Florentino Ameghino nació en Moneglia, Italia, el 19 de 1853 y murió en La Plata el 6 de agosto de 1911. Fue uno de los investigadores pioneros de las carreras de antropología, arqueología y paleontología, que no existían.
Se mudó a la Argentina cuando tenía un año. Se crió en Luján, una zona rica en fósiles y reconocida de esa forma desde fines del siglo XVIII. Estudió para ser maestro.
Antes de ser paleontólogo y antropólogo, vivió en la localidad de Mercedes donde ejerció como maestro en una escuela, de la que llegó a ser director.
Las primeras cátedras de dichas carreras son posteriores a Florentino Ameghino, algunas son del siglo XX, no solamente en Argentina sino también en Europa.
Eran disciplinas nuevas y mucha de los investigadores que las ejercían tenía otras carreras de origen. Ameghino no era un caso excepcional sino que todos los que hacían paleontología en esa época estudiaron otra cosa o no estudiaron nada.
Se formaban leyendo libros, discutiendo con otros investigadores, entre quienes se mandaban cartas y publicaciones.
El paleontólogo y arqueólogo
Florentino Ameghino fue subdirector del Museo de Ciencias Naturales de la La Plata, además de profesor de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es considerado uno de los
cinco sabios de La Plata.
“Lo de subrayar que era autodidacta es focalizar en él como alguien excepcional. Si bien era alguien con una historia destacada, mucha gente se formaba así y lo hacía en una sociabilidad de intercambio de ideas y enseñándose mutuamente”, destacó
Irina Podgorny en diálogo con Info Blanco Sobre Negro.
Podgorny es antropóloga, investigadora principal del CONICET y autora de dos libros sobre Florentino Ameghino: “Florentino Ameghino y hermanos” (Edhasa) y “Los argentinos vienen de los peces” (Beatriz Viterbo Editora).

“No es ninguna novedad cuando Ameghino empezó a coleccionar fósiles porque, en ese momento, había mucha gente que se dedicaba a buscarlos por la zona donde residía, a la que llegaban muchos viajeros de Buenos Aires y otros países”, señaló la investigadora.
La zona era muy visitada por la abundancia de fósiles de mamíferos de gran tamaño que habían sido un elemento importante en el comercio de historia natural de América del Sur.
La relación de Florentino Ameghino con sus pares y la política
Su obra más importante en su juventud se llamó “
La antigüedad del hombre en el Plata” (1880), donde propuso demostrar que los grandes mamíferos que abundaban en la zona de Buenos Aires, y que se habían extinguido hacía miles de años, habían convivido con una humanidad prehistórica.
Algunos investigadores lo apoyaban y otros estaban en contra. Pero todos, según
Podgorny, recurrían a los políticos para financiar sus investigaciones ya que ninguno tenía un trabajo de investigador porque eso no existía.
Para poder realizar las investigaciones había que ser empleado de un museo, que no había muchos; ser profesor universitario, en una época en la que había sólo dos universidades (la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad de Buenos Aires).
En 1870, el único museo público que existía era el actual Museo Bernardino Rivadavia, del cual Ameghino fue director y que, en ese entonces, estaba dirigido por un alemán.
En Córdoba, estaba la Academia de Ciencias, fundada en la época de Sarmiento, otro de los lugares donde se podían gestionar recursos.
Algunos de los profesores alemanes que trabajaban en Córdoba fueron los que ayudaron a Ameghino y uno de ellos, que había ido a la campaña del desierto como parte de la comisión científica, estaba elaborando el cuadro estatigráfico de los estratos de la zona pampeana.
Los trabajos de Ameghino, de inicios de la década del ochenta, lo ayudaron al investigador alemán a mejorar ese cuadro y estableció con él una relación de cooperación.
Los alemanes, que sabían negociar con los políticos de su provincia (uno de ellos el ex Presidente de la Nación Miguel Juárez Celman) y cómo pedir subsidios para poder investigar.
Ayudaron a Florentino Ameghino a obtener un cargo y en 1981, tras un viaje a Francia, fue nombrado profesor de zoología en Córdoba.
También lo apoyaron a obtener subsidios para recorrer la provincia de Buenos Aires.
Ese acercamiento con los políticos no era propio de Ameghino sino que era propio de como funcionaba la ciencia de la época, a través de pedidos de favores a los políticos. “Era la única posibilidad de sobrevivir”, indicó
Podgorny.
Eran los científicos los que gestionaban el dinero para hacer sus investigaciones y, aunque eran pocos, había una competencia feroz.
Con respecto a las investigaciones, no eran encargos del Estado sino que respondía a los intereses de cada investigador.
De todas formas, las investigaciones y los cargos estaban atravesadas por las crisis económicas, la posibilidad de que no les giraran los sueldos, de que les prometieran una cosa y no se cumpla.
Uno de los casos de promesa incumplida fue la expedición al Chaco de 1885. Allí participó Florentino Ameghino junto a reconocidos botánicos y zoologos de la época como
Eduardo Holmberg y
Federico Kurtz.
Llegaron a la localidad a partir de la cual debían continuar en barco hacia otro lugar pero este nunca llegó, entonces salieron a coleccionar plantas y animales a cien metros de donde estaban varados. La investigación había sido organizada y pagada por el Ministerio de Guerra de la Nación.
Las relaciones entre políticos e investigadores eran personales. “En general, Ameghino tenía esos vínculos ayudados por amigos porque no era una persona muy ducha y conectada, y además era una persona muy conectada con su trabajo”, señaló
Podgorny.
“En sus trabajos, Ameghino jamás hizo una reivindicación política. Trabajó en la patagonia en épocas muy conflictivas con Chile pero en ninguno de sus trabajos hizo un uso oportunista de eso para decir, por ejemplo, que con su trabajo se iban a defender los derechos argentinos de la patagonia”, indicó la investigadora del CONICET y egresada de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP.
Eran los amigos y aliados de Ameghino (
Eduardo Holmberg y
Estanislao Ceballos), los que le enseñaron a quien pedirle y cómo hacerlo.
“Por ejemplo, los investigadores alemanes en Córdoba le decían que se comunicara con tal senador que tenía mulas y le ofreciera algo. ¿Qué les ofrecía? ¿dinero? No, fósiles”, ejemplificó
Podgorny.
“Había un político cordobés de apellido Garzón, que además era topógrafo, que le dio mulas a Florentino Ameghino para una expedición y éste le “pagó” con fósiles para la colección de Garzón y además le puso a algunas especies zoológicas Garzónide, para homenajearlo a quien lo había ayudado”, indicó la investigadora.
Ameghino como subdirector del Museo de Ciencias Naturales de La Plata
Llegó allí por invitación del investigador
Francisco Moreno, fundador y director del Museo de Ciencias Naturales. Cuando Ameghino estaba como profesor en Córdoba, Moreno le ofreció el cargo de subdirector.
Parte del contrato era que Ameghino cediera sus colecciones paleontólogicas al museo de La Plata a cambio del sueldo y un contrato para su hermano Carlos, como naturalista viajero del Museo, además de vivienda para la familia de los dos.
Cabe destacar que
Carlos Ameghino era el que exploraba la patagonia porque Florentino prácticamente no iba.
En el museo de La Plata estuvo un año porque se peleó con Moreno. En parte, la pelea se dio porque Ameghino quería publicar los resultados de una exploración y clasificación de unos fósiles nuevos y como las publicaciones del museo de La Plata no se estaban realizando ya que Moreno estaba abocado a la finalización del edificio, Ameghino las publicó por otro lado.
“Ese hecho desencadenó un gran conflicto entre ellos y Ameghino renunció con una “carta explosiva”, hablando pestes de Moreno y, por los términos de la carta, el Gobernador de la provincia de Buenos Aires (el museo era provincial) lo exoneró del cargo”, manifestó
Podgorny.
En el período de la década de 1890,
Ameghino no tuvo cargos en el Estado a pesar de que le ofrecieron varios cargos que nunca se concretaron como la dirección de un museo en Santa Fe, que nunca se creó.
Tiempo más tarde, Ameghino fue nombrado profesor de la Universidad Nacional de La Plata a fines del siglo XIX y en 1902 obtuvo el cargo de director del actual museo Bernardino Rivadavia, que ocupará hasta su muerte en 1911.
El museo está situado en la manzana de las luces, en la esquina de Perú y Alsina. Cuando Ameghino fue director, luchó por conseguir un edificio nuevo pero no lo consiguió.
Las leyes estaban aprobadas y los decretos firmados para que el museo tuviese un edificio grande y las colecciones se pudieran desplegar, pero nunca se cumplió y Ameghino murió siendo director del museo cuando estaba clausurado al público por peligro de derrumbe. Otra promesa incumplida.