

El Tribunal Oral en lo Criminal I de La Plata condenó este miércoles a Sergio Argañaraz a la pena de 45 años de prisión por el homicidio de Mía Aguirre, la niña de tres años que murió en Berisso el 24 de septiembre de 2014 luego de sufrir varios meses de maltrato infantil, que incluyeron violaciones. A su vez, la madre de la víctima, Cecilia Cabrera, fue condenada a ocho años de prisión.
En el fallo-del que se dio a conocer hoy sólo la parte resolutiva- se condenó a Argañaraz por el homicidio y violación de la niña mientras que a Cabrera la condenaron por "homicidio calificado por el vínculo en el que median circunstancias extraordinarias de atenuación", por tratarse la condenada de una víctima de violencia de género por parte de su concubino.
Los jueces del Tribunal -integrado por los jueces Hernán Decastelli y Ramiro Fernández Lorenzo, y la jueza Cecilia Sanucci- dispuso por unanimidad que Cabrera cumpla la pena con arresto domiciliario.
Por el asesinato, la fiscal de Juicio Silvina Langone había solicitado prisión perpetua para la madre de la niña al imputarle el delito de "homicidio calificado por el vínculo": mientras que para su pareja, Argañaraz, 45 años de pena al acusarlo por "homicidio simple en concurso real con abuso sexual con acceso carnal contra una menor y aprovechando la condición de convivencia preexistente", ya que era el padrastro de la nena asesinada.
La doctora Langone le imputó el ilícito antes señalado a Cabrera por omisión, es decir por no haber hecho nada para evitar el bestial homicidio; mientras que a Argañaraz lo acusó como como autor material.
Por su parte, la defensa del imputado planteó la absolución y que el caso debería ser encuadrado como homicidio preterintencional porque no hubo intención de matar y el abuso sexual no existió; en tanto pidió que se le aplique una pena menor al plantear la inconstitucionalidad del artículo 55 del Código Penal.
Por su parte, la defensa oficial de de la mujer solicitó la absolución al alegar que Argañaraz fue víctima de violencia de género y varios planteos subsidiarios, estos últimos receptados hoy por el Tribunal.
Durante este debate, que se inició el mes pasado, varios peritos de Tribunales explicaron que el acusado tiene una personalidad "narcisista, psicópata", que intentó simular, aparentando ser muy religioso y presentándose, por ejemplo, a las entrevistas portando un Rosario, demostrando que es un manipulador y que cuando se lo descubre se trasluce su carácter agresivo.
Durante el juicio, declaró un médico genetista que confirmó la hipótesis de la violación al revelar que se hallaron en los hisopados practicados a la víctima rastros de PSA, que es una sustancia que proviene exclusivamente de la próstata.
En esa misma jornada declaró un forense de Policía, que aseguró que jamás iba a olvidar este caso y confirmó que la niña fue golpeada, que tenía lesiones de vieja data, que denotaban maltrato infantil y no dejó margen de dudas sobre un dato que ya habían dado como posibilidad otros peritos que declararon la semana pasada: el paro cardio respiratorio que terminó con la vida de Mía fue consecuencia de la penetración anal que sufrió esa noche.
Los médicos que atendieron a la pequeña en el hospital de Niños expresaron en el juicio que recordaban muy bien ese caso porque “jamás habían visto algo tan atroz” y señalaron que Mía presentaba lesiones de vieja data, compatible con maltrato infantil así como “desgarros y hematomas en la zona anal”.
Los profesionales indicaron que ante esa situación avisaron a la Policía y detallaron que pensaron que los acusados “no iban a volver” pero lo hicieron cinco horas más tarde con un discurso cuanto menos extraño: “Se atragantó con comida y los golpes eran producto de los intentos por reanimarla”.