viernes 16 de mayo de 2025 - Edición Nº 29.188

Cultura | 18 feb

El Papa reconoció "las virtudes heroicas" del cardenal argentino Eduardo Pironio, Obispo Auxiliar de la Plata en 1964

Quedará a un milagro de poder ser beatificado, según la reglamentación vaticana


El Papa Francisco reconoció este viernes 18 de febrero "las virtudes heroicas" del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, estudiante del Seminario de San José en La Plata, obispo de Mar del Plata, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos y uno de los creadores de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Con este reconocimiento Pironio pasará a ser "venerable" y quedará a un milagro de poder ser beatificado según la reglamentación vaticana.

La publicación del decreto vaticano por parte de la Congregación para las Causas de los Santos se da a casi seis años de que se iniciara la denominada "fase romana" del proceso por el que Pironio puede convertirse en el segundo santo tras el "cura gaucho" José Gabriel Brochero, canonizado en 2017.

Para que esto último suceda la comisión médica del Vaticano debe decidir sobre la beatificación de Pironio. Estudiará un posible milagro en la curación de un niño argentino que había tragado y respirado polvo de cobre y que, tras ser internado, fue dado de alta completamente curado y desde entonces no ha tenido ninguna otra consecuencia, en el que habría intercedido una oración de la madre al cardenal.

El 14 de marzo de 1932, con once años, Eduardo Pironio entró al Seminario de San José en La Plata influído por el Padre Guida, decisión que contó con la aprobación de su madre y hermanos.

Sus padres, José Pironio y Enriqueta Rosa Buttazzoni, llegaron a la Argentina en 1898 recién casados y provenientes de Udine en la región de Friul, al norte del golfo de Venecia en Italia. Se instalaron en la localidad bonaerense de Nueve de Julio.

Allí tuvieron 22 hijos, el último fue Eduardo Francisco nacido el 3 de diciembre de 1920 y bautizado en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán de Nueve de Julio por el Padre Alejandro Borghi, sus padrinos fueron Pedro Pironio y Luisa Teresa Rossi.

Según la profesora Laura Moreno, "a los seis años Eduardo frecuentaba la parroquia para prepararse a recibir la Primera Comunión. El padre Guida, cura párroco, alimentaba el profundo sentido religioso que descubría en el niño por quien ya sentía predilección". (Su vida, testimonio de amor y fidelidad a Dios, 2001)

"En ese tiempo Eduardo había manifestado a su madre sus deseos de ser misionero a lo que ella le advertiría lo lejos que debería irse para acceder a esa inquietud", reseñó Moreno.

En 1926 Don José Pironio enfermó gravemente y murió. Desde su lecho de enfermo llamó a cada uno de sus hijos para dejarles su legado paterno. Al pequeño Eduardo le dijo: “yo me voy al cielo, usted debe portarse bien, cuidar y obedecer a su madre”.

Dicho recuerdo "permanecería en la memoria de Pironio: ´conservo de mi padre un recuerdo muy claro de su fe, de su fortaleza y de su amor al trabajo´. La vida familiar se vio entonces muy afectada, sin embargo Enriqueta con el apoyo de cada uno de sus hijos y del resto de la familia llevó adelante el hogar", según la profesora.

Era frecuente ver al joven seminarista pasar largas horas en la capilla en oración y meditación. De hecho, sus superiores vieron oportuno que completara sus estudios en Roma pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial lo impidió. 

El Padre Eduardo Pironio celebró su primera Misa el 8 de diciembre en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán de Nueve de Julio, donde había sido bautizado; el Padre Guida actuó como asistente.

El primer servicio pastoral que le es encomendado a Pironio fue dedicarse a la formación de futuros sacerdotes como profesor de literatura y latín, luego filosofía y finalmente teología en el Seminario San Pío XII de Mercedes, diócesis que había sido creada mientras él estudiaba.

Durante estos primeros diez años de sacerdote continuará relacionado con profesores del Seminario de La Plata y acudirá a encuentros de profesores y formadores de Seminario, entre ellos los Padres Antonio Quarracino y Domingo Cancelleri.

En los años ‘50 aparecieron sus primeras colaboraciones en la Revista de Teología del Seminario de La Plata. Desde entonces escribirá con frecuencia y participará de la comunidad de sacerdotes de distintos lugares del país y del mundo que expresaban su pensamiento en este tipo de publicaciones. 

Diez años después de la ordenación sacerdotal (1953), habiendo finalizado la guerra mundial el obispo Serafini retomó la idea de que el Padre Pironio profundizara su formación en Roma pero la salud de su madre era muy delicada entonces y éste último resolvió postergar el viaje y no ir.

Al enterarse Doña Enriqueta le dijo: “si tu quisieras ir a Roma por turismo yo me opondría. Pero como el obispo es el que te manda para prepararte mejor y servir a la Iglesia, debes ir. Si Dios quiere que yo muera sin tu asistencia, aunque estés en la pieza de al lado, moriré sin tu presencia”. El Padre Pironio finalmente viajo y permaneció un año en Europa, y su madre se mantuvo estable. 

En 1958 el Monseñor Serafini lo designó vicario general de la diócesis de Mercedes y se desempeñó como profesor de Teología en la recientemente fundada Universidad Católica Argentina.

El 31 de mayo de 1964, en la Basílica de Luján, fue ordenado obispo con el título de Ceciri y Obispo Auxiliar de la Plata. Allí se dedica al servicio pastoral de la arquidiócesis y también asume como asesor general de la Acción Católica Argentina. Más tarde, el 27 abril de 1972, el Papa Pablo VI lo nombró obispo de Mar del Plata hasta el 20 de septiembre de 1975.

El 9 de abril de 1984 Juan Pablo II lo designó presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, lo  confirmó por un segundo quinquenio el 9 de abril de 1989 y por tercera vez el 9 de abril de 1994, hasta 1996 cuando presentó su renuncia.

Como presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Eduardo Pironio organizó la primera Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)  en Roma (1985) y las que le siguieron en Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Czestochowa (1991), Denver (1993) y Manila (1995).

Juan Pablo II recordó el gran aporte del cardenal Pironio en la misa de su funeral, el sábado 7 de febrero de 1998: "¿Cómo olvidar la gran aportación que dio a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud? Quisiera dar gracias públicamente aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino".

Desde el fallecimiento de Pironio, el 5 de febrero de 1998 en Roma, cada año se celebra una misa en su memoria el primer domingo de febrero en el santuario de Nuestra Señora de Luján, donde descansan sus restos, con el propósito mantener viva y actualizada su persona y su vida y, también, para pedir por su beatificación.

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