

Esta mañana otra vez hubo un corte de luz en Punta Lara. Se suma a una seguidilla cuyas causas la empresa se niega a explicar. En realidad, hace rato que en EDELAP nadie contesta, salvo a aquellos medios que “relatan” los cortes como si fueran accidentes de tránsito.
Pues bien: hay un problema estructural en la pésima empresa que presta el servicio de energía eléctrica en la región. Las interrupciones no programadas en el servicio se repiten no sólo en Punta Lara, sino en todos los barrios. El casco urbano de La Plata, Berisso o Ensenada reciben mejores prestaciones, pero en los barrios la empresa castiga con dureza a sus clientes.
En Punta Lara los comerciantes además de sortear la caída en las ventas minoristas ahora necesitan comprar equipos electrógenos hogareños. Muchos ya los tienen, pero la gran mayoría no factura lo necesario como para hacer esa inversión.
Además, los sucesivos cortes ya subieron los precios de insumos básicos para vivir con una prestataria tan deficiente. Las velas, por ejemplo, se llegan a comercializar a 15 pesos si hay luz, pero cuando se corta el servicio, se las vende a 20 ó más.
Un problema que en el siglo 21 parece propio de países africanos pobres, más que de uno cuya economía se expandió durante mucho tiempo.
El área de prensa de la empresa, decíamos, atiende a ciertos medios que relatan los cortes como el acontecer de un partido de fútbol. “Vecinos de Villa Elvira se quejan por los cortes de luz”, por ejemplo, es un titular de ese estilo.
Que en los últimos diez días, en nueve haya habido cortes prologados, podría ser una contingencia que los vecinos de cualquier zona podrían podrían aceptar a regañadientes. Pero el problema, valga la redundancia, es que nadie explica el problema. Ni quiere hacerlo.
Porque EDELAP es la clásica firma que funciona bajo un esquema de negocios seguros. Es hábil para sortear las regulaciones y, como el resto de las privatizadas, beneficiaria de un proceso de congelamiento de tarifas y subsidios estatales que configuraron el esquema parasitario que hoy los vecinos de la región sufren.
Para colmo, el ENRE (organismo regulador de Nación) dejó de tener bajo su órbita de control a EDELAP. Ahora las faltas son castigadas por un chirlito de OCEBA, la reguladora provincial, débil y que sólo atiende reclamos. “El tema EDELAP lo tienen que hablar con la empresa”, insisten, como si el organismo se encargara de vender chupetines.
En ese contexto, se suceden los cortes. Hace unos veinte días hubo uno que duró casi 24 horas. Un transformador había explotado al mediodía de una jornada normal. Se había roto una pieza original, de no menos de 40 años, comentaban los operarios a quien firma esta nota.
En el horizonte cercano está el verano, con sus picos de consumo habituales. Si en esta época, de clima moderado la prestación del servicio es calamitosa, ¿qué les espera en las tórridas tardes de sol a los puntalarenses? ¿Y a los otros vecinos de la región?
Gabriel E. Vicente