viernes 23 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 4 oct

Mitos y verdades platenses

La historia del águila que vivió en la torre más alta de la Catedral de La Plata

En el invierno de 1992, un ave se transformó en un verdadero suceso. No había quien no dijera que la había visto, aunque las descripciones de su figura eran de lo más variadas e incongruentes. Al pasar por Plaza Moreno, todos quebraban el cuello e inclinaban sus cabezas hacia arriba, buscando al águila que se había instalado en lo alto de la Catedral.


Pronto comenzaron a correr versiones. Que se había escapado del Zoológico, que la había soltado alguien cansado de las palomas (para que se las comiera) y hasta se llegó a tejer una explicación mística alrededor del águila que “llevaba oscuridad sobre el templo de Dios”.

Consultado por INFOBLANCOSOBRENEGRO, Juan Carlos Marinelli, veterinario del Zoológico de La Plata durante 22 años recordó aquel suceso: “Del zoo no se escapó. La gente que veía el ave decía cualquier cosa. Llegaron a decir que era un cóndor”.

Con magnifica presencia, el águila volaba en círculos a gran altura, dando un verdadero espectáculo. Los medios de comunicación aseguraban que se trataba de un Águila Mora y que usualmente este tipo de animales llegan a la ciudad en busca de alimento. Sin embargo, todos reconocían que ésta era de un tamaño particularmente grande.

Los especialistas coinciden en explicar que la presencia de rapaces en el casco urbano platense tiene que ver con la proliferación de palomas.

“Hay aves muy interesantes en la Ciudad, siempre las ha habido. Y no es raro que se ubiquen en puntos donde abundan las palomas de las que se alimentan, como la Catedral o algunas plazas del centro. *Tenés halcones peregrinos, halcones plomizos, águilas moras, caranchos y gavilanes ribereños”, comentó el director del Museo Ornitológico de Berisso Julio Milat.

El Aguila Mora es un ave rapaz natural de América del Sur, desde Venezuela hasta Tierra del Fuego. Puede alcanzar una longitud de 76 centímetros, es muy buena planeadora y se alimenta de mamíferos, como conejos, liebres, zorrinos, vizcachas de la sierra y de otras aves como pavas de monte, pero también de carroña.

Muchos aseguran que aquella que anidó en 1992 sobre la Catedral *era una hembra porque estas son bastante más grandes que los machos*.

“Normalmente ese tipo de aves cuando no encuentran alimento en su habitat natural empiezan a arrimarse hacia la ciudad y donde encuentran gran cantidad de palomas, como en la Catedral, se instalan”, explicó Marinelli.*

Si bien el veterinario piensa que aquella ave tiene que haber llegado porque previamente se perdió, o porque se le escapó a alguien que cría rapaces, desde el Museo Ornitológico de Berisso vienen alertado sobre un fenómeno que se acentuó en los últimos años: la urbanización de algunas especies.

Lo mismo señaló al diario El Día, el biólogo platense Pablo Grilli, integrante de Aves Argentinas: “Que ha habido un cambio en la avifauna de la Ciudad es un hecho, asegura, aunque no es fácil explicar la causa porque probablemente existan varias causas simultáneas y no hay demasiada información”.

Lo cierto es que a pesar de la naturalidad que tiene el fenómeno para los especialistas, la historia sucedida hace más de 20 años quedó marcada en la memoria de los platenses.

Inclusive, llegó a trascender que muchachos armados hacían guardia frente a la Catedral para abatir al águila.

“Todos estaban al tanto del águila y generaba distintas reacciones. Por un lado estaban los defensores de las palomas, que querían bajar al águila, y por el otro estaban quienes pensaban que la intrusa era eficaz para exterminar a la plaga de torcazas que desbordan en esa zona”, comentó Amilcar, un vecino de la zona de la Catedral.

La desaparición del bicho generó tantos mitos como su presencia y no eran pocos los que aseguraban que había sido bajada por un joven que le había disparado con una carabina con una mira telescópica infrarroja para caza nocturna.

En cuanto a las interpretaciones mitológicas, cabe mencionar la de Gualberto Reynal, el autor del libro “La historia oculta de la ciudad de La Plata”, quien asegura que el símbolo del águila entraña un aspecto maléfico, la imagen del anticristo, mientras que las palomas son el emblema del espíritu santo.

Como prueba de su simpática interpretación, Reynal asegura que en los 44 días posteriores a la aparición del ave se murieron 6 religiosos, entre monjas y sacerdotes. “Se fue o desapareció el ave y no hubo más muertes. Está todo dicho”, concluyó el escritor.

Lejos de todas estas teorías, en 2011 trascendió que el ministro de Ambiente y Espacio Público de Capital Federal, Diego Santilli, planeaba entrenar tres razas de halcones autóctonos para controlar la superpoblación de palomas. Quizás, también lo pueda ayudar un Águila Mora.

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