

Este 24 de septiembre se conmemora el día del colectivero en la Argentina en conmemoración del que se considera el primer viaje en colectivo en el país, realizado en 1928 en la Ciudad de Buenos Aires.
Todo comenzó por un grupo de taxistas que decidió a finales de la década del '20 iniciar una nueva forma de transportar pasajeros ante la mala situación de la economía argentina de ese entonces y al ver que perdían pasajeros frente a los ómnibus y tranvías.
Vale destacar que los primeros servicios de ómnibus comenzaron a recorrer la Capital Federal en el mes de agosto de 1922 cuando se inauguró la línea A, con recorrido entre Plaza Constitución y Plaza de Mayo y estación Retiro. La empresa que lo llevaba a cabo era Auto-Ómnibus Metropolitano.
Con tarifas superiores a los ómnibus y tranvías, pero más bajas que los servicios normales de taxis y que se pagaban al bajar del vehículo, los taxis-colectivos trasladaban en sus inicios hasta cinco pasajeros con frecuencias de cuatro minutos y cubrían diversos recorridos.
El éxito del nuevo sistema de autotransporte propició que ya en la primera semana se establecieran numerosas líneas y que progresivamente las cabinas, gracias al ingenio de los mecánicos y carroceros locales, fueran ampliando su capacidad.
Los comienzos de este modo de transporte se caracterizó por la ausencia total de regulación y control por parte de las autoridades gubernamentales. Autonomizados plenamente de la intervención del poder público, los dueños de taxis se expandieron y parasitaron las trazas tranviarias, de las que extrajeron sus números de línea, el cual se autoasignaban copiando el correspondiente a la línea de tranvía y a veces también el de las líneas de ómnibus, con la que competían. También, acompañando la demanda de los pasajeros establecían libremente las modificaciones de sus recorridos y la incorporación de vehículos. A cuatro años de su aparición ya había cerca de 70 líneas (Ruiz Díaz, 2003).
El rápido crecimiento implicó la intervención de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, que en 1932 reglamentó el servicio de colectivos y comenzó a habilitar legalmente las líneas, otorgándoles una numeración propia.
El Estado municipal estableció tamaños máximos, lo que dio lugar a la aparición de vehículos especialmente carrozados como colectivos, con capacidades progresivamente más cercanas a las que conocemos hoy. Sin embargo, no intervino en la regulación tarifaria ni les impuso restricciones que regían para los demás sistemas.
Fuente: A 90 años de la aparición del colectivo. Reflexiones sobre la participación del Estado en un servicio público esencial en la Región Metropolitana de Buenos Aires (1928-2018), de Verónica Pérez (UNSAM- CONICET, 2021)