

En aquellos tiempos la situación de la población se agravaba, aún la de quienes tenían trabajos en los gobiernos provinciales o en los municipios, ya que las políticas económicas habían desfinanciado a esas instancias de gobierno, que hasta debieron recurrir a la emisión de bonos con los que abonaban mensualmente los ya bajos sueldos de los empleados.

Sin embargo había muchos comercios que no aceptaban esas “cuasimonedas” (con curiosos nombres como “Patacones”, “Quebrachos” y “Federales” o nombres más técnicos como “Lecop”, “Lecor”, “Bocanfor”, o “Bocades”) por lo que la población de bajos recursos, mayoritariamente desempleada o subempleada, sufría serias necesidades: esos billetes llegaron a representar el 30% del dinero circulante en el país pero, aunque aceptados con restricciones en la provincia que los emitió, no eran aceptados en el resto de la Argentina.

La organización de los clubes del trueque era horizontal, sin jerarquías ni cargos de conducción, teniendo cada “prosumidor” el derecho de entrar y salir del club cuando lo deseara. Se buscaba que siempre se respetara uno de los 12 principios de la Red Global del Trueque: la rotación permanente de roles y funciones para evitar la desigualdad y la ganancia de algunos en detrimento de otros.

Los “prosumidores” adquirían productos y servicios mediante trueques recíprocos donde muchas veces no se recurría al dinero o al intercambio directo, sino que se usaban unos vales llamados “créditos”.

Es así que en esos tiempos convulsionados las personas depositaban sus “únicas” esperanzas de conseguir algún tipo de alimento en estos lugares. En un club del trueque madariaguense los días jueves eran los de mayor afluencia de público, ya que por cualquier tipo de prenda o servicio de limpieza o reparación se obtenían las preciadas “milanesas de bagre”, que eran recibidas con gusto por los vecinos del lugar.

Los clubes de trueque fueron una marca de una época de profunda crisis en la Argentina. Por estos días pocos los recuerdan en su verdadera dimensión, quizá intoxicados por los vaivenes del “dólar blue” y por el “caos económico actual”, que lucen como gran relato algunos gurúes de los años 90.

Gente sin memoria que pretende hacer parecer los tiempos actuales a aquellos años en los que un segmento de la sociedad trocaba jeans por prepizzas, milanesas de bagre por bufandas, o alguna biblia corroída por el tiempo por algún viejo calefón que hiciera honor al tango Cambalache.

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