El CBD ha adquirido cierta relevancia en los últimos tiempos, especialmente en pandemia cuando fue tendencia en twitter por diversos motivos. Por un lado, se comenzó a utilizar con mayor fervor y por otro lado se iniciaron en varios países pruebas para dictaminar su legalidad y funcionamiento dentro de los marcos médicos aceptados. Pero para arrancar a hablar de CBD, antes de meternos en su marco legal y en los beneficios o riesgos que trae su consumo, primero hay que comprender qué es, lo cual lo desarrollaremos más adelante.

El CBD es un derivado de la planta de cannabis o marihuana, que últimamente se ha descubierto científicamente que puede llegar a traer diversos beneficios para nuestra salud. Al igual que el famoso THC, es un cannabinoide. La distinción es que el THC es el compuesto psicotrópico de la planta, mientras que el CBD no tiene efectos psicoactivos. Dejando de lado sus diferencias por un momento, ambos poseen un valor terapéutico de gran alcance para nuestra salubridad, y se ha demostrado que en conjunto estos beneficios se potencian.

La siguiente pregunta que cabe realizarse es, ¿Cómo se ingiere el CBD? Aunque existen varias maneras, las formas terapéuticas recomendadas, son en forma de aceite o de crema. Su formato crema o ungüento se utiliza para aplicar directamente sobre la piel. Mientras que el aceite se ingiere vía oral o también sobre alguna zona con afecciones, mezclando dos o tres gotas diluidas en agua. Estos medicamentos se pueden encontrar en farmacias o hospitales (en los países que está legalizado), o comprándolo en clubes cannábicos o mercados online como puede ser por ejemplo http://www.comprarmarihuanamadrid.com.

Funciona como un complemento alimenticio en muchos casos, así como pudiese ser un suplemento deportivo, y aunque su valor terapéutico ya ha sido demostrado, su potencial es mayor todavía, ya que diversas propiedades se van descubriendo año tras año por los científicos e investigadores. Es por eso que se desconoce el alcance que puede llegar a tener en términos medicinales, y hasta algunos lo han postulado al CBD como el futuro de la medicina. Pero ahora dilucidamos el accionar que ya conocemos:

Se ha comprobado que mejoran la sintomatología de diversas enfermedades inflamatorias y neurológicas, como el alzhéimer, el párkinson, la esclerosis múltiple, la esquizofrenia, entre otras, mejorando considerablemente de esta manera la calidad de vida de pacientes que hasta hace poco contaban con pocas esperanzas. También alivia dolores crónicos generados por algunas de estas enfermedades o ciertos traumatismos agravados. Pero lo más importante que se ha descubierto, es que favorecen la muerte de células cancerosas. A futuro esto puede llegar a significar una cura contra el cáncer, lo cual es lo que mantiene en vilo a la comunidad científica.

En cuarentena, el discurso sobre la importancia de la salud mental reflotó en los canales tradicionales de comunicación, y fue tendencia en todas las redes sociales. El encierro justamente, no favorecía dichas problemáticas. Es por eso justamente que el CBD apareció en el momento justo. Es que se ha demostrado que su ingesta rutinaria previene y combate síntomas de ansiedad, depresión y estrés, conjunciones necesarias de evitar en el marco por el cual estábamos pasando como sociedad, e individualmente. Como pueden ver, los beneficios parecen no terminar y el seguimiento sobre dicho producto resultará clave en los años venideros. Solo esperemos que por falsas acusaciones y juicios de poder, no nos perdamos de la magia y el provecho que puede llegar a traernos este pequeño milagro embotellado.