El 13 de noviembre de 1943, Remigio Saavedra realizó la hazaña de unir Mendoza con Buenos Aires, y lo repitió un 5 de diciembre, 38 años después. En honor a la hazaña se declaró en Argentina el “Día Nacional del Ciclista”. 

Ello nos da el empujón inicial para mencionar una breve historia de la bicicleta, que se hizo popular después del año 1800.

Un artículo de Josep Puig i Boix titulado "La bicicleta: un vehículo para cambiar nuestras ciudades" (Papeles),  señala que un antecesor de este medio de transporte fue el celerífero, inventado por el conde de Sivrac poco antes de la revolución francesa. También fue mejorado por K. F. von Drais,  que inventó la rueda delantera orientable, y de esa manera dio nacimiento a la célebre Draisienne, una especie de bicicleta sin pedales.

No obstante, la historia del velocípedo no empieza sino hasta 1851 cuando dos carreteros parisinos —Pierre Michaux y su hijo Ernest— tuvieron la idea de fijar dos pedales en la rueda delantera de la Draisienne.

Así, con una rueda de un metro de diámetro se obtenía un desarrollo de tres metros, por lo que efectuando 30 vueltas de pedal por minuto se obtenía una velocidad de 5 km/h, la misma celeridad que cuando alguien camina con prisa.

A ese nuevo artefacto se le denominó velocípedo. Para hacerlo más veloz se pensó en agrandar la rueda delantera motriz pero el vehículo perdía estabilidad.

Hacia 1880 en Inglaterra se había puesto en circulación una nueva palabra, bicycle,  para denominar estos nuevos ingenios de dos ruedas . Más tarde los franceses tradujeron el vocable a su lenguaje cotidiano, y comenzó a mencionarse como bicyclette.

El invento que supuso el lanzamiento de la bicicleta como un artefacto para cubrir las necesidades de desplazamiento de las personas fue el sistema de transmisión mediante cadena, plato y piñón. Fue obra del francés Guilmet y del británico H.J.Lawson -1879, aunque mejorado por H.Renold en 1880.

Antes de 1900 ya se habían desarrollado todos los elementos que configuran la bicicleta en su forma actual: el dinamo, los neumáticos, el tensor de cambio y la rueda libre, entre otros.

El peso de un biciclo Rutge (1884) apenas superaba los 10 kilogramos. La bicicleta de J.L.Starley (1885), a quien Lawson vendió su patente (y que actualmente permanece en un museo londinense) no sorprendería a nadie si hoy día se utilizara en cualquier calle, ya que tiene un aspecto muy parecido al de una bicicleta moderna: ruedas con cojinetes y radios cruzados, transmisión por cadena y sillín de cuero provisto de una suspensión muy lograda.

En los comienzos del siglo XX la bicicleta ya había adquirido su forma definitiva. Los progresos posteriores, después del invento del cambio de velocidades, han sido mínimos hasta recientemente,  con la introducción de las ‘mountain-bikes’ y de las bicicletas eléctricas.